La decisión fue llevada adelante por Vanina Debloc, a cargo de la conducción de La Zona Sanitaria Metropolitana dependiente del Ministerio de Salud, y Marina Alonso, coordinadora zonal de Salud Mental del área. Mientras Milei aplica licuadora y motosierra el gobierno de Figueroa avanza con la topadora por los espacios de atención a personas con padecimientos subjetivos y adicciones.
Miércoles 22 de mayo 10:54
El viernes 17 de mayo se consumó el cierre definitivo del Centro de Día zona Oeste (CDO) de la capital neuquina, donde los trabajadores y trabajadoras fueron reasignadas a otros dispositivos. Asimismo los centros de día Este y Centro pasaron a pertenecer a los hospitales Castro Rendón y Bouquet Roldán, de esta forma se produce un retroceso al perder autonomía de estos dispositivos.
Los centros de día de la provincia del Neuquén se crearon en el marco de implementación de la Ley de Salud Mental hace 10 años. Funcionaban en red con los hospitales de cada zona y centros de salud, para atender la demanda de salud mental y adicciones. En la práctica cotidiana atienden a sujetos que comparten desafección, desarraigo, desvinculación social, sujetos que han perdido ya toda referencia simbólica producto del consumo y padecimientos subjetivos.
El cierre del Centro de Día se produjo apelando a tácticas de manipulación y violencia psicológica por algunas autoridades y coordinadores de salud pública para ejercer poder y control sobre los empleados. Una historia de lucha de más de 10 años por parte de los trabajadores, que se quedaron hasta el último momento resguardando los materiales que fueron parte de las actividades cotidianas.
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Crónica de un cierre anunciado
Nos parece importante graficar paso a paso cómo se llevó adelante este plan. El 1 de febrero se produce una reunión entre la coordinadora zonal de Salud Mental del Área Metropolitana Marina Alonso, representantes de ATE, trabajadores del Centro de Día Oeste (CDO) y zona Centro (CDC), donde se iba a definir la situación edilicia de ambos centros. En dicha reunión se labro un acta-convenio donde se definió que el CDO se iba a instalar en una casa ubicada en calle Juan B. Justo y el CDC se ubicaría en otra situada en calle Martín Fierro, hasta que esté en condiciones el lugar donde quedarían definitivamente.
Al día siguiente el CDO se muda de la comisión vecinal donde se encontraban trabajando, alternando la atención entre el edificio del Centro de Día Este (CDE), sus casas y otros lugares prestados, mientras se alistaba el lugar donde quedaría instalado según el acta acuerdo. El 20 de marzo se mudan finalmente a la calle Juan B. Justo, como se había acordado y firmado el 1 de febrero. En ese lugar quedarían por un año.
El 30 de abril Alonso les informa que se tienen que mudar a otra comisión vecinal. A lo que las trabajadoras se niegan debido a que ya habían logrado poner el espacio en condiciones para retomar las actividades con los usuarios, además este cambio significaría volver a lugares prestados, que fue el punto de partida de los reclamos. Para entonces el desgaste de las compañeras era grande, vivían en una constante incertidumbre y maltrato por parte de las autoridades de la Zona Metropolitana.
Finalmente el lunes 13 de mayo se concreta una reunión donde participaron Marina Alonso, Marcelo Pizzarro (asesor del ministro de salud Regueiro), ATE y los CDO y CDC (quienes llevaban un reclamo por que el lugar donde se trasladaron no estaba en condiciones dignas para la atención). Para ese entonces parte del equipo del centro de día oeste, cansado de este maltrato, habían pedido el pase a otros dispositivos de atención. Las autoridades habían logrado fragmentar al equipo y puesto en jaque a las compañeras que continuaban sosteniendo el CDO, a quienes, ante la angustia de ver este desenlace, las obligaron a tomar la misma decisión que sus compañeras. Fue la herida de muerte para el Centro de Día Oeste.
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“El centro de día quedó guardado en una habitación”. Fueron las palabras de una compañera indignada por la situación. No conformes con el maltrato al que fueron sometidas las trabajadoras, la coordinación de salud mental de la zona metropolitana, a cargo de Marina Alonso, les pidió que vuelvan al día siguiente a cumplir horario en el espacio que alguna vez fue su lugar de trabajo. Un cinismo pocas veces visto. No cumplió la promesa de cuidar la salud mental de los trabajadores, pero si cumplió con el ajuste de Figueroa.
“La zona metropolitana debiera trabajar incansablemente en buscar, ordenar, articular y distribuir los recursos humanos y materiales para el mejoramiento de los servicios de salud brindados hacia la comunidad”, remarcaron los ex trabajadores del Centro, donde al día de hoy algunos no han sido reasignados a los sectores que exigieron para continuar con sus labores y padecen las consecuencias físicas y psicológicas del maltrato propinado. Llamamos a estar alertas de cualquier situación de persecución por parte de las autoridades.
Esto sienta un precedente nefasto, en un contexto nacional de ajuste y despidos, y nos llama a los trabajadores de la salud a construir la más amplia unidad para defender nuestros derechos laborales y el de los usuarios. Ni un paso atrás.