Se trata de Renato Rasguido, denunciado hace 10 años por abusar de un menor de edad. Es el segundo sacerdote condenado en la provincia, gracias a la lucha incansable de los sobrevivientes, sus familias y organizaciones solidarias.
Valeria Jasper @ValeriaMachluk
Miércoles 3 de abril 19:39
Foto: La unión digital
Este miércoles, los jueces de la Cámara Penal N°2 de Catamarca condenaron a Renato Rasgido por abuso sexual contra un menor de edad; hechos que sucedieron en la ciudad de Andalgalá. Así, Rasguido se convierte en el segundo sacerdote en ser condenado por abusos sexuales en la provincia, luego de Juan de Dios Gutiérrez.
Los jueces Miguel Ángel Lozano Gilyam, Silvio Martoccia y Mauricio Navarro Foressi, por unanimidad, sentenciaron al sacerdote a 15 años de prisión por dos delitos de “abuso sexual simple agravado" y dos delitos “abuso sexual con acceso carnal vía anal” ambos agravado por ser ministro de un culto reconocido. Rasgido fue absuelto por el beneficio de la duda por hechos de corrupción de menores.
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Tanto la fiscalía como la querella habían pedido 24 años de prisión efectiva y la inmediata detención para el sacerdote. Hasta que la sentencia quede firme, no irá a la cárcel.
El caso de Renato Rasguido fue el primero de abuso sexual eclesiástico judicializado en la provincia norteña. Los hechos salieron a la luz en marzo de 2014, cuando una mujer de Andalgalá denunció que el párroco de la ciudad había ultrajado en varias oportunidades a su hijo de 13 años. Cuatro veces la causa fue elevada a juicio, lo que muestra la impunidad eclesiástica que persiste, gracias a un Poder Judicial cómplice.
Los abusos denunciados por la víctima, quien declaró a través de la cámara Gesell dando detalles de los ultrajes sufridos, fueron corroborados por informes psicológicos y médicos, y por testigos que ubicaron al acusado en el lugar y el tiempo en que ocurrieron los crímenes sexuales. Esto fue determinante ante los argumentos de la defensa que intentó sostener que el cura no estuvo en Andalgalá los días en los que se habrían cometido los abusos.
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Al salir del recinto, su denunciante, con la voz quebrada de emoción y tras años de lucha contra el silencio y la negacion de una jerarquía eclesiástica cómplice, dijo: "Hoy espero que los sobrevivientes que sufrieron abusos por este diablo y no pudieron hacer la denuncia, pero hablaron conmigo; esto va por ellos, que signifique un alivio".
“Hoy, con 25 años, pude mirarle la cara. Cuando tenía 12 años se aprovechó de mí, de mi niñez. Hoy puedo decir que soy más grande y pude enfrentarlo y le gané la pulseada”, sentenció.
A pesar de la revictimización que sufren los y las denunciantes con las dilaciones judiciales y la afrenta que lleva adelante la jerarquía católica en defensa de sus criminales, son cada vez más las víctimas que se animan a dar pelea en todo el mundo contra una institución colmada de delincuentes sexuales y cuyo jefe máximo es el principal encubridor.