Piquetes en Hollywood, una Barbie sindicalista y las puertas de Versalles. Norma Rae, una foca sospechosa y Punta del Este.
Celeste Murillo @rompe_teclas
Sábado 22 de julio de 2023 00:00
El mundo se quedó sin color rosa cuando Greta Gerwig terminó de filmar Barbie. La empresa Rosco no se había recuperado de la helada de 2021 en Texas (Estados Unidos), que afectó materiales clave para fabricar la pintura, y la cadena internacional de suministros todavía no terminaba de retomar sus ritmos prepandemia.
“¿Han pensado alguna vez sobre la muerte?”, dice la Barbie que interpreta Margot Robbie, y les cuenta a sus amigas que notó que el agua de la ducha sale fría, que se cayó al volar desde el techo de su casa y sus piecitos ya no están en punta, ahora están sobre la tierra. No se conoce mucho más de esta crisis existencial. El resto de las especulaciones se basan en la trayectoria de Gerwig (directora de Lady Bird y una reversión de Mujercitas, el clásico de Louisa May Alcott).
Como cuenta uno de los tráilers de la película, antes de Barbie, las únicas muñecas “para niñas” eran bebés. Su creadora Ruth Handler vio que su hija prefería muñecas a las que podía darles roles adultos o de chicas más grandes que ella y sus amigas. Le contó la idea a su marido Elliot, fundador de Mattel, y el resto es historia. El 9 de marzo de 1959 Barbie hizo su primera aparición en una feria de juguetes.
No es casualidad que Barbie haya nacido cuando flotaba en el aire lo que la feminista Betty Friedan llamó el “malestar sin nombre”, el de las mujeres como Ruth, que no querían quedarse en su casa y ser solamente madres y amas de casa. Sin embargo, la muñeca tiene una larga historia de debates con el movimiento feminista; su cuerpo irreal y el reforzamiento de estereotipos guiaron la mayoría de las críticas y controversias a su alrededor.
¿Sabías que siempre la odiaron más los conservadores? Entre varios motivos, los incomodaba porque antes de que fuera algo cotidiano, Barbie era una mujer independiente, trabajaba, tenía su casa, amigas y amigos, novio (pero no se casaba) y muchos intereses. La principal motivación de Handler fue que la muñeca ofreciera otras posibilidades además del matrimonio y la maternidad. Tuvo más de 200 ocupaciones: fue científica, profesora, azafata, médica, astronauta y hasta presidenta (antes de que cualquier partido del establishment tuviera una candidata).
Barbie sindicalista
Hace unos días circuló un video de Margot Robbie apoyando la huelga de actores y actrices en Hollywood. En el video, ella misma explica los derechos elementales que defiende un sindicato y por qué deberías ser parte de uno. El sindicato SAG-Aftra anunció la huelga después del fracaso de las negociaciones con la alianza de productoras y estudios. Y aunque las caras de la protesta son estrellas con la cuenta bancaria llena, esa no es la vida de la mayoría, que depende de su salario para vivir. Las empresas lo saben: un ejecutivo dijo que la estrategia es “que las cosas se estiren hasta que los miembros del sindicato empiecen a perder sus casas”, al referirse a la huelga de guionistas que empezó en mayo. Ahora, junto a actores y actrices, podrían paralizar Hollywood.
Más allá de las demandas, la huelga habla el lenguaje del clima social en Estados Unidos y otros países centrales: bronca con la desigualdad, descontento con las democracias y, cada vez más, odio a los ricos. Algo de eso se vio en el discurso de la presidenta del sindicato, Fran Drescher (seguro la conocés de La niñera). Sus palabras también hablaron más de ese clima que de ella. “Alegan pobreza, que están perdiendo dinero, mientras pagan cientos de millones de dólares a sus CEO. Es asqueroso. Me avergüenzo de ellos”.
Hollywood no es una excepción. Desde la pandemia de Covid-19, el trabajo asalariado está en discusión en Estados Unidos: la gran renuncia, la ola de sindicalización y la ola de huelgas bautizada como #striketober. La empresa de correos y logística más grande del país hoy está paralizada por la huelga de sus conductores y conductoras, que denuncian la amazonificación o uberización de las condiciones de trabajo. Esto no pasa solo en UPS, muchas empresas quieren contratos flexibles y salarios bajos, la receta millonaria de Jeff Bezos en Amazon.
En la industria audiovisual, los empresarios y los accionistas sueñan además con usar sin restricciones la inteligencia artificial para explotar todavía más el trabajo humano. “Los empleadores hacen de Wall Street y la codicia su prioridad y se olvidan de los contribuyentes esenciales que hacen funcionar la máquina”. Fran Drescher recordó en su discurso que sin esas personas las empresas no funcionan. Textualmente dijo: “compartan la riqueza porque no pueden existir sin nosotros”.
Detrás de escena. Cuando empezó la huelga de guionistas, las producciones que ya estaban escritas debían empezar a filmarse. Aunque la industria está dispersa globalmente, varias cosas se hacen en Estados Unidos y para interrumpirlas, se organizaron piquetes desde las primeras horas de la mañana en diferentes lugares. Seguro viste fotos de famosos en las redes sociales pero esa no es toda la historia. La solidaridad de sindicatos como el de conductores (Teamsters) y otros gremios fue clave. Por eso en varios piquetes se vieron carteles que decían “Gracias local 399” (que agrupa a conductores y conductoras de Hollywood). Y esa solidaridad va en ambos sentidos. En un depósito de Amazon en Santa Clarita (California), las trabajadoras y los trabajadores hacen piquetes desde fines de junio para que se reconozca su derecho a organizarse. Cuentan con el apoyo del sindicato de guionistas. Una de sus afiliadas dijo que esa pequeña acción era “un recordatorio de que la solidaridad es mucho más que un sentimiento positivo”.
Norma Rae, una foca sospechosa y Punta del Este
Norma está subida a una mesa con un cartel escrito a mano que dice “sindicato”. Es 1979 y Norma Rae se estrena en los cines. La película contaba una historia basada en hechos reales, la historia de Crystal Lee Sutton. En Norma Rae, Sally Field interpreta a una trabajadora textil de Alabama que intenta organizar el sindicato en su fábrica. Aunque cambiaron muchas cosas desde los años 1970, muchas escenas de la película pueden verse hoy. Los ritmos de explotación, el racismo como arma de los empresarios, y las acciones que despiertan solidaridad y pueden provocar ese momento de verse a los ojos y reconocerse, mientras las máquinas se apagan una a una. Si siguiera existiendo el videoclub de mi barrio, iría corriendo a alquilarla porque (no voy a mentirte) Norma Rae no está a la mano (pero se encuentra).
Deadloch es una miniserie de 8 episodios (Amazon Prime) sobre un pueblito costero de Tasmania (Australia). Sería algo así como una comedia negra policial. La aparición en la playa del cadáver de un residente de Deadloch rompe su armonía habitual. Hasta ese momento, el principal problema de la policía es contener a Kevin, una foca que causa desorden en la ciudad (incluso llega a ser señalado como sospechoso). Una pareja despareja de detectives investiga el caso mientras se suceden los asesinatos con un elemento en común: todas las víctimas son hombres. Una liga masculina responsabiliza a la alcaldesa por fomentar la ciudad como un lugar seguro para las mujeres y las personas LGBT y la acusan de provocar una revancha feminista.
Terminó la Semana Negra de Gijón, que premia la novela negra de habla hispana. Argentina tenía dos finalistas en el premio Dashiell Hammett pero esta tercera no pudo ser (en 2021 se lo llevó Claudia Piñeiro con Catedrales y en 2022, Nicolás Ferraro con Ámbar -este fue compartido-). Una de las finalistas fue María Inés Krimer con Fin de temporada (Revólver). Es parte de la saga de Marcia Meyer, la periodista que protagoniza Cupo y Noxa. En este libro, Marcia llega a Punta del Este para cubrir la vida de ricos y famosos y termina demasiado cerca del lavado de dinero, los testaferros y un cordero es arrojado desde un helicóptero a una pileta. Ninguna temporada que empieza así termina bien.
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Celeste Murillo
Columnista de cultura y géneros en el programa de radio El Círculo Rojo.