El próximo 12 de mayo se celebran las elecciones catalanas y Carles Puigdemont lucha para ser el protagonista de la campaña con fuertes declaraciones, la última, aceptar votos de la extrema derecha catalana para ser investido presidente.
Miércoles 10 de abril
l candidato de Junts, el exiliado Carles Puigdemont, quiere ser presidente de la Generalitat de nuevo cueste lo que cueste. Como ya está pregonando las últimas semanas volverá si o si (o esto dice) al debate de investidura, aunque la amnistía se haga efectiva antes.
Este hecho es relevante, puesto que dice que no volverá en clave electoral sino para al debate de investidura, junto con sus declaraciones de dejar la política si no es investido de nuevo presidente de la Generalitat hace pensar que quiere marcarse un Tarradellas y salir al balcón del Palau de la Generalitat en la Plaça Sant Jaume para decir: "Ciutadans de Catalunya, ja soc aquí".
Pero toda esta aura de épica esconde la idea de Puigdemont y Junts que el fin justifica los medios. Esta idea maquiavélica del expresidente depende de aceptar todos los votos disponibles en el bando independentista que necesite. En el sector independentista con posibilidades de sacar representación aparecen dos nuevos actores: Alhora de Clara Ponsatí y Aliança catalana de Sílvia Orriols.
Puigdemont no es tanca a no acceptar els vots d'Orriols i Aliança per ser investit, "hi ha gent que vota opcions diferents però que coincideix amb nosaltres en altres idees"
La dreta sempre tira a la dreta.. pic.twitter.com/yP487SKPIV— Xavi (@xsalvia3) April 9, 2024
De ser investido gracias a la CUP a pedir el voto de la extrema derecha catalana, este es el giro de Junts para las próximas elecciones, de hecho ya estamos viendo un viraje a la derecha en cuestión migratoria en los discursos por parte de Junts por justamente no tener que depender de los votos del partido xenófobo de Orriols.
Sílvia Orriols rompió con el FNC durante la pandemia porque decía que el partido estaba siendo tibio en muchos aspectos con el gobierno de la Generalitat, en aquel momento ERC y Junts. La ruptura con el partido hizo que creara Aliança Catalana y su regidora en Ripoll se convirtió en alcaldesa en las pasadas elecciones municipales.
Posición que ha utilizado para aplicar una normativa y un discurso profundamente racista y reaccionario, prohibiendo actos como el de las OJS y declarándose la salvadora de la independencia y de Cataluña (para los catalanes con ocho apellidos catalanes está claro) y ahora las encuestas dicen que podrá entrar en el Parlament y, por lo tanto, podría ser la clave por la investidura de un gobierno independentista.
❗CONTRA ELS SEUS ATACS, LA NOSTRA RESPOSTA❗
Davant l'ascens del feixisme i la seva barbàrie el jovent comunista plantem cara.
Cal combatre tot atac cap a la nostra classe. Avui a Ripoll, demà arreu.
RESPONGUEM COM A CLASSE! pic.twitter.com/sj11LsR8RE
— Organització Juvenil Socialista de Catalunya (@OJS_CAT) February 9, 2024
En este contexto, con un PSC líder en las encuestas todavía y la subdivisión en cinco partidos del sector independentista, Puigdemont deja entrever que aceptaría los votos de aquellas candidaturas con ideas diferentes pero cuestiones en común. Esto puede hacer que Cataluña tenga antes un gobierno de la extrema derecha que la independencia.
La derecha catalana vuelve a mostrar su careta después de todo el procés y del intento de blanqueamiento dado por el apoyo parlamentario de la CUP.
Esta visión nacional-patriótica ya la vimos durante los años del procés, donde por ejemplo, el 1 de octubre las personas migrantes, atrapadas en la telaraña racista de la ley de extranjería, no pudieron votar. Tampoco su ley de transitoriedad contemplaba la eliminación de esta y otras leyes racistas, lo que hacía que en el hipotético proceso constituyente de la República catalana, las personas migrantes tampoco habrían podido participar.
O su relato sobre el proceso de independencia que se llevaría a cabo con "catalanes de verdad", como dejó caer en unas declaraciones Turull en enero, reforzando el discurso xenófobo de integración" que implica que para poder tener derechos en una sociedad tienes que adoptar todos sus valor y perder tus particularidades identitarias.
Sin olvidar su petición de gestión de la migración por parte de la Generalitat durante las negociaciones con el Gobierno español, en parte, para luchar "contra los delincuentes multirreincidentes", estableciendo así una relación directa entre inmigración y delincuencia.
Por lo tanto, estas declaraciones de Carles Puigdemont, defensor, por otro lado, del Estado sionista de Israel que está llevando a cabo un genocidio en Gaza, no pueden sorprender a nadie. Más allá de si la aritmética que salga de las urnas los hace compañeros de viaje o no, Puigdemont tiene razón cuando dice "hay gente que vota opciones diferentes, pero que coincide con nosotros en otras ideas". Concretamente al ser unos racistas y xenófobos.
Pero como ya hemos expuesto en multitudes de ocasiones en este diario, la independencia no la llevará ni Puigdemont ni Orriols, solo hay una fuerza capaz de llevar el movimiento democrático catalán hasta el final.
Esta fuerza no es más que la clase trabajadora, los sectores populares y la juventud con alianzas con el resto del Estado. Como bien vimos durante el proceso no hay independencia con la burguesía. La fuerza tiene que ser organizada desde la base, en cada barrio, centro de estudios y de trabajo, para volver al espíritu de la lucha de Urquinaona y volver a hacer frente a la gene y al gobierno del Estado en contra de su represión.