Nació en Barcelona el 6 de septiembre de 1921. Su libro “Nada” retrató la falta de expectativas de los jóvenes en el gris franquismo, cargado de violencia. Años de la posguerra, fueron pocas las voces literarias que se elevaron, de esta forma, sobre el silencio y menos aún las de las mujeres.
Lunes 6 de septiembre de 2021 00:06
En 1945, en un contexto poco favorable en el que una muchacha de veintitrés años en España, sorprendió a todos con su primera novela, que pasaría a la historia de la literatura española y universal. Nada fue un aldabonazo para la Primera generación de postguerra y un éxito de crítica y de público que catapultó a Laforet muy joven a la fama literaria.
La dictadura franquista abarcó un período de varias décadas que finalizó con la muerte de Franco el 20 de noviembre de 1975. Todos esos años fueron oscuros para el pueblo, desde ese lugar escribe Carmen.
Algunos dicen que estaba extinguido el fulgor de la Generación del 27 y que con un gran número de escritores víctimas de la guerra o en el doloroso exilio, la generación de posguerra, las letras peleaban por un nuevo lugar.
La primer novela
“El brillo del diablo, de que me había hablado Angustias, aparecía empobrecido y chillón, en una gran abundancia de carteles con retratos de bailarinas y bailadores. Parecían las puertas de los cabarets con atracciones, barracas de feria. La música aturdía en oleadas agrias” así describe alguna de las calles principales de la ciudad.
Como un trasunto de su propia vida, la novela sigue el itinerario de la joven Andrea, que, a fines de 1939, llega a Barcelona, cargada de ilusiones y dispuesta a emprender sus estudios universitarios. Pero sus ansias juveniles chocan con la sociedad oscura, cargado de violencia, que comienza por parte de sus familiares que la acogen en su casa. Conmueve cada palabra y mirada intimidante de sus tíos desde el momento en el que la mujer arriba al lugar.
Carmen, que había nacido en Barcelona el 6 de septiembre de 1921, a los 18 años, justo al acabar la guerra civil española volvió a esa ciudad a casa de sus abuelos que vivían en la misma calle Aribau donde ella había nacido. Allí empezó a estudiar la carrera de Filosofía y Letras. Tres años más tarde se trasladó a Madrid donde en unos meses escribiría Nada que, aunque no es una novela estrictamente autobiográfica, es el fruto de sus experiencias en esos años.
La felicidad de su infancia, transcurrida en la isla de Gran Canaria, quedaba lejos de la realidad del país que descubrió en Barcelona. “Aunque es muy difícil escribir una autobiografía en pocas líneas –y, en realidad, también en muchas-, quiero daros aquí alguna idea de mi propia vida personal antes de que leáis las anotaciones hechas por mí delante de cada uno de mis libros explicando su cronología respecto a mi vida y aquello que me inspiró el deseo de hacerlos” cuenta sus primeros años, antes de la publicación de su novela Nada ( Mis páginas mejores).
Carmen y sus hijos
Expresar lo femenino
Publicó otras excelentes novelas: en 1952 apareció La isla y los demonios, que tiene como protagonista a una adolescente, Marta Camino, basándose en su propia experiencia juvenil en Las Palmas de Gran Canaria. La mujer nueva (1955) narra la aventura espiritual de la protagonista y su conversión al catolicismo. En 1963 publicó La insolación. Esta última novela formaba parte de una triología Tres pasos fuera del tiempo que no llegó a completarse. El segundo tomo Al volver la esquina, que ella no se había decidido a publicar, se editó póstumamente en el año 2004.
Escribió además, siete novelas cortas, veintidós cuentos, narraciones de viaje e innumerables artículos para periódicos y revistas. Se casó en 1946 con el periodista y crítico literario Manuel Cerezales con el que tuvo cinco hijos y se separó en 1970. En 2003 se publicó Puedo contar contigo, que contiene la relación epistolar entre Carmen Laforet y el escritor Ramón J. Sender, un total de 76 cartas en las que la escritora le cuenta sobre su vida familiar, los hijos, sus dificultades de ser y escribir como mujer, la inseguridad frente a su obra de la que se muestra muy crítica.
Lentamente se fue distanciando de la vida pública, proceso acelerado por su enfermedad degenerativa que afectaba a la memoria y que la dejó sin habla en los últimos años de su vida. Murió en Madrid el 28 de febrero de 2004. En 2009 su hija, Cristina Cerezales publicó el libro Música Blanca en el que, en un diálogo sin palabras con su madre, emprende un recorrido por los senderos de la memoria en el que abundan detalles reveladores que permiten entender en profundidad su vida y su obra.
Aunque a simple vista sus historias son intimistas, hay en ellas una profunda reflexión sobre la política y las injusticias sociales, así como también una clara perspectiva de género.
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