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SEMANARIO

“Como escritor de ficción, más que propuestas, tengo muchas preguntas”

Entrevista: Peter Rock

LITERATURA
Ilustración: Juan Pablo Martínez Spezza

“Como escritor de ficción, más que propuestas, tengo muchas preguntas”

Celeste Murillo

Ideas de Izquierda

Peter Rock es escritor y profesor universitario. Nació en Salt Lake City (Estados Unidos) y actualmente vive en Oregon. Invitado por la Feria de Editores, Peter Rock pasó por Buenos Aires para presentar sus novelas traducidas al castellano, publicadas por Ediciones Godot, como El ciclo del refugio, Klickitat, Los nadadores nocturnos y Mi abandono. Ideas de Izquierda conversó con el autor.

El escritor y docente universitario estadounidense Peter Rock, de visita en Argentina con motivo de la 12° Feria de Editores (FED), adonde llega con la novela El ciclo del refugio recién traducida al castellano, pieza que imagina la vida actual de dos niños que en los 90 vivieron en el búnker de una conocida secta de Montana que anunciaba el fin del mundo, habló sobre su obra, sus intereses literarios y su gusto por autores como Julio Cortázar, Jorge Luis Borges y Mariana Enríquez.

Peter Rock nació en Salt Lake City, Utah, en 1967 y en Argentina es un secreto a voces. El ciclo del refugio no es su primera obra publicada en el país. Editorial Godot ya hizo llegar primeras traducciones de otros tres libros suyos: Klickitat, Mi abandono y Los nadadores nocturnos. Los dos primeros forman una suerte de cosmogonía sutil con el libro que viene ahora a presentar. El de los nadadores es su primera novela autobiográfica. Sin traducir al castellano tiene aún cerca de una decena de libros más.

Un hilo invisible guía su escritura. La posibilidad de maravillarse, el asombro, la reverencia ante la naturaleza. Un tejido constante, delicado, que pone en cuestión a las sociedades actuales –su consumismo, sus formas de educar, su maneras de apropiarse de la cultura– pero nada de eso puesto en primer plano, ni en segundo; aparecen como hojas de un mismo bosque, señas de un paisaje al que regresa el autor.

Venís a presentar Klickitat, que vuelve sobre algunas ideas de Mi abandono. ¿Ya tenías pensado escribir una segunda parte o simplemente apareció la historia?

Creo que era una idea. A menudo me pasa que escribo algo y después empiezo a hacerme preguntas sobre un personaje o una situación que no exploré, o me encuentro con un libro en el que necesito algo y siento un impulso a incluirlo y después recuerdo que era otra cosa. Para mí, es una forma de reafirmar mi mundo y no es tan importante que los lectores y las lectoras reconozcan esas conexiones. A veces doy un paso hacia atrás y pienso “voy a escribir tres historias que transcurran en el mismo tiempo, en el mismo lugar y quizás se superpongan”. Estaba trabajando en The Bewildered [no está traducido al castellano], y en ese libro contratan a unos chicos para robar cables de cobre del tendido eléctrico y esconden su dinero en Forest Park. En ese momento, salió en el diario un artículo sobre el caso en el que está inspirado Mi abandono. Entonces empecé a incorporarlo, y pensaba “voy a traer a la chica esta novela”. Y ahí estaba, pero era demasiado interesante para que solo esté mirando, era una distracción y terminé sacándola y no sabía qué hacer con ella. Por ejemplo, en Mi abandono hay una escena en la que Caroline [la protagonista] está mirando a una pareja de chicos en un estanque de agua. Es una escena de la otra novela. A veces simplemente es cuestión de ver lo que tenés, lo que escribiste y lo que podés sacar y después es como esas cosas empiezan una combustión espontánea en el cajón y es como empiezan a decir “hacé algo con nosotras”.

Cuando empecé a escribir el libro, investigué, hice un montón de entrevistas, y como no soy un escritor de no ficción, me sentí un poco sobrepasado por la información y pensé que no iba a poder terminarlo. Empecé a pensar por qué estos personajes se juntarían y pensé que quizás podrían estar buscando a la chica y eso me dio confianza. Y el mundo no era solamente esta historia real, sino también mi mundo ficcional y con eso tenía suficiente confianza y poder para viajar a través de él.

En retrospectiva, es fácil o tentador hacer parecer que lo había pensado un montón o que soy muy inteligente. Y en realidad, es mucho más instintivo, “¿y si trato esto? ¿O mejor esto?”, es mucho más una sensación de que es algo que podría pasar. No es que estaba pensando “en quince años voy a estar sentado en Argentina hablando con alguien sobre cómo se me ocurrió esto”.

Foto: Ediciones Godot

Mi abandono está basado en un caso real, pero decías que no escribís no-ficción. ¿Cómo mantenés el equilibrio entre una historia que sucedió realmente y la ficción que surgió en tu imaginación?

Ciertamente, el hecho real es un disparador. Me di cuenta que si estoy escribiendo algo, si siento que soy el escritor que controla las cosas, en general no funciona. Quiero sorprenderme y tiendo a ver la inspiración como una reacción a algo que me da curiosidad. En una historia como la de Mi abandono, sentía curiosidad sobre quiénes eran esas personas, adónde iban, y no tenía una respuesta, entonces decidí escribirla. Puede haber un problema en mi trabajo, que reconozco y lo veo en mis estudiantes también. A veces investigás y encontrás cosas muy interesantes y tenés ganas de compartirlo, pero tenés que resolver cómo sirve a la historia.

En las dos novelas existe una contraposición constante entre naturaleza y cultura, lo salvaje y lo civilizado, ¿por qué te interesa ese choque?

Lo que más me interesa es asombrarme. Creo que el mundo es tan extraño y lo olvidamos, nos rodeamos de ropa, edificios, vehículos para protegernos y para olvidar cuán vulnerables somos, cuán suaves son nuestros cuerpos y cuán incapaces somos para sobrevivir sin todas esas cosas. Creo que una de las cosas que consigue la literatura es recordarnos cuán sorprendente e increíble es estar vivo. Parece algo infantil, pero me lo recuerdo a mí mismo. [Me pregunto] si esto está pasando, si está sucediendo físicamente en este momento. Parece improbable que nosotros, estas criaturas biológicas, hayamos evolucionado de esta forma. Y una parte está relacionada, creo, con la vulnerabilidad, que es algo que realmente me interesa. Si eliminás las cosas que rodean a los seres humanos, la cultura, es una situación que nos incomoda y en esa incomodidad aprendemos algo, y nos preguntamos cuán buenas son todas esas cosas. ¿Cuántas cosas podrías llevar con vos y qué elegirías? Cuando estaba escribiendo Mi abandono, tenía todos los libros de Caroline [la protagonista], el caballo de juguete Randy, su cinta, y era esa persona por un período de tiempo, pero era consciente de que tenía un número limitado de cosas. Hay otra cuestión. Cuando era joven pensaba que había un sinfín de cosas que podía leer o comprender y la verdad es que llegó un momento en mi vida en el que pensé “¿dónde pongo mi energía?”. ¿Qué cosas debería aprender, a qué lugares iría?

En Mi abandono, Padre y Caroline se “disfrazan” para ir a la ciudad, ¿es una forma de decir que las personas no somos quienes somos realmente en la ciudad, no solo por la ropa sino por el comportamiento, todo lo que concedemos, pensando en los términos de Padre?

Creo que es algo muy consciente de su parte y muy inconsciente de la nuestra, gran parte del tiempo. Es una pregunta interesante. Algo que diría es que el disfraz es una gran forma de pensar sobre lo que hablábamos antes; porque tenés que saber quién sos para disfrazarte, saber qué estás intentando esconder de vos. Creo que la naturaleza de vivir en un mundo que nos es familiar o un mundo que está construido, hace que cuando nos disfrazamos no sea solo para los otros sino para nosotros mismos. Para ponernos al descubierto, ver cómo somos en un lugar donde nuestro disfraz está rasgado o es arrancado, cómo somos cuando estamos en una situación vulnerable, es una de las razones por las que escribo. A veces me encuentro frente a situaciones que escribo, y siento que no conocía cómo me sentía al respecto. O preguntarme “¿de dónde vino eso? ¿quién soy?”. Creo que es una pregunta humana fundamental, pero es incómoda porque sugiere que no lo sabemos, por eso los disfraces son confortables la mayor parte del tiempo.

En ambas novelas la familia está en tensión, en Mi abandono es una familia que funciona de forma diferente y en Klickitat no parece funcionar. ¿Te interesa reflejar la oposición naturaleza/ciudad en la forma en que se vinculan las personas?

Probablemente sí. Creo que la gente tiene el deseo de ser independiente, empoderada y ser respetada, y todas esas cosas están conectadas. Y ser padre es viajar a través de diferentes etapas. Hubo un corto período de tiempo en el que era una especie de dios para mis hijas, tenía todas las respuestas, querían estar conmigo todo el tiempo. Y de repente (o no tanto) ya no querían estar conmigo. Hacen cosas misteriosas en sus habitaciones, y espero que luego entremos en un momento en el que puedan apreciar lo que hice. Por ahora estamos en buenos términos pero mucho de lo que hacen es un misterio y se sienten avergonzadas por mí la mayoría del tiempo. La familia es eso que no podemos elegir, y fui afortunado con mi familia pero al mismo tiempo parte de ser padre o ser parte de cualquier relación es ayudar a alguien a ser mejor personas y que esa persona te ayude a vos a serlo. Y mientras crecés, es parte del proceso darle a la gente espacio para que hagan lo que sea y ser niño, adolescente, incluso adulto, es ganar independencia, estar “en peligro” y ser responsable.

Por eso creo que es algo natural que la gente se aleje de alguna forma sus familias y quizás como cuando salís al mundo y apreciás algo de tu casa. De la misma forma que cuando viajás, volvés a casa y valorás ese lugar. Creo que pasa algo parecido cuando nos acercamos a la naturaleza, a lo salvaje, es de alguna manera para saber qué es importante para nosotros, qué valoramos. Es una serie larga de reflexiones, no especialmente profundas, pero creo que existen paralelos, sí.

Otros libros del autor en Ediciones Godot.

Me pareció muy interesante la elección de la voz narradora. ¿Por qué elegiste el punto de vista de una chica adolescente para Mi abandono y Klickitat?

Creo que cuando comencé este camino, cuando reuní la información para Mi abandono, tenía fragmentos, pero no tenían esta voz [la de la novela]. Algo que hago con cualquier libro es, una vez que tengo todo el material y sé qué podría pasar y las posibilidades, uno de los pasos más importantes es quién va a contar la historia. Quién es la persona que querés que la cuente, cuál sería la voz más interesante que dice las cosas que te fascinan. Es un libro bastante oscuro de muchas formas si fuera sobre el estrés postraumático o sobre la gente sin techo o sobre las clases. Es un libro sobre todos esos temas pero de forma indirecta, porque quería escribir un libro sobre ser curioso, hacerse preguntas, y con un personaje así podemos hacernos sus preguntas.

Creo que disfruté escribiendo la primera parte del libro y me parece que la gente que lo lee también la disfruta, pero también nos preocupamos por ella porque sabemos, como adultos, que está en una situación que es peligrosa. Entonces me di cuenta de que ella tenía que ser la narradora y no quería que pasara eso. Cuando empecé a escribirlo ni siquiera había pensado en publicarlo, solo pensaba “veamos cómo sigue esto” y cuán diferente es esta voz a la mía. Y en ese momento aparecieron mis hijas y empecé a interesarme en qué tipo de voz tendrían. Creo que es bueno para mí como escritor escribir voces que estuvieran lejos de mi experiencia, poder traducir esos detalles a un lector o lectora. Y también sé lo que está en juego para esa chica porque crecí con mis hermanas y, de alguna forma entiendo –lo mejor que puedo– los peligros y las presiones a las que se enfrentan las mujeres, comparadas con los varones. Creo que la vulnerabilidad de una chica era interesante de articular porque también, hablando de padres, creo que intentaba demostrarles cosas a mis hijas. Quiero que sean cabezadura, que sean fuertes, que resistan y tengan su propia voz. Son todas conjeturas.

Te gusta Julio Cortázar, ¿no? Me hace pensar en su utilización del extrañamiento para desnaturalizar lo que está naturalizado o es parte de nuestra vida cotidiana. ¿Estás pensando en algo así cuando escribís?

Creo que es un poco inconsciente. Hay diferentes momentos y escritores de los que aprendí. Hubo momentos en los que pensé que había alcanzado un punto de referencia, pensaba que era un escritor y tenía que recordarlo y después entendí que no. Me acuerdo de leer a Julio Cortázar en la universidad y pensar “no creía que esto fuera posible”, su forma de moverse entre lo real y lo irreal sin priorizar uno o lo otro y confiando en que ambas cosas son válidas, tienen la misma fuerza y se relacionan entre sí. Podés moverte entre uno y otro. Es una experiencia increíble leerlo y reconocer esta combinación de inteligencia y capacidad lúdica, de explorar lo asombroso, ya sea un gato o su propia mitología de las cosas, de contar historias, ir hacia ciertos lugares. Me gusta una cita de Horacio Quiroga sobre los cuentos en La vuelta al día en ochenta mundos: “desarrollá la historia como si solo importara el pequeño círculo de tus personajes; no hay otro modo de inyectarle vida a la historia”. Para mí es importante ese mantra, siempre quiero estar dentro de la historia, no afuera. Quiero comprender las relaciones. Admiro a Alice Monroe, creo que es una escritora increíble y no tenemos mucho en común, pero lo que aprendí de ella es increíble. Lo que aprendí de escritores como Ernest Hemingway sobre contenerse y omitir cosas, sobre el diálogo. Nunca diría que mi trabajo es similar al de ninguno de ellos. Creo que los escritores y escritoras que me encantan no eran conscientes de que nos estaban influenciando. Volvemos a ellos todo el tiempo y no quiero saber realmente por qué, solo quiero leerlos.

En tus novelas hay algo de una crítica a la vida contemporánea, sobre todo al consumismo, pero ninguna de las dos propone volver a la naturaleza, en el sentido de volver al pasado, ¿hay alguna búsqueda, alguna idea así detrás de esas historias?

Creo que sería ser consciente, estar alertas. Como escritor de ficción, más que propuestas, tengo muchas preguntas. Por ejemplo, este año no compré nada nuevo, sobre todo ropa. Veo que mis hijas compran todo el tiempo, siempre están buscando algo y quizás vuelvo al tema de los disfraces. ¿Cómo encajás, cómo no? Cómo podés no encajar pero sin que te cueste ser víctima del bullying. Pienso que no hay una respuesta asegurada. Creo que me interesa estar atento a por qué compro tal cosa, por qué consumo esto, por qué lo valoro.

En Estados Unidos Henry Thoreau es una referencia literaria nacional pero, ¿cómo le explicarías a lectoras y lectores argentinos qué tiene para decir Thoreau sobre nuestra vida en el siglo XXI?

Estudié bastante a Henry Thoreau y a Ralph Emerson, escribí mi tesis sobre Emerson y [Walt] Whitman, son cosas que se quedaron y viajan conmigo, sé que están en mi trabajo de formas en las que no termino de ver. También creo que la mayoría de los países están construidos sobre una serie de actos violentos contra sus poblaciones originarias, y la forma en la que pensamos sobre escritores como Thoreau fue cambiando a lo largo del tiempo porque su punto de vista es el de un tipo blanco relativamente privilegiado, que vive en tierras robadas y habla de la naturaleza. Sí, hay una ironía en eso. Y la cabaña que había construido quedaba lo suficientemente cerca como para almorzar con su madre. Su experimento era sobre las ideas y también era físico, pero creo que lo importante es que Thoreau hacía preguntas, sobre ese momento de civilización, sobre las cosas que se daban por sentadas. Se muda, cuantifica cada una de las cosas que consume, y piensa que haciéndolo las personas se dan el espacio necesario para pensar, no desperdiciar nuestra energía en adquirir cosas o intentar poseerlas, y ser más conscientes. Y que no sea solamente un esfuerzo egoísta sino para estar más abiertos a otras personas y a lo que otra persona realmente necesita. Creo que Thoreau plantea esas preguntas, saliéndose de un momento para preguntarse, ¿qué estamos haciendo? ¿Por qué lo hacemos?

¿Qué escritores y escritoras estadounidenses contemporáneos te interesan, a quiénes lees hoy?

Estuve leyendo mucho a Cormac McCarthy, que murió hace poco, y volví a leer No Country for Old Men y Child of God, que son realmente interesantes para mí y creo que hablan de su estilo. Pero hay muchos escritores y escritoras que me interesan como Kelly Link o Susan Choi, que además es una amiga y trabajamos juntos en la universidad, su último libro se llama Trust Excercise (ganó el premio National Book Award en 2019). Y creo que siempre es interesante leer a gente como Ursula K. Le Guin, ella es una escritora importante para mí, o también Octavia Butler.


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Celeste Murillo

@rompe_teclas
Columnista de cultura y géneros en el programa de radio El Círculo Rojo.