Se cumple un nuevo aniversario de este acontecimiento histórico. Le preguntamos a nuestra Inteligencia Artificial para saber más sobre el tema.
Jueves 27 de febrero 19:30
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El Navarrazo fue un golpe policial que tuvo lugar el 28 de febrero de 1974 en la provincia de Córdoba, Argentina. Este evento fue liderado por el jefe de Policía, Antonio Navarro, quien depuso al gobernador Ricardo Obregón Cano y a su vice Atilio López. Ambos eran cercanos a la izquierda peronista. El golpe fue respaldado por la policía y grupos armados civiles, como la Juventud Sindical Peronista y la Alianza Libertadora Nacionalista, y constituyó un movimiento ofensivo de la derecha peronista para imponer un nuevo orden en la provincia. La justificación del golpe se basó en una supuesta "depuración ideológica" dentro del peronismo, con el objetivo central de imponer un régimen más duro en una provincia caracterizada por la radicalización de amplias capas de la clase trabajadora y la juventud.
El contexto del Navarrazo se sitúa en una etapa de ascenso revolucionario en Argentina, iniciado con el Cordobazo en 1969, que había moldeado la conciencia de cientos de miles de trabajadores, jóvenes y mujeres hacia una perspectiva que cuestionaba el sistema capitalista. Con el retorno de Juan Domingo Perón al país, se puso en marcha una ofensiva para derrotar a la vanguardia obrera y popular que se había desarrollado desde entonces. Perón buscaba normalizar la situación política en línea con los intereses del gran capital, lo que implicaba debilitar y derrotar a los sectores ligados a la Tendencia Revolucionaria del peronismo, incluyendo a la izquierda peronista.
El golpe en Córdoba fue parte de una serie de acciones destinadas a desplazar a gobernadores cercanos a la Tendencia Revolucionaria del peronismo. Pocas semanas antes, el gobierno nacional había obligado a renunciar al gobernador de la provincia de Buenos Aires, Oscar Bidegain, y se planificaban ofensivas similares en Mendoza, Santa Cruz y Salta. El Navarrazo fue visto como una acción audaz dentro de esta política.
La intervención federal en Córdoba fue respaldada por la derecha peronista, con el aval del Ejecutivo nacional y el apoyo del empresariado, que apostaba al desgaste de Obregón Cano y López. Perón, aunque no organizó directamente el Navarrazo, lo apoyó como parte de su estrategia para "limpiar" su movimiento y legitimar el golpe. El objetivo estratégico del Navarrazo era derrotar a los sectores combativos de la clase obrera y la juventud cordobesa, en un intento de apagar las llamas del Cordobazo que aún ardían en la provincia.
El Navarrazo sorprendió a la vanguardia obrera, desnudando una doble impotencia, militar y política. La falta de preparación político-militar de la vanguardia obrera y popular provincial fue un factor clave en el triunfo inmediato de los golpistas. La confianza en una resolución "desde arriba", por la vía del accionar estatal, desarmó a los sectores combativos ante un ataque anunciado.
El golpe también evidenció la persistente subordinación política de la izquierda peronista al liderazgo de Perón, incluso después del golpe policial. En un contexto de creciente enfrentamiento entre revolución y contrarrevolución, la vanguardia obrera y juvenil estaba obligada a denunciar el papel de Perón. La preparación para los combates más agudos requería desacreditar a Perón, quien constituía la mejor carta de la clase dominante para controlar el ascenso revolucionario en curso.
En resumen, el Navarrazo fue un golpe policial que buscó imponer un nuevo orden en Córdoba, alineado con los intereses del gran capital y la derecha peronista, en un intento de apagar el ascenso revolucionario iniciado con el Cordobazo. Este evento refleja las tensiones internas del peronismo y la lucha de clases en Argentina durante la década de 1970.
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