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Red Internacional
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ARTE Y PANDEMIA. ¿Cómo sobrevive un teatro independiente?

Entrevistamos al colectivo Hasta Trilce, que acaba de cumplir ocho años de existencia; nos cuentan sus estrategias para afrontar este difícil contexto.

Natalia Rizzo

Natalia Rizzo @rizzotada

Jueves 17 de septiembre de 2020 13:47

Entrevistamos al colectivo Hasta Trilce, espacio cultural independiente, que aloja y ha alojado a infinidad de artistas y propuestas culturales de diversas disciplinas, donde podemos encontrar el cine, teatro, música, danza, entre otros. Acaban de cumplir ocho años en agosto. Conversamos sobre sus orígenes y sobre las diferentes estrategias que llevan a cabo para afrontar este difícil contexto.

Hasta Trilce cumplió ocho años, ¿cómo fue todo el proceso y qué cosas rescatan de esa experiencia?
Ocho años es una cifra joven en general, incluso para espacios culturales independientes. Los hay y de referencia, mayores. Con todo, no es poco tiempo de existencia en absoluto, dada la volatilidad de las condiciones del medio y las perspectivas de la actividad en sí. Al momento de abrir, quienes inauguramos el espacio en 2012 promediábamos los 25 años y teníamos ninguna o poca experiencia previa en el manejo de un espacio así. Esto hizo muy necesario aprender e inventar muy rápido todo lo concerniente a esto.

Dos cosas nos son interesantes rescatar como aprendizajes. La primera es la absoluta necesidad de comprender cuán imprescindible es, sobre todo para sostener un espacio, el rol de lo colectivo e imponerse continuamente la definición de este principio en ideas y práctica. Para nosotres era una práctica que se demostraba ineludible toda vez que entendemos el quehacer cultural independiente como uno que tiene como objetivos en sí: el de disputar las lógicas y estéticas hegemónicas desde un sector, el independiente, pero también colaborando en su organicidad y potencia mediante la unidad del sector. Unidad no solamente en lo tocante a lo gremial sino, y más que nada, en la búsqueda de respuestas estéticas y poéticas. Es una construcción compleja que debe intentar una unidad plural cuya clave para realizarse está en la comprensión de lo colectivo. Lo segundo quizá sea reivindicar como consigna, propia por lo menos, “huir para adelante”. No hay lugar para la especulación en esta actividad.

¿Cómo afectó la pandemia al espacio que ustedes conforman?
Como espacio, a grandes trazos, se puede decir que a lo que nos dedicamos es a reunir físicamente a la gente alrededor de hechos, y nuestro trabajo está mejor hecho mientras más cerca y más comprometidamente logramos reunirla. La pandemia y las políticas que se dieron para responder a ella precisaban justamente evitar que acontecimientos así tuvieran lugar. De modo que no hay actividad más esencialmente impedida que la de la cultural independiente, la cual no se entiende sin el concurso de las personas y en la cual el aislamiento (físico y simbólico) es precisamente lo que se buscaba romper. De modo que nos afectó en todo sentido. Este periodo dinamizó un vector que ya estaba en curso de antes, que es el de minar la relevancia del “estar” físicamente hablando. Esto ha colaborado, elípticamente, en reforzar más aún un modo de estar en el mundo y de incidir en él, que lo deja a la intemperie de intereses muy mayores y que expresan la lucha que se viene dando en el seno de estos capitalismos y que tienen y tendrán directas consecuencias en nuestro modo de vivir. Con todo, no quiere decir que no se buscaran y hallaran formas de acusar existencia, pero se haría mal en pensar que la actividad cultural halló perfecta traducción en su opción, por ejemplo, virtual, antes complementaria, y ahora la única. Ni que hablar que también pone blanco sobre negro y lleva hasta la grosería las vulnerabilidades del sector. Como espacio no se dejó ni una alternativa sin recorrer, pero siempre para confirmar que valen como excepción en este estado de excepción pero que cualquier lectura que quiera naturalizarlas de cara a una “nueva realidad” o es interesada en el peor sentido, o no comprende la razón de ser de nuestra actividad.

¿Qué programación tienen planificada y qué formas de financiamiento encontraron para desarrollar éstas actividades?
En mayo comenzamos con programación virtual con entrada a la gorra: obras de teatro y el ciclo “Registros Flamencos”, en ambos casos con producciones que pasaron y se filmaron en Hasta Trilce previo a la pandemia. Esto lo venimos acompañando de charlas en vivo, entrevistas y el ciclo “Peña sin cadenas” con Martín Fernando Peña.

Ahora en agosto para celebrar el octavo aniversario, además de la programación habitual, hubo un ciclo de música vía streaming (también a la gorra) donde tocaron Teresa Parodi, Sofía Viola, Amanda Querales y Carmen Baliero, mujeres muy admiradas por la casa y en algún punto -ó en varios- vinculadas a la historia de Trilce. Artistas que entienden y comparten la situación de emergencia y la importancia de estos espacios. La gorra está pensada para no dejar a nadie afuera pero la verdad es que sin el aporte de las personas (con compra futura, programación a la gorra, etc) se está haciendo muy difícil.

Ahora, a partir de septiembre va estar saliendo semestralmente, a través de nuestra editorial, la revista “Teatro Situado: revista de artes escénicas con ojos latinoamericanos”, coordinada por Julieta Grinspan, Mariana Mayor y Mariana Szretter. En línea con el lanzamiento de la misma, organizamos un ciclo de charlas los sábados de agosto a las 16hs vía Facebook entre las coordinadoras y les escritores del primer número: compañías de Paraguay, Brasil, Chile y Argentina.

A pesar de lo difícil que es sostener un espacio así, no hemos hecho sino crecer y ampliar nuestras miras. Empezamos en 2012 con una sala del circuito independiente y hoy podemos decir que es un proyecto que reúne tres salas, radio, editorial, productora audiovisual, talleres, sello discográfico, productora de composiciones, una comuna y dos nuevas sedes prontas a ser presentadas. Dimos un salto enorme, que ahora puede parecer que fue al vacío, pero detrás de cada una de esas ramificaciones que salen del tronco Trilce, hay personas, equipos, preguntas, proyectos, y ganas de hacer. Ojalá cada vez seamos más.

Para poder seguir adelante, a fines de abril nos sumamos a “Compra Futura”. En nuestro caso, estamos vendiendo entradas a espectáculos y cenas, a precio congelado. Esto nos ayuda para poder cumplir con nuestras obligaciones mes a mes (sueldos, impuestos, etc) y no tener que esperar a abrir para tener algún tipo de ingreso.

Por otro lado, sigue en pie “Trilce Comuna”, el club de beneficios de Hasta Trilce que lanzamos a fines de 2019. El mismo ofrece, a cambio de un aporte de $200 o $300 pesos mensuales, descuentos en el bar, en entradas a espectáculos y festivales, en los talleres, en Ediciones Hasta Trilce y discos. La idea es que puedan colaborar para que nosotres sigamos existiendo. Con el teatro cerrado, se le ofrece a esta comunidad descuentos en el delivery, en los talleres virtuales y participan en sorteos de libros y discos.

Estos aportes son realmente mucho más necesarios de lo que une cree, pero por supuesto que la situación de gravedad que estamos atravesando (nosotres y tantos otres) no se sortea únicamente con la generosidad del público y de quienes construimos este espacio cultural, sino que hacen falta políticas públicas que contemplen la emergencia de la situación de la cultura independiente.

¿Cómo ves las políticas oficiales para el sector, y qué medidas pensás que debería tomar el estado?
Las políticas oficiales para el sector son por lo menos existentes. Podrían no serlo y hay que decirlo. También es cierto que por el momento son testimoniales. Esta no es una actividad de la que pueda pensarse, ni siquiera en tiempos de bonanza, que pueda generar un excedente como para prever instancias como esta, donde la actividad pasa de 100 a 0. Sencillamente la actividad no lo admite, no es una actividad o negocio para hacer diferencia y cuando la hacen es porque probablemente ya han dejado de dedicarse a ello. Eso dicho, si no estamos hablando de la industria pesada, la especulación financiera o demases, es extraño pretender que los espacios puedan no solamente abrir -lo que ya será difícil en el panorama que nos dejará la pospandemia-, sino remontar los meses que hayan resultado sin funcionar en lo que a deudas con servicios, municipios, alquileres, etc. Sencillamente no es pensable. Por lo que, más que políticas de ayuda, se debe pensar en eximir de todo pago durante el tiempo que haya durado la cuarentena y además ayudar a su retome de actividades.

Hasta Trilce
Maza 177, CABA
Tel: (011) 4862-1758


Natalia Rizzo

Artista Visual, nacida en 1980, oriunda de Villa Luro. Es profesora Nacional de Bellas Artes y realizó la Maestría en Artes Electrónicas de la UNTREF. Miembro de Contraimagen y del equipo de diseño e ilustración de Ideas de Izquierda.

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