La provincia de Corrientes continúa siendo una de las más afectadas por el monocultivo en el país. A la abundancia de agua y la fertilidad de sus suelos se suma una legislación ambiental corrupta, factores que la convierten en un blanco perfecto para satisfacer los intereses de los grandes empresarios. La falta de control por parte de los organismos gubernamentales hacen que los monocultivos forestales y arroceros sean las principales causas de los incendios masivos que se produjeron y siguen produciendo en todo este territorio, así como en la mayoría del resto de provincias del país y de Latinoamérica.
Domingo 12 de febrero de 2023 13:48
El último informe arrojado por el gobierno provincial sobre el inventario forestal de la provincia de Corrientes, data de diciembre de 2018. El mismo manifiesta un crecimiento del 3% en la superficie dedicada a la actividad forestal, respecto del 2015. Asimismo, dan a conocer además que la provincia cuenta con 516.771 hectáreas de plantaciones de pinos y eucaliptos. Con declaraciones expresas de ministros y del gobernador de llegar a las 2.000.000 de hectáreas (mismo tamaño que ⅓ de Misiones) para el 2025.
El incremento del índice de pobreza en la provincia, según el INDEC en los últimos 20 años, deja en claro que el lema del gobierno “que fomentan el desarrollo y el progreso” es más verso que otra cosa.
Los “Defensores del Pastizal” y la Asamblea “Basta de Quemas” -la primera una ONG socioambiental y la segunda una Asamblea de ciudadanxs autoconvocadxs- nos dicen los monocultivos: “son grandes extensiones de terreno cultivadas con una sola especie" como por ejemplo, los pinos. El peligro está en que estas plantaciones se disponen de forma homogénea, facilitando el avance del fuego porque los pinos son combustión ideal para la propagación rápida del mismo.
Cada pino consume 70 litros de agua por día, secan los suelos por sus raíces invasivas que a su vez no permiten que crezca la flora nativa a su alrededor, la corteza, hojas (hifas) y ramas que desprenden son de alta combustión, sudan aceites y resinas altamente inflamables y tóxicas para los pobladores. No solo el suelo sufre un gran desgaste sino que además generan un ambiente ideal para los incendios por causa de la combustión del material seco que acumulan. Junto a los ecosistemas desaparecen las comunidades originarias, tradiciones, cultura y biodiversidad que caracterizan a Corrientes.
Existen otras alternativas de producción frente al monocultivo, como la agricultura agroecológica o el policultivo, sin embargo los grandes empresarios siguen optando por este modelo de producción por lo rentable que les resulta a ellos por dos razones: altas ganancias y pocas regulaciones ambientales. Además los monocultivos de pinos y eucaliptos se pueden producir a escalas masivas en poco tiempo. Queda más que claro que a las multinacionales y al gobierno no les importan el deterioro y la pérdida del suelo, los incendios que afectan a la población y la desaparición de la flora, fauna y funga nativa.
“La plantación de nuevas hectáreas de pinos implica: deforestación de ecosistemas nativos (pastizales y bosques), sequías intensas por la cantidad de agua que consumen, violación de derechos humanos a los trabajadores de las forestales, terrenos secos y propicios para la expansión rápida del fuego, comunidades rodeadas de agrotóxicos, contaminación, degradación y desaparición del suelo, ríos y cuerpos de agua” (información brindada por “Defensores del Pastizal”).
Incendios, sequía, pérdida de bosques y destrucción del suelo, son los efectos negativos que nos sirven para dimensionar la realidad en la provincia. Los grandes medios no comunican por estar alineados al oficialismo y cuando lo hacen maquillan la información sin mencionar a los responsables, vendiendo al desarrollo forestal como el progreso y el desarrollo de la provincia.
En noviembre de 2021, el gobernador de Gustavo Valdés, anunció la construcción de un mega aserradero con capitales austríacos-belgas del grupo Timber Group, una multinacional que tiene restringida la plantación de monocultivos forestales en varios países de Europa. Este aserradero será el más grande del país, según Valdés, generaría puestos de empleo para los correntinos, cuando ni siquiera emplean emplean trabajadores de la provincia.
Dos meses después, en diciembre de ese mismo año, Corrientes pasó a convertirse en la provincia más incendiada del país. A principios de 2022 se registraron más de 1 millón de hectáreas quemadas, aproximadamente un 11% de la provincia, sufriendo así una de las peores catástrofes ambientales de su historia.
Las manifestaciones que se organizaron desde la Asamblea Basta de Quemas denunciando esta situación no se hicieron esperar, y continúan hasta la fecha, porque los incendios en la provincia también continúan, más allá de que la difusión no sea tan grande como la del año pasado.
Resulta difícil de creer la cantidad de derechos tanto humanos como ambientales que se han perdido y violado en este proceso impulsado por la corrupción de los gobiernos tanto provincial como nacional, por causa de la implementación de estos modelos extractivistas, los cuales benefician económicamente a muy pocas personas, mientras que perjudican a millones.
Los empresarios, con su sed de enriquecimiento personal, contaminan el aire, el agua y los alimentos que consumimos, destruyen ecosistemas afectando directamente al clima y al ciclo de lluvias. Especies de plantas y animales nativos se hallan en estado de amenaza y algunos en extinción, cuando el gobierno sigue sin siquiera brindar una respuesta en los medios.
Esta historia continúa en 2023, y no sólo en Corrientes, sino que se extiende a Chubut, donde los monocultivos forestales han provocado grandes estragos con incendios de gran magnitud. Es fundamental el papel que juega el extractivismo con el esquema de la industria maderera, y el estado en estos incendios cada vez más frecuentes en el país. Los pinos hoy ocupan 100 mil hectáreas en el sur argentino. El problema se extiende no solo en todo el país sino que va más allá. En Chile por ejemplo, se está viviendo un ecocidio. En la zona de Chillán, al sur de Santiago, los incendios dejaron un saldo de 22 muertos y 10 desaparecidos, así como 45 mil hectáreas convertidas en humo y cenizas.
Desde La Izquierda Diario consideramos que los problemas ambientales son una constante en el sistema de producción capitalista, puesto que dicho sistema solo vela por los intereses y bienestar de un grupo reducido de personas, como si viviéramos en una especie de feudalismo moderno; en el que la clase dominante saca ganancias por la explotación de trabajadores, pueblos indígenas, animales y ecosistemas de todo el mundo.
Es importante recordar que los monocultivos matan, las plantaciones de pino y eucalipto NO SON BOSQUES, más allá de que las empresas y los gobiernos nos venden esa información falsa o lo maquillan bajo el nombre “bosques implantados/cultivados”.
Dicen que la producción de pinos significa progreso, cuando es exactamente lo opuesto: la destrucción del ecosistema y dejan consecuencias gravísimas e irreversibles a largo plazo.
Significan un futuro donde la escasez de alimentos, agua y otras necesidades básicas sean muchísimo mayores, afectando nuestra calidad de vida, y corriendo grave peligro nuestra vida.
Por eso luchamos por políticas ambientales sustentables, por un modelo de producción sostenible, por una ley de humedales, y sobre todo por un sistema alternativo al capitalismo, que proteja a la población y al medio ambiente.
En Corrientes las empresas multinacionales en conjunto con la Dirección de Recursos Forestales (DRF, comandada por Luis María Mestres) y el Instituto Correntino del Agua y del Ambiente (ICAA, comandada por Mario Antonio Silva) son los responsables directos del ecocidio. La catástrofe ambiental que vivió Corrientes tiene nombres y apellidos que no debemos olvidar jamás.
El Estado, el gobierno nacional y provincial, las empresas y el sistema capitalista son responsables.