Las imágenes de la crucifixión pública de menores por parte del cura Jesús Olmedo generaron repudio en todo el país pese al silencio del Estado y de las empresas periodísticas.
Sábado 10 de junio de 2017 11:05
Este viernes estalló la polémica tras conocerse la noticia de la crucifixión de cinco personas, entre los que se encontraba un niño de nueve años, en el marco de la denominada “Marcha por la Paz” convocada por Jesús Olmedo, conocido cura de la Prelatura de Humahuaca de la provincia.
La marcha a la que convocó la Iglesia por “la paz y la justicia”, “en contra de guerra” y “por los niños” durante la mañana del miércoles 7 tuvo como protagonistas a los niños de las escuelas de la zona y contó con el aval del Ministerio de Educación, que autorizó la suspension de actividades de todas las escuelas de todos los niveles de esa localidad jujeña.
La acción generó indignación de padres y docentes cuando uno de los menores, luego de cuatro horas de estar crucificado, comenzó a llorar y pidió que lo bajasen. Y más bronca provocó aún cuando el mismo Olmedo celebró la crucifixión del niño y caratuló el acto como una “hermosa celebración”.
Sin embargo, según pudo constatar el periodista Juan Funes de Página/12 en conversación con madres y padres de los niños convocados a la marcha, “el cura les dijo a los chicos de la escuela que se iban a hacer crucifixiones, que avisen a sus casas. Pero no hubo ninguna notificación institucional”. Otra mujer denunció que “no sabía que iban a crucificar gente, en la autorización figuraba que iba a ser una marcha nada más, me gustaría saber cuál es el mensaje del cura con estos actos”.
Complicidad mediática
Olmedo es conocido en la provincia por este perverso método, característico durante los 90, donde impulsaba a trabajadores a crucificarse como método de protesta. En este caso el repudio se generó a partir de que las imágenes de este hecho y las notas sobre la crucifixión recorrieran el país generando una gran polémica.
Pero en Jujuy los principales medios locales, la Iglesia y el Ministerio de Educación saludan el “festejo por la paz”. Saludo al que se sumaron incluso las autoridades de Humahuaca, que adhirieron a la actividad y expresaron su apoyo a esta iniciativa. Pero ninguno de ellos dijo nada del niño y el adolescente que fueron crucificados en la plaza pública ni de las amenazas a los padres y docentes que cuestionaron la situación.
“Hay mucha persecución hacia la gente que critica estas cosas. Muchos dicen que son prácticas autóctonas y que los que no son de acá no entienden. Yo creo que estos actos no hacen más que reproducir la opresión que la Iglesia Católica siempre aplicó sobre los pueblos originarios”, dijo una docente a Página/12, aunque prefirió no dar su nombre. Se sabe que hubo amenazas directas a madres de niños no enviaron a sus hijos al acto.
La Iglesia, el Estado y los grandes medios coinciden en avalar un método que naturaliza y exalta la victimización y el sufrimiento como únicas herramientas para denunciar los grandes problemas que genera el capitalismo y que ellos acompañan desde los diarios, los púlpitos, las legislaturas y el senado.
Obviamente nunca van a cuestionar la intromisión constante de la Iglesia, una institución denunciada por proteger a los curas abusadores que pueblan sus filas, por interferir en el acceso a la educación sexual integral y científica y por oponerse al derecho al aborto legal seguro y gratuito (que se cobra la vida de 300 mujeres al año en el país) tanto en las escuelas como en el Estado de conjunto.
Por el contrario, los medios saludan sus iniciativas y desde el Ministerio de Educación promueven la educación católica (único credo permitido dentro de la educación “religiosa”, encima) en las escuelas públicas.
Pero la denuncia de padres y alumnos dan muestra de que el poder y la opresión que esta ancestral institución ejerce sobre ellos comienza a ser cuestionada.