La última semana de mayo trajo el frío pero también días calientes. En ingenios del norte, fábricas cordobesas, aulas desde Salta a Chubut, los subterráneos porteños. Los desafíos de las y los luchadoras, y la izquierda, en medio de la crisis y el año electoral.
Un obrero del Ingenio Concepción le cuenta al periodista que fue al paro porque “con la máxima categoría, soy indigente”. Otro azucarero, pero de Ledesma, Jujuy, sube a cortar la Ruta 34 de la mano de su hija. Una docente salteña levanta la mano en una asamblea de base para votar un nuevo paro. Un trabajador de Coca-Cola escucha con atención una charla sobre el Cordobazo improvisada en la carpa obrera en el octavo día de huelga. Una joven de un comedor popular corta la 9 de julio porque “estamos cansadas de comer solo harina”. Un mecánico del subte cuenta con bronca cómo se contaminan sus compañeros y jura que por ellos seguirá la lucha. Un recolector de basura jujeño que ahora es diputado nacional habla en medio de la marcha azucarera y dice que hay que pelear por salario pero también contra el intento del gobierno provincial de “concentrar todo el poder político”.
Son escenas que no salen en los canales provinciales ni nacionales. Ni en los oficialistas, ni en los opositores. Te podés enterar de la rosca de un peronismo en crisis, o la del macrismo, de las machiruleadas del facho Milei. Pero nadie habla de lo que se mueve por abajo. De esos días calientes que contradicen los pronósticos de un otoño que se enfría.
Es cierto. Las escenas del principio todavía no logran romper el delicado equilibrio que aún sostienen el peronismo con sus burocracias sindicales y sociales. Son incipientes, aisladas. Pero si acercamos el foco quedan a la vista los problemas más profundos de la Argentina capitalista. Cada conflicto es un ejemplo de política concentrada. Recorramos los últimos días.
1. El que no Salta es un botón
Este lunes 29, una marcha de más de 15 cuadras conmovió las calles de Salta capital. La movilización, que se repitió con masividad el miércoles, llevaba tres mensajes: que seguía viva la lucha docente contra los salarios de hambre que pactaron el gobernador Sáenz y la cúpula gremial; que no iban a aceptar la criminalización de la protesta; que crecía la unidad de guardapolvos blancos y celestes. “¡Salud y educación / un solo corazón!”, coreaban las columnas. La huelga educativa sumó el masivo apoyo de las familias, estudiantes y organizaciones sociales. El ministro de Economía insultó a las docentes en la TV y cientos de estudiantes rodearon el canal y no lo dejaron salir.
Gustavo Sáenz, amigo de Sergio Massa, creyó que su triunfo electoral era un cheque en blanco para ajustar a maestras, auxiliares y enfermeras, incluso reprimirlas y procesarlas. Lo único que logró fue despertar a las y los “Autoconvocados” de la educación. Aunque el fenómeno viene hace años, con subas y bajas, este año lleva un mes de huelga dura. Desesperado, y para desviar la atención pública, se puso la gorra y echó mano a una ley antiprotesta que habían presentado diputadas derechistas hace un año.
Hay más. Esta semana la docencia de Chubut realizó tres días de paro contra la propuesta salarial miserable del gobernador: 72 mil pesos para el cargo testigo. En Santa Cruz esta semana cumplieron tres meses de lucha contra las paritarias miserables de Alicia Kirchner. No importa cuándo leas esto. Podríamos sumar los fuertes paros que vivimos en la Provincia de Buenos Aires, impulsados por la oposición, o los que se están dando en Misiones. Pero quizás el más interesante es el que convocaron al cierre de esta nota la docencia jujeña. Es contra el techo salarial pero también "contra la reforma constitucional que recorta el derecho a la protesta". Arranca el lunes.
¿Qué dejan Salta y compañía? Que la “sostenibilidad fiscal” que exige el FMI se paga con el ajuste a la docencia y las infancias que van a la escuela pública. Que las conducciones burocráticas son cómplices de ese ajuste por eso son superadas por luchas autoconvocadas o empujadas a encabezarlas. Que la clase trabajadora tiene que ponerse a la cabeza de defender derechos políticos y democráticos.
2. Azúcar amargo
El conflicto azucarero en el NOA es un ejemplo impecable del régimen capitalista y los motores de la lucha de clases. Una Cátedra Viva Karl Marx. Primero la economía. Los ingenios tucumanos multiplicaron un 400 % sus ganancias brutas los últimos 12 meses. El ingenio Ledesma (Jujuy) tuvo $ 6.100 millones de ganancias el primer trimestre. Sin embargo, pagan sueldos de hambre: 104.000 pesos. El salario real de los azucareros tucumanos cayó un 40 % en los gobiernos de Macri y Alberto-Cristina. El de los jujeños 60 %. O sea que si antes le daban de comer un plato a sus hijos, ahora le dan la mitad. Pero el azúcar que vos comprás en las góndolas subió 6 veces: 700 pesos está. Segundo, el régimen político. La familia Luque (dueña del Concepción) y los Blaquier (Ledesma) recibieron suculentos subsidios y descuentos impositivos de parte de los gobiernos peronista y radical que gobiernan sus provincias. De hecho el actual presidente del Centro Azucarero Argentino, Jorge Feijóo, fue ministro de producción de Tucumán y gerente del Ingenio Concepción. El secretario general de la FOTIA, Andrés “Puchero” Galván, es también secretario de Trabajo provincial. Y candidato en estas elecciones. Varios dirigentes del SOEAIL son referentes del peronismo o radicalismo jujeño.
Tercero, la lucha de clases. Mientras “Puchero” rosqueaba sus acoples en el peronismo tucumano y Don Luque contaba billetes, una asamblea y paro espontáneo cortó con tanta dulzura. Cuando un canal tucumano se acercó, un “viejo” obrero le cantó la posta. “Somos indigentes. Los changos comparten un sanguche de mortadela en el almuerzo. Producimos toneladas de azúcar y nos tenemos que traer de casa para el mate cocido. Nos quitaron la leche y los útiles para los chicos”. Los tercerizados se unieron a la lucha autoconvocada. Votaron no ir a la misa de inicio de zafra y metieron mucho ruido. La noticia corrió por otros ingenios y la FOTIA tuvo que convocar un paro provincial pero dominguero. Trece plantas paradas. En el Concepción y el Leales los azucareros lo hicieron activo con bloqueos y un corte del puente más importante de la capital. Ahí agradecieron la presencia de Alejandra Arreguez, referente del PTS-Frente de Izquierda. No hubo otros políticos. Al cierre de esta nota conseguían 130 % de aumento en una sola cuota. Un triunfo conseguido desde abajo, aunque sigue el reclamo por el pase a planta y una “cláusula gatillo”. En Jujuy la bronca también desbordó a la conducción del gremio. Una asamblea de 500 obreros votó el paro y la movilización. Mientras Gerardo Morales conspira contra el derecho a la protesta, cortaron la ruta 34 después de 5 años. No estaban solos. Sus familias, trabajadores y trabajadoras de otros gremios, organizaciones sociales, los acompañaban. Como dijo Mariano Soria, delegado paritario votado por más de 300 compañeros, “el kilo de azúcar está $ 700 en los supermercados, cuando la hora de los trabajadores azucareros está en $ 280; somos los que generamos las riquezas y se la lleva todo una minoría empresaria rica”. Por eso marcharon a la Casa Rosada de los Blaquier-Arrieta. Un dato importante: los azucareros le dieron la palabra a Alejandro Vilca, obrero recolector y diputado nacional del PTS-FITU. Es el único político que no entra (arrodillado) a la mansión Ledesma. Vilca aprovechó para denunciar la reforma constituyente totalitaria de la UCR-Cambiemos.
¿Qué dejan las rebeliones azucareras? La brutal explotación de quienes producen el oro blanco. Las relaciones carnales entre la casta política y empresaria. El contenido de clase de un partido “popular”: un peronista puede ser ministro, gerente de un ingenio o burócrata sindical. La posibilidad de que la fuerza obrera irrumpa desde abajo. Y la confirmación de que solo la izquierda está con los trabajadores.
3. Si “Coca-Cola es así”… no habrá coca pa’l ferné
El finde largo una noticia corrió de celular en celular desde Alta Córdoba hasta Alberdi, y después a cada rincón de la provincia. “Andá al chino que no quedan cocas”. Usar otra gaseosa para preparar el orgulloso trago local puede ser considerado una traición. Los cajeros fueron voceros de la verdad.
–Los vagos que hacen la Coca están de paro.
Ese lunes 29 de mayo, a pocos kilómetros de la capital, cientos de obreros de mamelucos rojos le estaban haciendo un humilde homenaje al Cordobazo. Una masiva asamblea de los tres turnos, efectivos y contratados, decidió ir al paro tras dos meses sin respuestas. Marcharon por la Ruta 19. Llevaban una bandera que decía “Con despidos no hay paz social”. Tampoco hay Coca.
Hicieron lo que nunca nadie se había atrevido. Paralizar esas líneas de producción que no frenan en los 365 días del año. El acampe se transformó en lugar de organización de un activismo que intenta superar las maniobras del SUTIAGA, el gremio peronista de aguas gaseosas. El ministro de Trabajo, “casualmente” como en Tucumán, también viene de la CGT cordobesa. La izquierda, en cambio, fue a solidarizarse.
La empresa lanzó 47 telegramas de despidos pero la lucha sigue. Saben que mientras la gente paga “fortunas” por una botella, ellos trabajan día y noche por salarios que no alcanzan.
No tan lejos de allí, otra de las empresas más famosas desató un nuevo conflicto. Arcor-Bagley despidió a un trabajador con una causa armada y desató un paro. Don Luis Pagani mandó 44 telegramas más. La lucha obligó a que la conciliación sea con todos los despidos adentro. Allí también un activismo combativo pelea por salario, contra el intento de imponer jornadas de 12 horas y defiende cada puesto con uñas y dientes. Otras fábricas están convulsionadas en la provincia: el miércoles 30 obreros de varias metalúrgicas marcharon a la cámara empresaria para reclamar repertura de paritarias y 50% de aumento. "Dirigentes ricos, trabajadores pobres” decía la bandera. Mensaje para la UOM.
¿Qué deja la lucha gaseosa? Que las grandes industrias aumentaron su porción en el reparto de la riqueza (20% en los últimos 5 años) y sus trabajadores lo saben. Por eso le demostraron a la sociedad (y a sí mismos) que el capitalismo no tiene ninguna “fórmula secreta”. Hay una sola clase que produce. Y una sola clase que puede, con la huelga y sus métodos de lucha, paralizarlo todo. La unidad de efectivos y contratados es otro ejemplo a seguir. Y el rol del peronismo “cordobesista” una lección para tomar nota.
4. Subte: la rebelión por la salud y el tiempo libre
–Pusieron la cámara y el corazón me hacía tic tic tic. Estaba nervioso. Pero no es lo mismo que lo denuncie otro compañero, a que lo diga yo, que tengo esto acá, una bomba de tiempo en los pulmones.
Martín Paredes se señala el pecho. Es uno de los conductores del Subte afectados por el asbesto, un material cancerígeno que sigue presente en talleres y formaciones. La muerte de 3 de sus compañeros y los 85 enfermos se convirtieron en el motor de una nueva pelea de las y los metrodelegados: 6 horas de trabajo, 5 días a la semana. ¿Para qué? Para estar menos expuestos al trabajo insalubre pero también para tener más tiempo para el descanso y el tiempo libre.
Martín agrega otro argumento: “Ahora somos 5.000, en un momento éramos 3.000. Yo creo que mínimo 1.000 habrán entrado cuando conseguimos las 6 horas”.
Ese grito por esos días de vida que le roban los empresarios se convirtió en un plan de lucha en las últimas semanas. Paros rotativos, apertura de molinetes para confraternizar con los usuarios, campaña de difusión masiva.
En la semana se realizó una audiencia pública en la Legislatura porteña convocada por Alejandrina Barry, Myriam Bregman y el sindicato, donde participaron muchos trabajadores pero también médicos y científicos. Ese hilo que construyeron los testimonios obreros y los datos médicos se convirtió en una de las denuncias más brutales de cómo el capitalismo funciona a costa de aniquilar los músculos, pulmones, días y sueños de millones de trabajadores. Pero también fue un llamado a la acción en defensa de la salud y el futuro de la clase que mueve los subtes. Bregman dijo que la reducción de la jornada es el programa de la izquierda para toda la clase trabajadora. Tomensé el tiempo para ver la historia de Martín y esa audiencia.
Ese mismo reclamo se sintió en las marchas de profesionales médicas en Tucumán en las últimas semanas. “Tres trabajos ya no alcanzan. Queremos un sueldo digno para vivir sanas y vivir bien”. También en las franqueras del Hospital Garrahan, que estos fines de semana vienen haciendo medidas de fuerza para tener una jornada de descanso de 12 horas. Ese ataque a las esenciales de la salud, por parte de todos los gobiernos, es también un ataque a la salud pública de millones. Esta semana colapsaron las guardias de muchos hospitales pediátricos. En medio de la época de gripes, la precarización expulsó a cientos de profesionales del sistema público. A los ajustadores no les importa que las médicas no puedan comer y los pibes respirar bien.
5. La pobreza como proyecto
El otoño también tiene como protagonista otro reclamo persistente y doloroso. El hambre hace rato “no aguanta más”. Lo saben las mujeres que manejan miles de comedores populares que tienen que achicar las porciones. Lo saben las madres de los pibes y pibas que viven con hambre aunque los hinchen con harina. Lo saben las pediatras preocupadas por los problemas de desarrollo corporal y cognitivo de la mitad de las infancias. Lo saben las ministras de “desarrollo” social que les sacan el pan de la boca.
Los números sobre la pobreza de las nuevas generaciones, que reflejamos acá, son brutales. Y lleva mucho tiempo. No es una ministra. Es “el proyecto” de todos los que nos gobiernan. La miseria planificada, como decía Rodolfo Walsh.
Una masiva movilización de las organizaciones sociales mostró que ese flagelo no tiene grietas. Su convocatoria unitaria alentó la expectativa de que los movimientos independientes y los oficialistas iniciaran un plan de lucha hasta arrancar esas demandas. Por ahora quedó en una acción con repercusión mediática pero resultados desconocidos, por lo menos para este cronista.
Entre las banderas había algunas que decían “No podemos vivir a polenta”, otras “Aumento de los programas sociales”. Una proponía una posible solución: “Trabajar 6 horas, 5 días, para trabajar todxs”. Llevaba la firma del Frente de Organizaciones en Lucha.
6. ¿Qué hacer?
La lista de conflictos abiertos podría seguir. En la alimentación la bronca empujó a Rodolfo Daer a un paro tímido que muchos quieren endurecer. Bridgestone está empujando al SUTNA a un nuevo conflicto con despidos y ataques a su dirigente Alejandro Crespo. A la UTA la respiran en la nuca los choferes que cortaron accesos esta semana. El Sipreba convoca a una jornada este martes 6 que recorrerá distintos diarios.
Como decíamos al principio, cada conflicto es política concentrada.
Porque refleja los planes capitalistas para descargar su crisis sobre el pueblo trabajador.
Porque confirma que los que han gobernador los últimos 40 años coinciden en seguir ajustando. Y el facho Milei va directamente por un saqueo mayor.
Porque algunos endurecen sus discursos autoritarios, como leyes antipiquetes en Salta, ataques a los derechos políticos en Jujuy, o la promesa de orden de Massa.
Porque las cúpulas de la CGT, CTA y la UTEP mantienen la tregua con el gobierno y dividida a las filas obreras, por un lado para evitar estallidos, por otro porque están metidos en la (empantanada) campaña electoral del Frente de Todos.
Porque a pesar de todo eso hay sectores que salen a luchar. Que se autoorganizan desde abajo, para imponerle a las cúpulas que peleen o directamente para ellos mismos encabezar las peleas.
Porque cada conflicto ayuda a entender quién es quién. Mientras peronistas, radicales y macristas atacan y sus sindicalistas traicionan, la izquierda está junto a ellos. Por eso le dan la palabra. En medio de una crisis social y política, es una conquista que no vamos a desaprovechar.
La participación de la izquierda en estas rebeliones obreras, aunque sean incipientes, es en primer lugar para que triunfen. Pero también para que la clase trabajadora avance en su experiencia con el peronismo y sus cúpulas sindicales, sin caer en las salidas reaccionarias de la derecha. Hay que politizar la crisis y mostrar una salida de fondo. Es lo que van a plantear en cada conflicto las y los referentes del PTS en el Frente de la Izquierda. Proponiendo la coordinación de los que luchan y un encuentro de ocupados y desocupados para tener más fuerzas para imponerle un paro general al sindicalismo peronista.
La intervención en las luchas y la campaña electoral tienen que servir para ganar a miles de luchadores y luchadoras para las propuestas de la izquierda clasista. Hay que poner a la clase trabajadora de pie para derrotar el ajuste y reorganizar el país desde abajo.
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