Clara Zetkin fue una destacada socialista internacionalista, camarada y amiga de Rosa Luxemburg y la más grande organizadora de las mujeres obreras y socialistas de su tiempo.
Lucía Nistal @Lucia_Nistal
Viernes 26 de agosto de 2016
Clara Eissner, que ha pasado a la historia como Clara Zetkin, nació el 5 de julio de 1857 en Sajonia, dentro del por entonces Imperio Alemán. De los diecisiete a los veintiún años cursó estudios de magisterio en Leipzig, momento en el que entró en contacto con un grupo de estudiantes emigrados rusos, entre los cuales se halla el revolucionario ruso Ossip Zetkin, afiliado a la socialdemocracia alemana.
En 1875, en un clima de brutal represión del movimiento obrero, el Partido Socialdemócrata Obrero de Alemania (SDAP) dirigido por Bebel y Liebknecht y la Asociación General de Obreros de Alemania (ADAV) de Lasalle se unifican en un solo partido, el Partido Socialista Obrero de Alemania (SADP), que en 1891 adoptaría el nombre de Partido Socialdemócrata Alemán (SPD). Pero solo tres años después de la unificación, en 1878, Bismarck prohíbe cualquier actividad socialista con una ley que se mantendrá en vigor durante doce años, algo que inevitablemente afectará a la joven revolucionaria.
En 1880 Zetkin se exilia, pasando por Austria para trasladarse dos años después a Zurich, donde entra en contacto con un grupo de refugiados rusos capitaneados por Plejanov y Vera Zassulich. Hay que tener en cuenta que en esa época Zurich era el “centro de maniobras” de la socialdemocracia alemana, el lugar desde el que Bernstein y otros camaradas redactaban el Sozialdemokrat, órgano del partido, de manera que Clara Zetkin tiene la oportunidad de colaborar con la organización que se encarga de pasar el periódico de contrabando a Alemania.
En noviembre de ese mismo año, Clara continúa su exilio en París donde se casa con Ossip Zetkin. En la capital francesa continúa llevando una intensa vida política de formación, discusión y participando en las manifestaciones de los obreros de la ciudad.
En 1890, después de revocarse la ley contra la actividad socialista, al fin puede volver a Alemania y un año después funda la revista La Igualdad (Die Gleichheit), que dirigió hasta 1917 y que desde 1907 es el órgano oficial de la Internacional de Mujeres Socialistas. En esta publicación, Zetkin propone crear núcleos de mujeres que participaran en la vida y actividad del partido, pero manteniendo su autonomía y para 1913 tiene cerca de 140.000 lectoras. Además, en muchas ocasiones defendía desde esta publicación ideas contrarias a las de la línea cada vez más reformista de su partido, como la oposición a la guerra imperialista.
Es precisamente el voto a favor del SPD sobre los créditos de guerra el que desencadena la creación del grupo de oposición Grupo Internacional (impulsado por Luxemburg, Liebknecht y la propia Zetkin), que más tarde será la Liga Espartaquista y que en 1918 se adhiere al Comintern y pasa a ser el PCA (KPD). Clara Zetkin lo representa en el parlamento de 1920 a 1932. El 30 de agosto de 1932, en su última intervención antes del exilio, Clara Zetkin, con muy mal estado de salud, habla el día de apertura del Reichstag llamando a la unidad del proletariado contra el avance del nacionalsocialismo. En el 33 se exilia a la URRS y el 20 de junio de ese mismo año, a la edad de 76, Clara Zetkin muere en un sanatorio cerca de Moscú.
El papel fundamental de Clara Zetkin en la II y en la III Internacional
Clara Zetkin contribuyó al desarrollo del Congreso de fundación de la II Internacional de 1889 a través de sus numerosos artículos en la prensa socialista alemana, pero también de una manera más directa por medio de su participación como corresponsal del órgano de prensa del partido, el Sozialdemokrat, y como delegada de las mujeres socialistas de Berlín. Es entonces cuando comienza su actividad organizadora de la internacional del movimiento femenino proletario. Hasta el estallido de la primera guerra mundial, Clara Zetkin participará en cada congreso de la II Internacional como una de sus principales protagonistas dándole presencia tanto a los derechos de la mujer como a la lucha de clases contra el reformismo de la socialdemocracia. Sin embargo, tras el giro imperialista socialdemócrata Clara Zetkin dedicará duras palabras al destino de la II Internacional.
“La II Internacional llegó incluso a sacrificar el derecho y los intereses de las mujeres cuando renunció a movilizar los proletarios de todos los países en la lucha revolucionaria internacional contra el imperialismo capitalista, contra el sistema capitalista, bendiciendo en cambio la conciliación entre explotadores y explotados en los ejércitos nacionales que el imperialismo lanzó uno contra otro -en una guerra fratricida y suicida para la clase obrera- para satisfacer su sed de ganancia y el ansia de poder mundial del capitalismo.”
Estas líneas son parte de su aportación para el II Congreso de la III Internacional (1920), y es que Clara Zetkin también fue una figura clave de la Internacional Comunista. Desde 1921 formó parte del Comité Ejecutivo y del Presidium de la organización y en 1924 pasó a presidir el Socorro Rojo Internacional (la organización mundial de la Internacional Comunista de asistencia a las víctimas de la reacción y del fascismo).
Su lucha contra el reformismo y la guerra imperialista
Gran parte de la lucha política de Clara Zetkin corresponde a su batalla contra el reformismo del que fue su partido, el SPD.
Ya en 1898, en el congreso del partido celebrado en Stuttgart, Zetkin y Rosa Luxemburg se oponen al reformismo de Bernstein. En el congreso del año siguiente en Hannover, donde tiene lugar el gran debate de reforma o revolución en el que Bebel se enfrenta con Bernstein, ambas revolucionarias mantienen una posición firme contra el creciente reformismo del partido. Además, Luxemburg ya había publicado su archiconocido texto antirreformista Reforma o Revolución y Zetkin había defendido su posición desde Die Gleichheit con duras críticas al reformismo y ataques directos a la posición de Bernstein y “otros oportunistas” de los que dice:
“La enorme cantidad de trabajo cotidiano que la socialdemocracia debe dedicar a las reformas impide, en estos camaradas, la visión de las grandes líneas del desarrollo histórico, hace desaparecer en la niebla del futuro el objetivo final socialista y revolucionario, confiriendo a las pequeñas reformas, realizadas o por realizar, un peso preponderante.”
Años después, pero siguiendo esta línea de creciente reformismo, como decíamos, el SPD vota a favor de los créditos de guerra alineándose con la burguesía alemana y embarcándose en la brutal 1GM, lo cual supuso el abandono de principios fundamentales del partido socialdemócrata y fue respondida por Zetkin con actividades dirigidas a detener la guerra imperialista. Tanto Zetkin como Luxemburg pagaron la defensa de sus posiciones antibelicistas con cárcel y exilio.
Una carta dirigida a Heleen Ankersmit (secretaria de las mujeres socialistas de Holanda) del 3 de diciembre de 1914 nos permite acceder con nitidez al análisis de Zetkin sobre la realidad alemana de la época:
El aspecto más grave de la situación en la que nos encontramos es que el imperialismo ha tomado a su servicio todas las fuerzas del proletariado, todas las organizaciones e instrumentos de batalla que su vanguardia militante había ido construyendo con vistas a la lucha de liberación. El motivo por el cual el imperialismo ha podido hacerlo con toda tranquilidad se encuentra en la actitud de la socialdemocracia, que es culpable, y la principal responsable, ante la Internacional y ante la historia. La aprobación de los créditos de guerra ha dado inicio a un amplio e ignominioso proceso de amordazamiento de la mayoría de la socialdemocracia alemana. Esta mayoría ya no representa un partido de clase, socialista y proletario, sino que es un partido socio-reformista nacionalista, ansioso de anexiones y de conquistas coloniales.
Esta traición de la socialdemocracia las lleva a unirse a Lenin, Trotsky y otros dirigentes de distintos países que rechazan el rumbo de la socialdemocracia y posteriormente forman la III Internacional con el fin de mantener los principios del marxismo revolucionario. Recordemos en este punto que Zetkin desarrolla una amistad con Lenin al que hará una larga entrevista en 1920, Lenin, recuerdos sobre su vida, en el que se ocupan, entre otras cosas, de la organización de las mujeres para la lucha:
En el plano alemán, la traición socialdemócrata de la que hablábamos desembocó en la constitución del Grupo Internacional y de la publicación Die Internationale en abril de 1915, primeros pasos hacia la organización de la izquierda de la socialdemocracia alemana que confluirá en la Liga Spartakus y, más tarde, en el Partido comunista alemán, organización en la que Clara Zetkin, como decíamos, tiene un papel fundamental, si bien su mala salud no le permite participar personalmente en la revolución de noviembre.
La sección femenina del partido socialdemócrata alemán y las Conferencias Internacionales de Mujeres Socialistas
Bajo el régimen imperial, en Alemania, las mujeres, de la misma manera que estudiantes y aprendices, tenían prohibido participar en organizaciones políticas y asistir a reuniones políticas. En 1902 se reforma la ley y las mujeres obtienen su derecho a la actividad política, pero separadas de los hombres. En este contexto y a pesar de la reticencia de muchos hombres socialistas a la participación de las mujeres en el partido, el SPD forma una sección femenina dirigida por Clara Zetkin, si bien hay que recordar que las alemanas no consiguieron el voto hasta 1919.
Otra de las aportaciones fundamentales de Clara Zetkin en la cuestión de las mujeres es la preparación de las Conferencias Internacionales de Mujeres Socialistas, que reúnen a centenares de delegadas de toda Europa.
La primera de ellas tuvo lugar en Stuttgart en 1907, seguida de una segunda en Copenhague en 1910, en las cuales se pronunciaron por el sufragio femenino, mantenimiento de la paz, contra la carestía de vida y los seguros sociales para la mujer y el niño entre otras cuestiones. En el segundo encuentro, Zetkin en representación del SPD junto a Kathy Duncker, propone instaurar un día en homenaje a las mujeres trabajadoras que habían dado su vida por exigir mejores condicionales laborales, uno de los hechos por los que más se recuerda a la revolucionaria hoy en día. La resolución presentada por ambas decía: “Según las organizaciones políticas y sindicales del proletariado, las mujeres socialistas de todas las nacionalidades organizarán en sus respectivos países un día especial de las mujeres, cuyo principal objetivo será promover el derecho a voto de las mujeres. Será necesario debatir esta propuesta con relación a la cuestión de la mujer a partir de la perspectiva socialista. Esta conmemoración deberá tener un carácter internacional y será necesario prepararla con mucho esmero.”
La tercera Conferencia Internacional de mujeres socialistas se convoca en Berna, en marzo de 1915 en un entorno de trabajadoras movilizadas contra la guerra en la mayor parte de los países intervinientes. A esta conferencia van 70 delegadas desde 8 países europeos: alemanas, francesas, inglesas, holandesas, rusas, italianas y suizas. El eje central en esta ocasión es la oposición a la 1GM y la traición de su propio partido. De aquí sale la famosa consigna “guerra a la guerra”.
En definitiva, a lo largo de toda su vida Zetkin denunció la opresión de la mujer trabajadora en el capitalismo y defendió los derechos de las mujeres trabajadoras: igual salario por igual trabajo, derecho a hacer política y a voto “no sólo como derecho natural, sino como derecho social”, contra la hipocresía del matrimonio burgués, a favor de la libre decisión de las mujeres en el aborto y la anticoncepción, la educación laica y mixta y se ocupó de la cuestión de la propaganda política entre las mujeres.
El pensamiento y las preocupaciones de la revolucionaria Clara Zetkin siguen siendo de rabiosa actualidad, como es el caso de las palabras pronunciadas en el Congreso de Gotha del Partido socialdemócrata alemán el 16 de octubre de 1875 y aún necesarias hoy:
“La lucha de emancipación de la mujer proletaria no puede ser una lucha similar a la que desarrolla la mujer burguesa contra el hombre de su clase; por el contrario, la suya es una lucha que va unida a la del hombre de su clase contra la clase de los capitalistas. (…) El objetivo final de su lucha no es la libre concurrencia con el hombre, sino la conquista del poder político por parte del proletariado. La mujer proletaria combate codo a codo con el hombre de su clase contra la sociedad capitalista. Todo esto no significa que no deba apoyar también las reivindicaciones del movimiento femenino burgués. Pero la consecución de estas reivindicaciones sólo representa para ella el instrumento como medio para un fin, para entrar en lucha con las mismas armas al lado del proletario”.
Lucía Nistal
Madrileña, nacida en 1989. Teórica literaria y comparatista, profesora en la Universidad Autónoma de Madrid. Milita en Pan y Rosas y en la Corriente Revolucionaria de Trabajadores y Trabajadoras (CRT).