En el primer día de la Cumbre y tras un encuentro con representantes de la oposición de derecha, el vicepresidente estadounidense Mike Pence anticipó parte de su discurso: la exigencia de más sanciones a Venezuela.
La Izquierda Diario Venezuela @LaIzqDiario_VE
Sábado 14 de abril de 2018
Desde la Casa Blanca ya lo habían anunciado. Estados Unidos aprovecharía la Cumbre de las Américas para una mayor arremetida en su injerencia imperialista de la mano de todo el derechismo continental. El hecho de que Trump no haya asistido a dicha Cumbre no quiere decir que Estados Unidos no seguirá en su línea de orquestar una línea más agresiva hacia el gobierno de Maduro.
Un representante del Departamento de Estado ya había anunciado que esta Cumbre “es una oportunidad para hacer frente a la crisis humanitaria, quizá mediante nuevas respuestas regionales, y para mejorar los apoyos para lograr más acciones en la OEA (Organización de Estados Americanos)" y que "movilizaremos el potencial de nuestro continente haciendo compromisos concretos…". Confiando, de acuerdo a estos mismos voceros, en "lograr el apoyo" de más naciones de esa región para "una acción más concertada en la organización política continental”.
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Así, el vicepresidente de EEUU, Mike Pence dijo este viernes que aprovechará su discurso y sus reuniones en la Cumbre de las Américas para pedir a Latinoamérica y al mundo que aumenten sus sanciones a Venezuela. El vicepresidente yanqui declaró luego de reunirse con dirigentes de la oposición de derecha de Venezuela poco después de su llegada a Lima que: "Nuestro mensaje buscará unir a nuestros aliados para afrontar esta crisis humanitaria, pero también traemos un llamado a (imponer) más sanciones, más aislamiento y más presión diplomática, empezando en nuestro continente pero también en el resto del mundo, para reconocer que Venezuela es una dictadura".
Esta VIII Cumbre de las Américas que comenzó este viernes en Lima, se da con la ausencia, por distintos motivos, de Donald Trump y Nicolás Maduro. Trump anunció hace solo unos días que no participaría de la Cumbre para seguir la situación en Siria, a la que amenazó con bombardear, enviando en su lugar a su vicepresidente Mike Pence. Pero la ausencia del presidente venezolano se debe al veto del propio gobierno peruano, a pedido de Estados Unidos y con el apoyo del Grupo Lima. Esta había sido una de las exigencias de Trump, que fue apoyada por la docena de países que conforman el Grupo Lima y cuyo único objetivo es ser los voceros regionales de la política injerencista de EE.UU. sobre Venezuela. Ambas ausencias le han dado un carácter bastante deslucido a dicha Cumbre.
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Sin embargo, no es muy claro qué tipo de sanciones podrían aplicar los distintos países latinoamericanos. La línea adoptada por el gobierno de Panamá que encabeza Juan Carlos Varela, actuando como ficha de Estados Unidos, ha provocado mayor tensión entre ambos países. Panamá publicó una lista de 55 personas de alto gobierno del chavismo, entre ellos el propio Maduro, y 16 empresas, porque, de acuerdo al gobierno de Varela, suponen un "alto riesgo en materia de blanqueo de capitales, financiamiento del terrorismo y financiamiento de la proliferación de armas de destrucción masiva". Una situación que fue escalando, con una respuesta del gobierno de Maduro a un nivel superior de ruptura de relaciones comerciales con muchas empresas, y que ha terminado en el retiro mutuo de embajadores.
De ampliarse esta situación, seguramente habría un aumento la tensión regional. Pero lo que también es claro es que podrían avanzar en hacer preparativos para un eventual agravamiento de la situación interna en el país que, por ejemplo, pudiera detonar una mayor migración o un colapso interno, pero todo esto es para allanarle el camino a los partidos de la derecha y mayor penetración imperialista, tras un desastre mayor que caería sobre la población que ya viene padeciendo las calamidades de la catástrofe económica imperante.
El argumento tanto del imperialismo como de todo el derechismo continental –que actúan como peones en el juego de intereses de Estados Unidos– para avanzar en su injerencia en Venezuela es el de la “crisis humanitaria” y sobre la “democracia”. Pero el uso de las calamidades que sufre el pueblo por parte de los países imperialistas, bajo el nombre de “crisis humanitaria”, no es más que una utilización política, y lejos están de interesarles los padecimientos y el drama que se viene sufriendo en el país.
En verdad es un argumento cínico para dar cobertura a una mayor injerencia, pues el imperialismo estadounidense ha sido responsable de tantos desastres humanitarios en varias regiones del mundo; basta observar las oleadas migratorias producto de las guerras en Medio Oriente, Siria y otras regiones del mundo. Más aún, llevan a cabo una política criminal dentro de sus propias fronteras hacia los millares de migrantes, acrecentando la xenofobia y el odio. Por eso, el verdadero contenido de estas preocupaciones “humanitarias” en Venezuela no es otro que encubrir los aprestos intervencionistas y legitimarlos ante la opinión pública internacional, con el respaldo de este tipo de Cumbres como la que se realiza en Perú u organismos multilaterales como los de la OEA. No tiene otro objetivo que el de recuperar la influencia política del imperialismo sobre el país a través de un gobierno títere y volver a hacer grandes negocios a costa del pueblo trabajador.
Hay que denunciar categóricamente todo tipo de sanciones imperialistas contra Venezuela y cualquier amenaza de intervención, sea con pretexto "humanitario", "anticorrupción" o "narcotráfico", porque no es esto lo que le interesa al imperialismo (máximo responsable y beneficiario de estas lacras a expensa de los pueblos), sino "recuperar a Venezuela" según sus intereses con un gobierno adicto, y para ello se sirve de la derecha continental. Rechazar la injerencia imperialista no significa en modo alguno avalar la política hambreadora y represiva del gobierno de Maduro que se apoya en las Fuerzas Armadas.