La vicepresidenta habló de la “insatisfacción democrática” por la crisis social como si el peronismo gobernante no tuviera ninguna responsabilidad en la misma. Además, criticó a la Corte Suprema por el fallo alrededor de la coparticipación de CABA y llamó al peronismo a prepararse para 2023.
Martes 27 de diciembre de 2022 20:26
Este martes por la tarde, Cristina Fernández de Kirchner volvió a realizar un discurso con motivo de la inauguración de un polideportivo en Avellaneda. Acompañada de Jorge Ferraresi -intendente de esa localidad- y el gobernador Axel Kicillof, dejó definiciones que tuvieron poco de novedosas. En un discurso sin épica, la vicepresidenta volvió a atacar a la casta judicial, a denunciar lo que define como proscripción electoral y a rescatar las gestiones kirchneristas del pasado. La reiteración y la falta de épica se relacionan con la incapacidad del Frente de Todos para ofrecer un futuro a millones de familias trabajadoras. Atada a las condiciones de ajuste que impone el FMI, la gestión peronista no puede proponer nada que despierte interés o simpatía en la población que hoy soporta la crisis social.
Las gambetas de CFK para no hablar del brutal ajuste que Massa aplica sin amague ni recule, no pueden ocultar su apoyo al ministro estrella del FMI ni mucho menos eximirla de su responsabilidad por el desastre del gobierno del FDT.
— Nicolas del Caño (@NicolasdelCano) December 28, 2022
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La vicepresidenta comenzó su discurso recordando las gestiones de Néstor Kirchner, como intendente, gobernador y luego presidente, algo que suele hacer en muchos discursos. Rápidamente pasó a referirse al tema de las próximas elecciones y al reciente anuncio de que no será candidata en el 2023, realizado luego de conocerse la sentencia en el juicio de Vialidad. “Ni renunciamiento ni autoexclusión, proscripción” afirmó Cristina Kirchner, denunciando la planificación del juicio acorde a los tiempos electorales y cómo parte de un intento de “disciplinamiento al conjunto de la dirigencia política”.
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Además, como lo había hecho en otras ocasiones, volvió a referirse a lo que definió como “la insatisfacción democrática". Es decir, el rechazo de la población a la política "porque no le resuelve la vida”. La vicepresidenta responsabilizó de esta situación a la Corte Suprema (y al “partido judicial”) por hacer “caso omiso de una ley”. Esto en referencia al fallo que devolvió los fondos coparticipables al 2,95% a la Ciudad de Buenos Aires. Citó, en el mismo sentido, la decisión del máximo tribunal de modificar la composición del Consejo de la Magistratura en beneficio propio. “Hay un estado paralelo que define la vida de todos”, sentenció.
Volviendo sobre las críticas a cómo actúa el Poder Judicial en el caso que investiga el atentado contra su vida, cuestionó que Gerardo Milman continúe siendo diputado nacional. Lo hizo comparando su situación con otros casos, haciendo una llamativa defensa del ex ministro de Planificación Julio de Vido, desaforado y dos años preso “por una causa que después se descubrió que el perito era trucho y el informe por el cual lo llevaron preso también".
El Poder Judicial es, sin dudas, una de las instituciones más desprestigiadas en esta democracia capitalista. No es de extrañarse que sea así, al tratarse de jueces con privilegios enormes, atados por mil y un lazos al poder económico para beneficiarlo, mientras las grandes mayorías trabajadoras sufren la falta de vivienda, alimentación, salud, educación y derechos laborales. Sin embargo, la “insatisfacción democrática” de la que habla CFK se extiende a todos los poderes y partidos tradicionales por ser los responsables de venir aplicando un ajuste brutal en las condiciones de vida de la clase trabajadora. Un ajuste donde el Frente de Todos viene jugando el rol de aplicar el plan del Fondo Monetario Internacional, continuando con el saqueo de recursos y empobreciendo a millones, con la ayuda de diputados, senadores y gobernadores de Juntos por el Cambio. Para ajustar, hasta el momento no ha habido ninguna “grieta”.
El propio discurso de Cristina Kirchner es una muestra de porque se sigue profundizando esa insatisfacción. Entre otras cosas, afirmó que “se ha sufrido mucho, hay muchas carencias todavía". Sin embargo, al mismo tiempo, volvió a naturalizar "el endeudamiento brutal que hemos heredado", en referencia a la deuda con el FMI. La vicepresidenta denuncia esta situación como si ocurriera en otro gobierno, pero es el Gobierno del Frente de Todos el que empuja este ajuste. Un plan de ajuste que viene encabezando Sergio Massa, con aval de todas las alas del oficialismo.
Ni el Frente de Todos ni Juntos por el Cambio -en sus distintas caras- tienen programas que desafíen la política de ajuste del FMI hacia el 2023. Por lo tanto, solo pueden llevar a mayores crisis y que se siga profundizando la degradación de las condiciones de vida del pueblo trabajador. Una situación que es necesario enfrentar, comenzando por organizarse en los lugares de trabajo, de estudio y los barrios, contra el ajuste del Fondo Monetario Internacional, en la perspectiva de derrotarlo en las calles.