Las protestas contra el aumento de los alimentos y combustibles ya llegaron a Irak, Albania y Sudán. La guerra en Ucrania aceleró el proceso inflacionario de los países que dependen de la importación de alimentos e hidrocarburos. En el caso de Sudán las movilizaciones también piden la caída del Gobierno militar.
Juan Andrés Gallardo @juanagallardo1
Viernes 18 de marzo de 2022 10:37
Miles de manifestantes marcharon durante los últimos días por las calles de la capital sudanesa, Jartum, y en otras ciudades del país, en medio de la creciente ira por el alza de los precios de la electricidad, el combustible y el pan, que se suman al malestar social con un Gobierno militar ilegítimo que viene de dar un golpe en octubre de 2021.
Un funcionario del Programa Mundial de Alimentos de la ONU señaló que casi la mitad de la población de Sudán enfrenta hambre aguda, el doble de lo estimado el año pasado. Los precios de los alimentos y otros bienes esenciales pueden aumentar en el transcurso de un solo día.
El movimiento de protesta ha cobrado un nuevo impulso a medida que los ciudadanos comienzan a sentir la crisis de los fuertes aumentos en los precios de la energía y los alimentos, mientras que la moneda de Sudán ha perdido una cuarta parte de su valor.
El domingo, el precio del pan subió de 35 a 50 libras sudanesas, o de cinco a siete céntimos de euro, y el coste del transporte subió un 50%.
Además, la semana pasada, el gobierno militar devaluó la moneda local hasta alcanzar las 610 libras sudanesas frente al dólar, lo que no hace más que empeorar las condiciones de vida y el poder de compra, que se ha visto degradado en las últimas semanas.
Esto fue suficiente para multiplicar las protestas que se enfrentan a una dura represión policial.
La marcha del jueves fue la tercera y más grande de esta semana en la capital. También se informaron manifestaciones en Port Sudan, Gadaref, Atbara, Nyala y otros lugares.
En Jartum, los manifestantes marcharon a menos de 400 metros del palacio presidencial, desafiando la represión con gases lacrimógenos y soldados armados.
Estas movilizaciones se suman a las del inicio de semana protagonizadas por estudiantes de secundaria, en Damazine, a 800 km al sureste de Jartum, o las marchas en Atbara, 250 kilómetros al norte de Jartum, donde los trabajadores ferroviarios iniciaron el sábado una huelga que dicen es indefinida.
“La situación se ha vuelto insoportable: no nos han pagado durante dos meses”, explicó uno de ellos a la agencia AFP.
Las protestas en Sudán se suman así a las registras los últimos días en Albania e Irak, todas ellas producto del reciente aumento de los combustibles y los alimentos derivados de la invasión de Rusia a Ucrania (que juntos representan casi una cuarta parte de las exportaciones mundiales de trigo y también son grandes exportadores de maíz, cebada y otros granos de los que depende gran parte del mundo para producir alimentos).
En el caso de Sudán, se le suman las protestas contra el golpe militar que en octubre pasado desplazó del poder al "gobierno de transición" que ellos mismos habían conformado con sectores civiles tras las movilizaciones que en 2018 acabaron con la dictadura de Omar al-Bashir.
Recordemos que tras varias décadas en el poder Omar al-Bashir cayó meses después de anunciar una triplicación del precio del pan, profundizando las condiciones sociales de miseria ya existentes.
No por nada la ONU alerta sobre oleada de hambruna global acelerada por la guerra en Ucrania, y no son pocos los analistas que pronostican una "guerra del pan", es decir una nueva marea de levantamientos y rebeliones a la que algunos no dudan en calificar como una nueva "Primavera Árabe".
Juan Andrés Gallardo
Editor de la sección internacional de La Izquierda Diario