Ante la escasez de vacunas el gobierno nacional, al igual que en otros países, discute aplicar solo la primera dosis de la vacuna Sputnik V y postergar la segunda. Estas decisiones se toman sin evidencia empírica de su efectividad y posibles consecuencias.
Lunes 11 de enero de 2021 19:53
Este lunes, Carla Vizzoti, Secretaria de Acceso a la Salud del Ministerio de Salud de la Nación, anunció que desde el gobierno se está evaluando la posibilidad de aplicar solamente una sola dosis de la Sputnik V y así poder vacunar a más gente. Sin embargo, ¿hay evidencia científica acerca de la efectividad de esta estrategia?
La realidad es que, al menos todavía, no. Desde Rusia sí se anunció, el mismo día, que van a comenzar con ensayos de la “Sputnik-Light” que sería una vacuna basada en la Sputnik V pero de una dosis, a la que la describen como solución provisoria debido a la alta demanda de la vacuna. Pero esta nueva versión se encuentra en desarrollo y no es equivalente a aplicar una sola dosis de la versión tradicional.
Una medida improvisada en otros países también
La estrategia que evalúa el gobierno aplicar no es única en el mundo. En países como en Inglaterra e incluso en Estados Unidos, se están considerando propuestas similares con las vacunas de Pfizer/Biontech, la de Oxford/AstraZeneca, y la de Moderna. Estas medidas despiertan el debate de la comunidad científica sobre si es correcto aplicar estas estrategias o no. Al respecto tanto la OMS como el Dr. Anthony Fauci (asesor del gobierno de EE.UU.) advierten que estas recomendaciones carecen de evidencia empírica.
Según informa The Guardian, habría evidencia que justifica estirar a 12 semanas entre la primera dosis y la segunda dosis de la de Oxford/Astrazeneca. Pero la posibilidad de ampliar el período entre la aplicación entre la primera y la segunda dosis ha sido rechazada por los propios fabricantes de las vacunas de Pfizer.
El principal motivo por el cual se toman estas medidas es más es por la necesidad de vacunas ante el crecimiento de una segunda ola sin tomar medidas de emergencia, que por basarse en evidencia científica.
¿Por qué son necesarias dos dosis?
Los mecanismos de acción de las vacunas de Pfizer-Biontech, Oxford/AstraZeneca y de Sputnik-V son diferentes, por lo que se debería contar con la información apropiada antes de tomar esta decisión. Según la página oficial de Sputnik-V, esta vacuna utiliza tipos diferentes de vectores adenovirales (rAd26 y rAd5) para la primera y segunda dosis de la vacuna, reforzando así su efecto inmunizador. Para los científicos rusos, esta es una idea novedosa, desarrollada con el objetivo de lograr una inmunidad duradera. En el gráfico puramente ilustrativo que se encuentra en la página puede inferirse que a los 21 días de aplicada la primera dosis se alcanza un pico de inmunidad, la cual luego decae si la segunda dosis no es suministrada.
Por otra parte, como fue informado por la agencia Reuters, una desventaja encontrada por los fabricantes de Sputnik V es que el segundo componente es menos estable, por lo que el proceso de producción acaba en un exceso del primer componente. Precisamente las 300.000 dosis recibidas por Argentina corresponden a excesos de producción del primer componente.
Sin embargo, algunos virólogos sugieren que postergar la aplicación de la segunda dosis, dejando a gran parte de la población con una protección incompleta podría ser una pésima estrategia, con independencia de la vacuna que se use. Por ejemplo Paul Bieniasz, de la Universidad Rockefeller, señaló que podría favorecer la aparición de variantes del virus resistentes a la propia vacuna. Incluso aplicar la vacuna cuando hay una gran circulación del virus no sería una buena idea, sino que debería esperarse que disminuyera la circulación comunitaria antes de aplicarla. Cuando se demora la aplicación de la segunda dosis “esencialmente estás maximizando la oportunidad de que el virus ‘aprenda’ sobre el sistema inmune humano. Que aprenda sobre anticuerpos. Que aprenda cómo evadirlos”, señaló.
Una conclusión final
La alegada escasez de vacunas es un aspecto más de dejar la salud humana en manos de compañías farmacéuticas, que sólo buscan aumentar sus ganancias e imponer sus condiciones para mejorar sus negocios como lo evidencia, por ejemplo, la negociación del gobierno nacional con la gigante Pfizer. Los intentos de suspender los derechos de propiedad intelectual sobre las vacunas, presentado por países como Sudáfrica e India, no han avanzado por la negativa de los gobiernos de las grandes potencias. Con esta situación, los países ricos que representan el 13% de la población mundial acaparan más del 50% de las dosis de vacunas producidas hasta ahora. Necesitamos que las vacunas sean de acceso gratuito y universal no solo para que la crisis no recaiga sobre las grandes mayorías, sino también para cualquier intento serio de enfrentar la pandemia.
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Santiago Benítez
Dr. en Biología. Investigador del Conicet. Militante del Partido de Trabajadores Socialistas (PTS).