Más de 40 mil estudiantes, docentes y no docentes en CABA, y movilizaciones en todo el país, mostraron que las fuerzas están. Cuentan con la simpatía de amplios sectores ¿Cómo seguir?
Jueves 19 de mayo de 2016 16:38
La marcha del jueves 12, con más de 40 mil estudiantes, docentes y no docentes en Buenos Aires, y las movilizaciones en todo el país contra la política del macrismo hacia la educación pública demostraron que las fuerzas para ganar están. Se trata de una oportunidad para pelear por una verdadera educación pública, gratuita y de calidad que ponga sus herramientas y conocimiento al servicio de las mayorías trabajadoras y populares.
La educación pública: un problema estructural en Argentina
Durante estos meses el ataque del macrismo a la educación quedó en evidencia. El presupuesto para las universidades en 2016, votado en 2015, es de $ 51.000 millones sumado al adicional de $ 3.200 millones para partidas especiales. Se trata de la mitad de lo que se destina al pago de los intereses de la deuda pública que, mayormente, va a los especuladores financieros. Para Cambiemos, la universidad tiene que ser para una élite y al servicio del mercado. Bullrich se opone al ingreso irrestricto, aumenta las tarifas de servicios a las casas de estudio y quiere hacer pasar la magra partida de 500 millones de pesos, como la solución ante un presupuesto totalmente insuficiente, heredado de la gestión K.
Ante esta evidente política antieducativa, el kirchnerismo, hace alarde de su inversión educativa pero el presupuesto destinado a educación en la última década, nunca alcanzó el 6 % del PBI. Este porcentaje está por debajo de otros países de la región como Bolivia, Venezuela y ni que hablar de Cuba, el país que más invirtió en educación, llegando al 12,9 % del PBI. Y si además se descompone ese presupuesto, a las universidades no llegó ni el 1 % del PBI.
Con ese presupuesto, estos años se crearon 17 universidades nacionales. El gasto promedio por estudiante en 2014 era de 25 mil pesos anuales. Sin embargo, dejaba por debajo de este promedio a casi 1 millón de estudiantes concentrados en UBA, y las Universidades de Córdoba, Rosario, La Plata La Matanza, Quilmes, Salta y otras, sobre una población universitaria estatal de 1.500.000.
Las fuerzas están: aumento del presupuesto al 10 % del PBI
El cuadro de situación da cuenta de la desfinanciación en la que se encuentra la universidad pública. Al mismo tiempo que se creaban nuevas universidades sin aumento del presupuesto, se profundizó un clima proclive a la financiación a través de los llamados “recursos propios”. Si el 95 % de lo que se destina de presupuesto universitario es para pagar salarios, ¿cómo se sostienen 54 universidades nacionales con el 5 % restante?
La práctica de los recursos propios fue la solución que presentó el menemismo con la Ley de Educación Superior, de la que el kirchnerismo no modificó ni una coma. Estos recursos provienen esencialmente de los aranceles de posgrado y la transferencia de conocimiento y mano de obra barata, directa e indirecta, a empresas privadas. Este es el caso de Monsanto, que tiene su propio posgrado en la Agronomía de la UBA, los grandes laboratorios en Medicina o la minera La Alumbrera con las universidades de Tucumán y Catamarca.
En la última década la tasa de deserción se mantuvo alta, con la contraparte de una baja tasa de graduaciones ligadas a dificultades económicas en el acceso y la permanencia en la educación superior. Tampoco se revirtió la condición de miles de docentes ad honorem que, en muchas universidades, florecieron bajo la condición de “adscriptos”. Los salarios fueron prácticamente congelados, cerrando CONADU (cuya conducción responde al kirchnerismo) la última paritaria a la baja y hasta junio de este año.
Rectores y decanos radicales y del FpV, fueron cómplices de esta situación. El único artículo que el kirchnerismo modificó significativamente de la LES fue el ingreso irrestricto hace algunos pocos meses atrás y hoy fracciones del FpV, como en la UNLaM, presentan amparos para que quede sin efecto con el aval de Bullrich. Mientras Franja Morada-UCR denuncia en los medios oficialistas el manejo discrecional del presupuesto “que viene de antes”, fue responsable de permitir la sanción de la Ley de Educación Superior, hizo negocios millonarios en la UBA -como el escándalo que se conoció meses atrás con el Hospital de Clínicas- y gobernó hasta de la mano de servicios de inteligencia como el ex Vicerrector, Darío Richarte.
Hoy el presupuesto educativo representa un 5,3 % del PBI, incluyendo una parte de subsidio a instituciones privadas. Si tomamos sólo el universitario, éste no llega a un 1 %, del cual, más del 90 % se destina a los salarios. Es necesario un aumento urgente al 10 % del PBI para la educación, como piso para lo que queda de 2016.
Con asambleas y clases públicas la universidad de vuelta a las calles en todo el país
Como dijimos antes, la enorme movilización y las jornadas de clases públicas masivas muestran que las fuerzas están y es posible ganar.
Los próximos días serán decisivos para el impulso de asambleas por facultad e interfacultades y comisiones por curso para preparar una gran jornada educativa nacional con cortes y clases públicas coordinadas, que le den un nuevo mensaje al macrismo de que esta lucha no termina sino que crece.
Desde las agrupaciones estudiantiles que impulsan en común la Juventud del PTS- FIT junto a estudiantes independientes, llevaremos esta propuesta a todos los cursos, en todo el país. Desde cada cursada, coordinar en común un día, y en todo el país volver a las calles junto a docentes y no docentes invitando a ser parte a trabajadores, artistas, periodistas, referentes de DD.HH. y los que quieran sumar su solidaridad con la lucha por la educación pública.
A las conducciones de izquierda de las federaciones universitarias y centros, que aún están retrasadas en ponerse a la cabeza de esta enorme pelea, las llamamos a coordinar estas acciones para seguir sumando fuerzas. Pero sobre todo, construir esa coordinación junto a los estudiantes, desde los cursos, en las comisiones y asambleas, siempre desde esas instancias de base. Sigamos el camino de los estudiantes chilenos, franceses y brasileños: si la educación está en las calles, se puede ir por más.