Dentro de los temas que tocó la presidenta Claudia Sheinbaum en su conferencia mañanera de este 4 de febrero, habló sobre la designación de los llamados “cárteles” como organizaciones terroristas por parte del gobierno de Canadá, medida que Justin Trudeau, primer ministro canadiense, acató como parte de sus compromisos con el presidente del imperialismo yankee Donald Trump.
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La Izquierda Diario México @LaIzqDiarioMX
Martes 4 de febrero
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Al respecto, la mandataria mexicana comentó:
“Nosotros creemos que catalogarlos como grupos terroristas no ayuda, por diversas razones, que las puede exponer el propio secretario de la Defensa o el secretario de Seguridad. No ayudan a la colaboración del combate. ¿Qué va a pasar con las armadoras que arman estos grupos? (…) No ayuda, hay muchas otras formas de colaboración en el marco de nuestras soberanías para ayudar a la crisis de fentanilo”.
De igual forma la presidenta fue cuestionada en torno al avión militar espía estadounidense Boeing RC-135V Rivet Joint que a través de la plataforma FlightRadar24 fue visto sobrevolando el Mar de Cortés, entre Sinaloa, Sonora y Baja California Sur.
La aeronave, según comunicó la Secretaría de la Defensa Nacional, fue detectada desde las 13 hrs a 83 kms al suroeste de Cabo San Lucas Baja California Sur, mientras entraba al Mar de Cortés desde el Océano Pacífico. El avión militar estuvo sobrevolando las aguas durante más de 5 horas; para las 6 pm (hora del centro del país) el avión militar yankee pasó en paralelo al puerto de Guaymas, Sonora, manteniéndose siempre sobre el mar.
De ahí volvió al sur sobre el Océano Pacífico a la altura de Culiacán, Sinaloa, girando hacia el este para rodear el extremo sureño de Baja California Sur y de ahí partir rumbo al norte, probablemente a California, Estados Unidos. La aeronave dejó de ser detectada cuando estaba casi frente a Puerto Chale, Baja California Sur, alrededor de las 19:30 hrs.
Según el portal Air Force, el modelo de aviones militares RC-135V Rivet Joint, ha participado en operaciones de apoyo en Vietnam, en Panamá con la Operación Causa Justa y el Sudoeste de Asia para las operaciones Escudo del Desierto y Tormenta del Desierto, en Irak.
“Las modificaciones del Rivet Joint están relacionadas -dice el mencionado portal- principalmente con su conjunto de sensores a bordo, que permite a la tripulación de la misión detectar, identificar y geolocalizar señales en todo el espectro electromagnético. La tripulación de la misión puede luego enviar la información recopilada en una variedad de formatos a una amplia gama de agentes a través del amplio sistema de comunicaciones”.
Según una publicación que compartió el periodista Julio Astillero en su cuenta de X (twitter), este vuelo cerca de Sinaloa es un hecho “prácticamente inédito”.
Por su parte Sheinbaum minimizó el suceso, diciendo que en ningún momento se violó el espacio aéreo mexicano, aunque no aclaró si ese tipo de vuelos con aviones espías se han realizado en el pasado.
El hecho llamó la atención, precisamente, porque se da en el contexto de la probable designación de los llamados “cárteles” como organizaciones terroristas extranjeras por parte del gobierno estadounidense. Probable, en tanto Donald Trump firmó la orden ejecutiva para tal fin, pero aún falta el visto bueno del Departamento de Estado y su Oficina de Contraterrorismo, lo cual se anunciará en estas fechas, tras cumplirse 14 días de la firma del documento mencionado.
De momento, con sus amenazas arancelarias a Canadá y México, Donald Trump ha logrado por parte de este último país, la movilización de 10 mil guardias nacionales más a la frontera norte, que se suman a los más de 50 mil elementos militares que ya están en las entidades fronterizas persiguiendo y atacando a migrantes, mientras que, respecto al primer país, ha logrado que este refuerce su perspectiva policíaco-militar de supuesto combate a la producción y tráfico de fentanilo, planteando la figura de un zar antidrogas.
La subordinación al imperialismo yankee es más que evidente.
El mantenimiento de estas perspectivas securitarias es altamente redituable para la industria armamentista yankee, que tiene excelentes relaciones con Trump a través de la Asociación Nacional del Rifle, cuyos distribuidores terminan enriqueciéndose armando a las organizaciones a las que han designado como terroristas. Es un gran negocio que sacrifica las vidas de las masas de trabajadores, sectores populares y comunidades indígenas.