Desde el 2023 se reciben 70 casos mensuales de abuso infantil; poca variación en comparación con 2022.
Miércoles 14 de febrero
Los casos de acoso, abuso sexual, tráfico de menores y violencia doméstica aumentan de forma alarmante y cada año supera al anterior. Esto quedó confirmado luego de hacerse públicos los últimos informes presentados por el Sistema Nacional de Seguridad Pública, colocando a Coahuila como la séptima entidad del país con la tasa más amplia de todo México en realción a reportes y denuncias efectuadas por abuso sexual, violencia de género y desapariciones de menores de edad.
Sin embargo, no solo las y los mexicanos son parte de esa estadística, también la comunidad migrante en su paso por la región, que está considerada como una de las más peligrosas en todo el país. Debido a los constantes abusos de las autoridades y el crimen organizado en Coahuila, el territorio presenta una tasa de incidencia de 10.17 casos por dimensión poblacional.
Es decir que, la incidencia de tasa en Coahuila, avanzó dos posiciones en comparación al 2022, según el Sistema Nacional de Seguridad Pública, ya que durante 2023 hubo un incremento en las llamadas al 911 por motivos de abuso sexual.
De acuerdo a la información proporcionada por SESNSP, entre enero y diciembre del 2023 el sistema de emergencias y seguridad reportó 340 llamadas de mujeres que reportaron abuso sexual, violencia de género y/o acoso.
La impunidad crece mientras las vidas se apagan
Según la Fiscalía General del Estado (FGE), en lo que va del 2024 se recibieron 663 denuncias en las diferentes delegaciones, a la comisión de agresiones sexuales en agravio de personas menores de 18 años de edad.
Según estas estadísticas, quienes son más vulnerables a estos monstruosos crímenes son niñas, niños y adolescentes, siendo los principales agresores miembros cercanos a los núcleos familiares, en su mayoría hombres. Cabe señalar que la mayoría de las denuncias corresponde a casos ocurridos en la región Sur y La Laguna, lugar cuyas dinámicas laborales y económicas en ascenso contrastan con el aumento de la violencia de patriarcal y de género, principalmente hacia mujeres e infancias. Esta situación se ha expuesto por años, incluso se ha denunciado también en las escuelas y universidades, con docentes y directivos que son partícipes de estos delitos, pero son intocables para las autoridades y continúan en la impunidad.
Ante esta situación, el gobierno y los organismos que se desprenden han sido responsables de la violencia que se vive, ya que las políticas asistencialistas son victimizantes y no impulsan medidas concretas para sacar de la vulnerabilidad a mujeres e infancias, construyendo refugios y casas para víctimas de violencia, o garantizando su derecho a trabajos bien remunerados. El problema no se atiende desde la raíz, así lo demuestra la unidad especializada que no cuenta con los elementos y recursos suficientes para atender a víctimas menores de 15 años, quienes más padecen esto y siguen estando vulnerables por la facilidad que tienen para acceder a ellos quienes comenten estos crímenes.
La educación sexual integral es un tema que sigue siendo tabú para gran parte de la sociedad lagunera, su ausencia o reducción a temas estrictamente reproductivos o fisiológicos en las escuelas y las familias, dejan a las infancias y adolescencias sin herramientas para prevenir casos de abusos y/o violencias. Y es que la falta de confianza hacia la cercanía familiar, sumado al desconocimiento en cuanto a los peligros que puedan enfrentar dentro y fuera de sus hogares y la impunidad constante ante estos escenarios, asigna a mujeres e infancias en Coahuila el rol de víctimas y mártires que solo pueden recibir justicia a través de los mecanismos punitivos del Estado, que además no resuelven ni disminuyen la indiferencia hacia estos delitos.
No basta con el acompañamiento en todo momento a la mujer, niña, niño y adolescente una vez que ya sufrió algún tipo de violencia, hay que luchar por darles las herramientas desde la educación básica hasta el nivel superior, para el autocuidado y conocimiento de su cuerpo y sexualidad, que les ayuden a identificar y actuar ante posibles situaciones de abuso.
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¡No más abusos, organicémonos para que no haya #NiUnaMenos!
Bajo estas características y condiciones es que, desde hace unos años, ha surgido un movimiento feminista en La Laguna, con una composición mayoritariamente juvenil-estudiantil, donde también participan amas de casa, trabajadoras, maestras, abogadas y profesionistas. Este movimiento progresivo y democrático en una región históricamente conservadora y patriarcal, tiene todo el derecho a cuestionar y confrontar a los gobiernos estatales y federales, por el aumento brutal de la violencia de género y el fracaso de sus políticas públicas para atacar este problema.
Con la fuerza de las mujeres en las calles, en unidad con otros movimientos sociales como el de disidencias LGBT+, estudiantes de la UAdeC y otras escuelas, sindicatos y organizaciones populares, es posible construir una gran fuerza social e independiente, que obligue a las autoridades a construir más y mejores Refugios Especializados para Mujeres, personas LGBT+ e Infancias víctimas de violencia de género, haciendo especial énfasis en la educación y atención para prevenir la violencia.
Nos encontramos en período electoral y no sería descabellado pensar que las propuestas de las candidatas y candidatos de los partidos del régimen busquen convertir nuestras demandas en un botín electoral, más que resolver los problemas de fondo. Pero más allá de sus discursos a favor de las mujeres, no hay recursos suficientes para una mejora sustancial en las condiciones de vida de las millones de mujeres y familias pobres y trabajadoras en la Laguna.
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Coahuila es uno de los estados con un alto índice de desigualdad en el tema de género: la brecha salarial entre hombres y mujeres sigue siendo notable, así como la mayor precariedad laboral, que son diferentes manifestaciones de violencia patriarcal. Los puestos de trabajo con las peores condiciones son ocupados por mujeres, negándose el derecho a una vida digna, la salud, seguridad social, vivienda, acceso a guarderías y licencias de maternidad, salario digno, entre otros.
Es de vital importancia que se garantice el derecho a la vivienda, en particular para las mujeres que padecen violencia en sus hogares, y que las grandes empresas -sobre quienes deberían pesar impuestos progresivos- dejen de diferenciar entre los derechos laborales de mujeres y hombres, y paguen igual salario por igual trabajo.
Nos acercamos nuevamente al 8 de marzo, fecha insignia de la lucha del movimiento de mujeres, por lo que es crucial impulsar la organización de forma independiente, confiando en la fuerza de miles de mujeres en las calles junto a sus compañeros de clase, hasta lograr refugios a cargo del Estado y bajo control de las trabajadoras, así como plenos derechos sociales y laborales, para mejores condiciones de vida.
Invitamos a todas las jóvenes, estudiantes, maestras y trabajadoras de la Laguna, interesadas en estas ideas desde el feminismo socialista, a conocer y formar parte de Pan y Rosas, una agrupación internacional de mujeres y la diversidad sexual que lucha por poner fin a la explotación y opresión que nos ofrece este sistema capitalista y patriarcal.