Un nuevo avance hacia una concentración editorial inédita en la industria del libro. Ganancias millonarias y una familia con pasado nazi que controla el mayor conglomerado editorial del mundo.
Cecilia Rodríguez @cecilia.laura.r
Lunes 26 de agosto 14:03
La editorial de cómics BOOM! Studios ha sido adquirida por Penguin Random House (PRH), en lo que supone un nuevo avance hacia una concentración editorial inédita en la industria del libro a nivel mundial.
En los últimos años y considerando solo el mercado del comic, PRH adquirió la distribución y el marketing de los comics de DC, así como la distribución directa en el mercado de Marvel Comics, IDW Publishing y Dark Horse Comics entre otros. Ahora suma la adquisición de Boom!: una editorial de cómics estadounidense fundada en 2005 por Ross Richie y Andrew Cosby, con sede en Los Ángeles (California, Estados Unidos).
La adquisición de PHR incluye los acuerdos con Disney para desarrollar propiedades de Boom! en películas o series. Ahora será PRH la que participará de los beneficios derivados de esa producción audiovisual. Entre las obras destacadas del sello Boom! Studios podemos nombrar la afamada BRZRKR una serie de cómics creado y escrito por el actor Keanu Reeves y Matt Kindt y dibujada por Ron Garney
Penguin Random House (PRH) es el grupo editorial trasnacional más importante del mundo, con presencia inédita en 250 países y una posición de liderazgo en los mercados del libro de Estados Unidos, Latinoamérica y Europa. El conglomerado nació de una serie de fusiones entre capitales alemanes (el grupo Bertelsmann), norteamericanos (Random House, comprada por Bertelsmann en 1998) y británicos (Penguin-Pearce, con quien Bertelsmann se fusionó en 2013 para terminar de comprarla en 2020). También absorbió editoriales de capitales portugueses, españoles e italianos (es el caso de Mondadori, cuyo nombre ya fue borrado del mundo editorial).
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Las ventas de PRH aumentaron un 7,3% en 2023, según informó la empresa matriz Bertelsmann. Los ingresos mundiales sumaron 4.530 millones de euros y los beneficios 664 millones de euros. Estados Unidos representó el 58,3% de los ingresos mundiales de PRH (2.630 millones de euros) en comparación con el 57% en 2022. La adquisición de BOOM! apunta a mejorar aún más esta posición en el mercado y a continuar en un camino de absorción de sellos que no parece encontrar coto.
Durante 2023, PRH realizó un total de 10 adquisiciones en su negocio editorial global. Esas adquisiciones incluyeron aumentar su participación en Sourcebooks del 45% a una posición de propiedad mayoritaria del 53%, junto con las adquisiciones de Playaway en febrero, Callisto Media en mayo y Hay House en diciembre.
La familia que dirige el grupo Bertelsmann, ya propietaria única de PRH, tiene un admitido pasado nazi. Nacida como editorial religiosa en 1835, la pequeña empresa familiar se convirtió en un gran grupo haciendo folletos para las fuerzas armadas nazis (que por otro lado sí quemaban libros ¡los de la competencia!). Sus plantas en países como Lituania operaban con mano de obra esclava de los campos de concentración. Cuando ganaron los aliados, Bertelsmann se presentó ante las nuevas autoridades como una editorial que había sido perseguida por Hitler y obtuvo, para 1947, una licencia de publicación. Pero el pasado heroico era mentira y así lo demostró la Comisión Independiente que investigó en 2002 la historia de la compañía y la obligó sacar la mentira de sus páginas.
En 2020, PRH, ya enteramente en manos del grupo Bertelsmann, demandó ante tribunales norteamericanos a “Internet Archive” por difundir de forma gratuita versiones escaneadas de algunos sus libros en el contexto particular de la pandemia. La demanda era por “infringir derechos de autor”, pero lo cierto es que un grupo de esa magnitud puede pagar derechos sin problemas también para los libros que se difunden escaneados en un contexto excepcional. Solo bastaba que “Internet Archive” informara sobre las descargas y se podía implementar. ¡Ni siquiera ese gesto!
En Argentina, PRH lidera el mercado del libro junto con el grupo Planeta, de capitales españoles. Entre las prácticas usuales de estas compañías está el de realizar numerosas trampas para no pagar adecuadamente los derechos de autor a escritores y escritoras, así como destruir libros que no se venden rápido, ya que repartirlos de forma gratuita en escuelas y bibliotecas, o conservarlos como fondo, representa costos de logística o impositivos que se quieren ahorrar.
El negocio capitalista es incompatible con el reconocimiento de la cultura como un derecho, o, más bien, para ellos la cultura tiene derecho a circular solo si les produce una ganancia. Por eso es necesario pelear por medidas extremas que pongan un límite a la voracidad de estos grandes grupos, incluyendo cobrar impuestos progresivos a los conglomerados para promover, desde ahí, incentivos a la lectura, ayudas a las bibliotecas populares y fomentos a la producción de libros de pequeñas y medianas editoriales, así como de colectivos de artistas independientes.