Del miércoles 21 al sábado 24 de febrero, se llevó a cabo la Conferencia Política de Acción Conservadora en el estado de Texas, EE.UU. En esta nota analizamos qué representó este encuentro de líderes de la ultraderecha global.
Sábado 2 de marzo
Lo primero que habría que decir es dar cuenta del lugar en el que se hace este encuentro de “fachos” o, para ser más precisos, de ultra derechistas, algunos presidentes, otros referentes de las posiciones más reaccionarias en sus respectivos países.
No es casual que esta cumbre se haya realizado en esta ocasión en el estado de Texas, el segundo más importante en Estados Unidos en cuanto al tamaño de su economía (después del estado de California, gobernado por el partido Demócrata), en el contexto del crecimiento de la confrontación entre el gobernador del estado, Greg Abbott, y el gobierno federal de Joe Biden alrededor del tema migrante. Abbott, referente del ala más conservadora (trumpista) del partido Republicano, ha “declarado” la guerra a la migración con un discurso que criminaliza a las familias y a los trabajadores migrantes.
No sorprende así que uno de los ejes en los discursos de los expositores haya sido en contra de la migración ilegal, como el caso de Santiago Abascal, líder del monarquista partido Vox en el estado Español.
“Donde murió el globalismo”
El lema de la CPAC 2024, “donde murió el globalismo”, expresa el momento que vive el sistema capitalista a nivel mundial. Con un Estados Unidos fuertemente cuestionado en su poderío hegemónico, la lucha que ha emprendido la llamada “nueva derecha” en contra de la globalización capitalista (dígase la apertura comercial indiscriminada y la firma de acuerdos o tratados que promuevan el libre comercio en todo el globo), da cuenta de que el imperialismo yankee, junto a sus aliados, comenzando por quienes integran el G7: Alemania, Canadá, Francia, Italia, Japón, Reino Unido, ven amenazado su poderío con nuevos rivales regionales.
De esta manera el nacionalismo adquiere un nuevo ímpetu, sobre todo en países imperialistas que toman medidas proteccionistas mientras que hablan de la necesidad de combatir la multiculturalidad y regresar a las tradiciones nacionales.
La internacional de la ultraderecha
La asistencia a la CPAC 2024 concitó la concurrencia del presidente de Argentina, Javier Milei, el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, de la ex primera ministra británica, Liz Truss, el comentador Santiago Abascal (España), de Eduardo Bolsonaro (hermano del expresidente brasileño), de Steve Bannon, y, por supuesto, del aspirante a la candidatura republicana, Donald Trump, entre múltiples políticos del partido Republicano y empresarios afines. Veamos en qué consistieron en rasgos generales sus discursos.
Milei presentó una ponencia centrada en la defensa y la bondad de los capitalistas multimillonarios dueños de monopolios, llegando al punto de decir que gracias a los monopolios capitalistas es que la sociedad ha avanzado. En su discurso habló en contra de lo que llamó la “democracia ilimitada” que, según él, conduciría al populismo, ante lo cual había una conspiración mundial para inducir el aborto. Un discurso clásico de personajes reaccionarios como Agustín Laje. Vale la pena mencionar también el encuentro Milei-Trump, donde el argentino, emocionado, le gritó “president” al racista ex presidente norteamericano.
Bukele, por su parte, defendió su modelo de seguridad centrado en la tortura y la pérdida de derechos humanos con un discurso deshumanizador. Habló también contra George Soros y el progresismo, posicionándose por la “familia natural”.
El monarquista Santiago Abascal habló de la “grandeza” de la hispanidad, contra el socialismo “en todas sus formas” y acusó de invertir en “potencias hostiles” a supuestos capitalistas que responden a la “agenda globalista”. Habló en un tono criminalizador y estigmatizante de la migración africana y musulmana a Europa.
Por parte de México, el guadalupano Eduardo Verástegui no tuvo espacio para una ponencia (quizá por no haber logrado juntar las firmas necesarias para ser candidato a presidente), sin embargo, sí tuvo una entrevista donde le preguntaron sobre el “éxito” de su película “Sounds of freedom”, donde se busca abordar el tema de la trata de niños para la explotación sexual, donde el héroe es el policía cristiano.
Habló también de su proyecto político planteando que iba a buscar apelar el no haber juntado las firmas ante el Instituto Nacional Electoral (INE) y anunciando que para el año 2025 buscará registrar su partido ultraderechista “Viva México”. Verástegui mantiene el mismo discurso “outsider” que sus pares en otros países, acusando a López Obrador de “comunista” y a la oposición derechista del PRIAN de mantener la agenda 2030 y de ser corrupta.
La asistencia de los referentes ultraderechistas de Latinoamérica, muestra el intento del partido Republicano de atraer a votantes latinos (tradicionalmente demócratas) de cara a las próximas elecciones presidenciales.
Por su parte, Steve Bannon, referente ideológico de esta “nueva derecha”, no perdió la oportunidad para acusar de fraude el resultado de la elección presidencial del 2020 en Estados Unidos, llegando a decir que el verdadero presidente de este país era Donald Trump.
El sacerdote católico tradicionalista, el exobispo Joseph Strickland, miembro de la llamada Fraternidad Sacerdotal San Pío X —una congregación internacional de sacerdotes que se opone a la “modernidad” del Concilio Vaticano II defendiendo, entre otras cosas, la necesidad de que la misa se realice en latín, al tiempo que se opone a la libertad religiosa—, fue el encargado de dar un discurso en la cena de gala de la conferencia.
La nueva derecha y la decadencia capitalista
El cuestionamiento a la hegemonía del imperialismo estadounidense trae consigo fenómenos aberrantes. El crecimiento de la ultraderecha, significa el crecimiento de políticos defensores de la profundización de las desigualdades sociales, que luchan por poder expresar abiertamente posiciones racistas, misóginas y xenófobas. La ultraderecha de hoy, además, siendo defensora del capitalismo más salvaje, niega que exista el cambio climático para que los grandes empresarios ecocidas puedan destruir libremente bosques y selvas.
Ante el fracaso de los partidos y fuerzas políticas moderadas y progresistas para poder hacer frente a una sociedad que atraviesa múltiples crisis, emergen candidatos que buscan revivir los más atrasados prejuicios conservadores, apelando “al pueblo” y a la nación, en contra de supuestas élites que controlan el poder político y mediático con teorías de la conspiración como “el gran reemplazo” (de blancos por negros y morenos) o “QAnon”, hablando contra el “marxismo cultural” que estaría “destruyendo" a la sociedad cristiana occidental.
Un discurso en el que encontramos puntos de conexión con las teorías de la conspiración que difundió el Partido Nazi en Alemania. Por su parte, el ascenso de China se muestra como una preocupación ante estos “defensores de occidente” y de “la libertad”.
El miedo al socialismo
Según los reaccionarios reunidos en la CPAC 2024, el capitalismo está en peligro por el avance del socialismo (?); están convencidos de que la lucha por los derechos más elementales a las mujeres, a los pueblos indígenas, a los migrantes o a las diversidades, es parte de una conspiración que busca terminar con la propiedad privada.
Lo que ocultan estos retrógradas es que la lucha por el socialismo, es decir, la lucha por terminar con el capitalismo y reorganizar la economía en función de los intereses sociales, enfrentando al estado burgués y sus políticos, es una lucha viva que puede tomar fuerza en el marco de las profundas crisis que atraviesa la humanidad.
Temen que la clase trabajadora levante cabeza mientras defienden una agenda reaccionaria en toda línea, liberal en lo económico (aunque defendiendo los intereses imperialistas con medidas proteccionistas) y conservadora (con un olor a fascismo) en lo político, que restringe todas las libertades democráticas.
Ante el avance de estas posiciones, es fundamental construir una agenda integralmente liberadora, que termine con los privilegios de clase, de raza o género organizando una fuerza política capaz de poner a la clase trabajadora de pie. Ante la derecha desembozada, urge construir una izquierda revolucionaria que les haga frente y se prepare para derrotarlos.