El domingo 14 por la tarde después de un día de sol, pileta, deportes, música y muchos intercambios políticos, íbamos preparando la carpa para la charla de los años 70 sobre el ascenso revolucionario del Cono sur de nuestro continente, centrado en las experiencias de Chile y Argentina. Doscientas personas se iban acomodando en la carpa los jóvenes que eran mayoría, esperaban con entusiasmo y mucha curiosidad, para conocer los hechos y las lecciones que sacamos los revolucionarios. Pablo Torres, dirigente del PRT de nuestra corriente hermana de Chile y Graciela “Grace” L. Eguía del núcleo setentista de la dirección del PTS, fueron los charlistas.
Viernes 19 de febrero de 2016 15:53
Comenzó la charla
En la presentación Grace señaló que el ascenso revolucionario del Cono sur era parte de un ascenso mundial con tendencias anticapitalistas, antiimperialistas y contra la opresión stalinista en los estados obreros del Este. Que recorrió Europa, América y Asia.
En enero de 1968 se produjo el levantamiento de los obreros checoslovacos que enfrentaban la opresión de la burocracia stalinista y la invasión de las tropas Rusas y del pacto de Varsovia, lo que se conoció como “la primavera de Praga”, posteriormente en los 70 se produjo el levantamiento de los obreros polacos. El Mayo Francés del 68, comenzó con un poderoso levantamiento estudiantil contra la guerra imperialista y por el triunfo del pueblo vietnamita, que logró la primera derrota militar del imperialismo en manos de una pequeña semicolonia.Estudiantes e intelectuales al grito de “la imaginación al poder”, confluyeron primero con la juventud obrera de los suburbios y luego con la irrupción de 10 millones de obreros en huelga que enfrentaban al gobierno de De Gaulle. En Italia fue el “otoño caliente” con levantamientos espontáneos de la clase obrera y el movimiento estudiantil. Las movilizaciones contra la guerra en Vietnam y el proceso revolucionario en el cono sur latinoamericano, entre otras.
Grace señaló que, como íbamos a ver en los ejemplos de Chile y Argentina, todos estos movimientos que cuestionaban el poder abrían un debate entre dos estrategias contrapuestas: la vía pacífica al socialismo sostenido por el Partido Comunista y la de los que reconocían y reivindicaban la necesidad de la violencia, las corrientes guerrilleras inspiradas en la revolución cubana y los marxistas. Y a la vez una discusión entre las organizaciones que sostenían la violencia, sobre quién y cómo se ejercía.
Por último aclaró que esa charla era una tarea militante para sacar las lecciones de esos procesos revolucionarios y transmitirlos a las nuevas generaciones. Y que, como iba a mostrar no había una sola historia, sino que los llamados “relatos” de los setenta expresan un contenido de clase. Hay tres relatos de la clase dominante que, aunque difieren tienen un hilo conductor, todas ocultan que si se recurrió a semejante dictadura fue porque se desarrollaba un ascenso obrero imparable que empezaba a superar al peronismo y cuestionaba el poder de los capitalistas. Los tres relatos de la clase dominante se adaptaron a los distintos momentos y las relaciones de fuerza. El cuarto, es el relato que nosotros defendemos.
El primer relato el de los militares y los empresarios golpistas justifica el golpe porque había una guerra contra la subversión y el genocidio como excesos de una guerra necesaria. Los militares fueron héroes y no hay que juzgarlos.
El segundo relato a la salida de la dictadura durante el gobierno de Alfonsín, que acuñó la “teoría de los dos demonios” mientras en las calles se expresaba el odio a la dictadura con el canto “no hubo errores, no hubo excesos, son todos asesinos los milicos del proceso”. Condena el genocidio pero reconoce el argumento de los militares que había una guerra contra la extrema izquierda, poniendo en un plano de igualdad el monopolio de la fuerza por parte del Estado, al armamento de la guerrilla. Promovían por igual el juicio a las juntas y a los dirigentes montoneros.
El tercer relato kirchnerista es muy diferente a los anteriores, porque fue subproducto de la necesidad de recomponer después de las jornadas revolucionarias del 2001, que pusieron en cuestión todas las instituciones de dominio: los partidos, las instituciones del régimen, a los funcionarios y para poder avanzar en la política de reconciliación con las fuerzas armadas. Así bajaron el cuadro de Videla, corrigieron el prólogo del libro “Nunca Más” y reivindicaron el heroísmo de la militancia de los ’70, pero lo que no reconocieron, al igual que los otros relatos, fue el protagonismo de la clase obrera durante aquella etapa que con su ascenso llegó a cuestionar al peronismo en el poder.
El cuarto relato también empieza a ganar peso pero ligado a las jornadas revolucionarias del 2001, emparentándose con las tendencias insurreccionales de la clase obrera de los setenta, en el Cordobazo, los dos villazos y la huelga política contra el rodrigazo que enfrentaba al gobierno peronista y ponía en cuestión el poder. Esto es lo que oculta el relato kirchnerista aun siendo el más de izquierda y por eso la juventud K le puso el nombre “La Cámpora” a su agrupación. Cuando Cámpora en realidad fue el presidente que en nombre de Perón vino a desviar el proceso revolucionario de la clase obrera.
El turno de Chile
Siguiendo la cronología histórica, la charla comenzó por Chile. Pablo Torres señaló los hechos que llevaron al agudo proceso revolucionario del ´70-73 y las principales lecciones para las nuevas generaciones de jóvenes que se acercan al marxismo.
Hacia el ´64 llegaba al poder la Democracia Cristiana, un partido burgués de “centro” apoyado por la derecha y el imperialismo, que buscó contener el proceso de radicalización obrera y juvenil mediante la llamada “Revolución en Libertad”, prometiendo reformas económico-sociales que poco a poco fueron sobrepasadas desde abajo, a la vez que una fuerte polarización se iba desarrollando. Por izquierda, los obreros protagonizaban duras huelgas, los campesinos se tomaban las tierras y los estudiantes protagonizaban las “reforma universitaria”. Producto de la crisis de los partidos de izquierda reformista, nacía el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) que miraban a la guerrilla como su estrategia. Por derecha, ésta se unificaba en el Partido Nacional y nacían grupos de extrema derecha como Patria y Libertad.
Hacia las elecciones de los años ´70, se debilitaron los partidos burgueses y llega al gobierno la Unidad Popular (UP), una coalición político-electoral del Partido Comunista (PC), Socialista (PS) y Radicales, contando con el apoyo parlamentario de la Democracia Cristiana mediante la firma de un “Estatuto de Garantías Constitucionales” para resguardar la propiedad privada y la institucionalidad. La estrategia de “vía pacífica al socialismo” llamaba a confiar en las reformas y mecanismos institucionales para superar el capitalismo. En el marco de la polarización y la reacción derechista y del imperialismo para impedir lo que llamaban “una segunda Cuba”, se vio rápidamente desbordada por las masas trabajadoras, que ocupando fábricas, tierras y poblaciones, enfrentaron en las calles la reacción derechista.
Así nacieron los Cordones Industriales el año ´72: un incipiente organismo de doble poder obrero, en que más de 500 fábricas ocupadas y coordinadas territorialmente, enfrentando en las calles a la reacción, empezaron a sobrepasar los límites de la legalidad que buscaba imponer la UP, que los llamaba a confiar en los militares y la institucionalidad burguesa y avanzar “paso a paso”.
Viendo que este ascenso obrero y popular empezaba a sobrepasar al gobierno reformista, la reacción preparó el Golpe militar más sangriento en la historia del país. El 11 de septiembre de 1973 el golpe de Estado iniciaba una nueva etapa de 18 años de contrarrevolución. Una vez más quedó demostrado, que sin un Partido Revolucionario preparado en los combates de la lucha de clases y que fusione la vanguardia obrera y juvenil con el marxismo militante en la perspectiva de la revolución socialista, no podremos conquistar nuestras demandas, derrotar a la reacción burguesa y abrir paso a la lucha por el socialismo internacional.
Argentina
Del Cordobazo de mayo de 1969 al golpe militar de 1976, Grace planteó que se desarrolló una etapa revolucionaria y sintetizó los principales hechos del ascenso obrero en tres períodos: El 69 que abre el Cordobazo en medio de la dictadura oscurantista de Onganía. Una huelga con movilizaciones copando la ciudad, con barricadas en una acción con rasgos de una guerra de guerrilla urbana con elementos insurreccionales, que después de hacer retroceder a la Policía y dominar la ciudad durante un día, es derrotada con el ejército. Luego desde el 72 el período de preparación de la política de desvío electoral, basado en las ilusiones en la vuelta de Perón como líder de las masas obreras y el fin de la proscripción del peronismo después de 13 años. El proceso electoral del 73, el triunfo de Cámpora y luego de la fórmula Perón-Perón. La muerte de Perón. Comienza un nuevo momento de enfrentamiento de revolución y contrarrevolución, ya con la clase obrera de las grandes fábricas del Gran Buenos Aires a la cabeza, desarrollando coordinadoras combativas y huelgas con tomas de fábrica con rehenes y piquetes en los portones, desarrollando las jornadas de junio y julio de 1975 que comenzaron con demandas reivindicativas que se transformaron en políticas exigiendo e imponiendo el alejamiento de los dos ministros fundamentales del gobierno de Isabel: Celestino Rodrigo y López Rega.
Luego a través de los distintos momentos de la lucha de clases y la política y programas de la izquierda, se llegó a la conclusión que ninguna de las corrientes estuvo a la altura de dirigir el proceso que se estaba desarrollando. Se necesitaba impulsar las tendencias a la independencia de clase que se desarrollaban en el proceso de las coordinadoras, ayudar desde los sectores de vanguardia a superar a la burocracia peronista, levantar en el 75 la necesidad de la derrota del gobierno de Isabel y desarrollar la política militar de la clase obrera, pero toda la izquierda se subordinó a distintas variantes burguesas, en los frentes democráticos o patrióticos que propugnaban la continuidad institucional. La burguesía ya tenía claro su objetivo: derrotar a la clase obrera que desafiaba su poder. La clase obrera producto de la falta de una dirección revolucionaria, no se proponían arrebatarselo.
Marchemos masivamente el 24 de marzo a 40 años del golpe
La charla terminó con un intercambio sobre la importancia de hacer una gran columna este 24 de marzo. Y quedó claro después de la charla, porque no podíamos mezclar las banderas con el kirchnerismo. que estando en el gobierno encumbró a un general como Milani, partícipe de la dictadura genocida, que puso en pie el llamado Proyecto X , puesto en pie para espiar a militantes y organizaciones populares. No olvidamos que Julio López sigue desaparecido y CFK, en tantos años lo borró por completo de sus discursos. Por esto consideramos vital mantener nuestra independencia política y organizar junto al EMVJ y la izquierda una gran marcha que además de reivindicar la militancia de los 30.000 desaparecidos, denuncie la criminalización de la protesta, la encarcelación de Milagro Sala tiene ese trasfondo, y el Protocolo de Seguridad que intenta prohibir las expresiones de protesta, como ya amenazó la ministra Bullrich. Y que rechace la visita del presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, denunciando que los gobiernos de ese país fueron cómplices e “impulsores” de la oleada de golpes militares en América Latina que se dieron durante la década del ‘70.
Este 24 de marzo volvemos a decir bien fuerte: ¡No olvidamos, no perdonamos, no nos reconciliamos!