En 2020 la violencia patriarcal y feminicida no tuvo cuarentena durante la pandemia, tampoco la lucha del movimiento de mujeres ¿Podrá este movimiento aportar al desarrollo de la lucha de clases en el próximo periodo? ¿Qué desafíos tenemos para el próximo año?
Jueves 31 de diciembre de 2020
La pandemia por SARS-CoV-2 y la emergencia sanitaria y económica internacional, fueron los principales temas en este año que termina. La COVID-19 dejó al descubierto no solo, las principales contradicciones de los sistemas de salud pública en México y el mundo, sino también las dobles y triples jornadas de opresión y explotación que recaen sobre las espaldas de millones de mujeres y niñas pobres y trabajadoras que, con el confinamiento, aumentaron aún más.
Al mismo tiempo hemos enfrentado paralelamente la pandemia del feminicidio, las desapariciones y la violencia patriarcal que se expanden sin tregua y lidiamos con el aumento de los embarazos no deseados producto de la falta de anticonceptivos gratuitos e irrestrictos y de las violaciones dentro y fuera de los hogares, sin que las mujeres y las personas con capacidad de gestar podamos ejercer nuestro derecho a decidir. A pesar de los discursos, las políticas con perspectiva y equidad de género impulsadas por diferentes gobiernos, nada ha cambiado ni se han implementado medidas concretas para resolver nuestras demandas, por el contrario, la brutalidad hacia nosotras se profundiza año con año.
La negligencia y ataques de los patrones, Iglesias y gobiernos durante la crisis, fueron los principales causales para romper el confinamiento del movimiento de mujeres y de que este regresara a la escena política nacional e internacional, con las mismas demandas democráticas que ha levantado en los últimos años, pero, agudizadas con la pandemia.
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La lucha de las mujeres en México
El 2020 fue un muy año complejo para el movimiento de mujeres en México. El año inició con las protestas contra los feminicidios de Isabel Cabanillas, Fátima e Ingrid, que fueron casos testigo, no solo de la violencia feminicida que nos arranca a más de 10 mujeres al día, sino del actuar del Estado. Las movilizaciones de millones en todo el país el 8 de marzo con mujeres jóvenes y trabajadoras que inundaron las calles en lucha por nuestros derechos a partir de pelear por una convocatoria unitaria e independiente de los partidos del régimen y el paro de labores y cuidados que el 9 de marzo provocó pérdidas por 34 mil 500 millones de pesos, fueron un parteaguas en el movimiento de mujeres, y significo un ascenso en las movilizaciones que vimos en años previos.
Luego de ello, vino el confinamiento de millones por la pandemia, mientras que la población informal que en México representa el 56% tuvo que elegir entre el resguardo de la pandemia o llevar el pan a los hogares, millones de mujeres quedaron desempladas, aumento la violencia feminicida y las cargas del trabajo reproductivo se incrementaron drásticamente.
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En medio de esta ya de por sí adversa situación, la Iglesia y los partidos de la derecha en alianza con el gobierno de la 4T, aprovecharon el confinamiento del movimiento de mujeres para avanzar en leyes reaccionarias y conservadoras que atentan contra el derecho a decidir de las mujeres y las personas gestantes en todo el país; se discutían leyes antiaborto e iniciativas violatorias de los derechos humanos como el pin parental en los congresos.
Sin embargo, las mujeres retomamos las calles aun en medio de la pandemia, pues si los empresarios exponen nuestras vidas exigiéndonos seguir trabajando, era necesario retomar las calles para poner sobre la mesa que las mujeres vivimos de manera mucho más cruda la pandemia. Movilizaciones contra el feminicidio, en Guanajuato, Ciudad Juárez, Cancún y Nayarit, y tomas de edificios contra la violencia; el 28 de septiembre nos movilizamos por el derecho al aborto en todo el país, y el 25 de noviembre denunciamos que el feminicidio y la precariacion va en aumento a nivel nacional.
Por otro lado, las trabajadoras también han denunciado la política criminal de las patronales y el gobierno. Se mantuvieron en resistencia las trabajadoras del SutNotimex junto a sus compañeros, siendo una huelga que ha resistido más de 300 días, aun sin respuesta del gobierno. Es importante resaltar esta lucha, pues está conformada en su gran mayoría por mujeres que exigen su reinstalación. Pero no solo eso, otros gremios feminizados salieron a luchar, aunque de manera aislada, vimos paros en las maquilas, donde las trabajadoras exigían que se detuvieran las actividades económicas, para preservar su vida y denunciando que las actividades que realizaban no eran esenciales; también el sector salud denunció la falta de insumos en los hospitales, y la cantidad de contagios y muertes en su gremio, a causa de la falta de protocolos y equipos de protección.
La respuesta del gobierno federal y su partido ha sido zigzagueante. En un primer momento, la respuesta de AMLO fue la negación de esta violencia así como la exaltación de los roles patriarcales que imponen a las mujeres en los hogares durante la pandemia. Después vinieron los intentos de cooptación y división del movimiento por parte de las figuras femeninas de Morena y, conforme continuó la exigencia contra la violencia feminicida y por la legalización del aborto, vinieron las campañas de criminalización de la protesta feminista, revictimización, y después la represión la represión, principalmente hacia aquellas que mantuvimos la independencia política, tanto de la 4T como de la derecha y sus partidos, que en todo momento buscan infiltrarse en el movimiento y convertir nuestra lucha en un botín político.
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Por otro lado políticas como el “Aprende en casa” y la “nueva normalidad” impulsadas por la 4T, en los hechos representaron el aumento brutal de las jornadas de trabajo para las mujeres en los hogares.
A dos años del gobierno de AMLO y la 4T, y con el desarrollo de una crisis económica y sanitaria de magnitudes históricas, es urgente reflexionar y sacar lecciones de la experiencia política de sectores del movimiento feminista, principalmente de las jóvenes y trabajadoras que confiaron en las promesas de cambio, y que hoy ven como, ese mismo gobierno continúa con políticas que favorecen a los empresarios, y que pese al discurso, quienes hemos pagado la crisis somos las y los trabajadores y los sectores populares, todo esto también bajo los mandatos del imperialismo norteamericano.
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¿Qué sigue para el movimiento de mujeres y disidencias?
Con la emergencia sanitaria y económica, las mujeres trabajadoras podemos ser primera línea no solo en el combate a la pandemia de la Covid-19, sino también, en la lucha contra este sistema capitalista y patriarcal que continúa dando prioridad a las ganancias sobre las vidas del pueblo pobre y trabajador.
Para hacerle frente a la crisis y que sus consecuencias no recaigan nuevamente sobre las espaldas de las mujeres y familias trabajadoras, es necesario continuar con la organización y lucha del movimiento de mujeres; masificarlo con espacios democráticos de discusión y organización, a través de asambleas en nuestros centros de trabajo, estudio y barrios, y con una clara independencia política del gobierno, los partidos del régimen, sus agentes e instituciones, para que las fuerzas que hemos visto del movimiento de mujeres, empujen por un lago a la articulación con los sectores que han vivido las consecuencias de la pandemia, sobre todo el conjunto de la clase trabajadora.
Lograr la articulación entre sectores de mujeres activistas, defensoras de derechos humanos, adherentes de alguna corriente del feminismo y militantes de organizaciones políticas, sociales junto a sectores más amplios de trabajadoras, estudiantes y amas de casa que tienen hartazgo o comienzan a cuestionar la situación que vivimos por ser mujeres pobres y precarizadas, elemento fundamental para evitar la división estratégica que permite la criminalización y facilita los desvíos y la cooptación en favor del régimen. Y por otro lado, la fuerza social explosiva que puede alentar si se expande al conjunto de la clase trabajadora con las mujeres al frente, para lograr articular las fuerzas en un plan de emergencia para enfrentar la crisis sanitaria y económica y la violencia feminicida con mecanismos como el paro o la huelga general.
De ahí que, desde Pan y Rosas impulsamos una perspectiva de clase, anticapitalista, socialista y revolucionaria en el movimiento de mujeres, pues es vital impulsar la unidad entre las demandas democráticas del movimiento de mujeres, con las demandas del conjunto de la clase, a la par de poner a las trabajadoras al frente; todo ello ligado a vincular las demandas democráticas con el cuestionamiento profundo de la sociedad capitalista y patriarcal.
Por otro lado, urge la movilización de los sindicatos en la lucha feminista, es muy importante que las trabajadoras en unidad con las jóvenes comencemos a exigir que las centrales sindicales funjan como herramientas de lucha para el próximo periodo, necesitamos organizarnos para presionar que rompan la tregua con el gobierno, a partir de que puedan aportar para que orgánicamente el conjunto de la base trabajadora tome en sus manos las demandas del movimiento de mujeres con las trabajadoras al frente en unidad con sus compañeros de trabajo como aliados poderosos contra la opresión y explotación que se excava con la crisis sanitaria y económica.
Hoy más que nunca, la disputa por la dirección política del movimiento nacional internacional de mujeres cobra un gran relevancia, pues somos precisamente las mujeres pobres y trabajadoras que vivimos la peor cara de este sistema y que no tenemos más que perder salvo nuestras cadenas, quienes podemos ser la chispa que encienta la llama contra este sistema y sus gobiernos.
Uno de las grandes lecciones, como ya lo mencionábamos, es la necesidad de la independencia política del gobierno y todos los partidos del régimen, que han demostrado por una u otra vía que la vida de las mujeres no son su prioridad. Esto mientras hacen de nuestras demandas un botín electoral rumbo hacia los próximos comicios.
De ahí que, las mujeres de la clase trabajadora junto a jóvenes, disidencias y trabajadores del campo y la ciudad, necesitamos conquistas una alternativa independiente y anticapitalista que realmente nos represente y sea congruente con nuestras luchas, además de que las impulse y articule a la lucha de la clase trabajadora. Por ello, las feministas socialistas desde Pan y Rosas y el movimiento de las y los trabajadores socialistas junto a otras organizaciones de la izquierda socialista, impulsamos el Frente de Izquierda anticapitalista y buscamos el registro de una candidatura, obrera y feminista encabezada por Flora Aco.
Termina este año con el triunfo de las compañeras Argentinas que conquistaron en las calles el derecho al aborto legal, esto después de jornadas muy importantes de movilización, con jóvenes y trabajadoras en las calles que dejaron en claro que nada nos lo han regalado y todos nuestros derechos los hemos conquistado y defendido en las calles. Sin duda, que sea ley en Argentina nos abre posibilidades de emprender nuevas luchas.
Ese empuje de la marea verde desde Argentina nos inspira y muchas ya nos estamos preparando para la próxima jornada del 8M. Dejamos en claro, que mientras la violencia, la precarización y la falta de derechos continúen, seguiremos en las calles que siempre han sido nuestras, y seguiremos hasta conquistar un mundo distinto. Desde Pan y Rosas, continuaremos en la lucha de desarrollar un movimiento de mujeres, masivo y en las calles y su articulación con las luchas de la clase trabajadora; así como por construir una agrupación de mujeres y disidencias sexuales anticapitalistas, socialistas y revolucionarias, junto a jóvenes, estudiantes, trabajadoras y maestras.