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Opinión. De L-Gante a Toyota: el rap de la precarización en la escuela y el trabajo

Ante un país con números altísimos de precarización laboral, desocupación y la expulsión de miles de pibes del sistema educativo, aparecen discursos y "soluciones" que proponen los empresarios y el gobierno. El problema inmediato del futuro para la juventud.

Miércoles 11 de agosto de 2021 11:24

Las expresiones del CEO de Toyota durante la última semana dejan entrever muchos de los problemas que hoy atraviesa la juventud. La desocupación, la precarización laboral y el “abandono del secundario”. Dijo que “se nos hace difícil en nuestra área geográfica encontrar esas 200 personas con secundario completo, porque en Buenos Aires se perdió el valor de un secundario”. No se trata de “valores” en vez de la realidad a la que es arrojada la mayor parte de los jóvenes en la que dejan los estudios para salir a laburar porque no hay comida en casa. Una falta de oportunidades que consiste en la imposibilidad de poder planificar, organizar un futuro en el que no tengan que preocuparse de necesidades básicas como alimentos, salud y vivienda.

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En este marco, las declaraciones del ministro de Producción, Kulfas, atienden más al problema del dueño de Toyota de poder tener más cuerpos educados que explotar, que al de millones de jóvenes a lo largo y a lo ancho del país. En Radio Continental dijo que “Lo que pasó en Toyota muestra los problemas que tenemos que ir superando. Tenemos un desafío enorme con el ministro de Educación. Bienvenido que esto esté en la agenda, cómo logramos que los chicos se inserten en el mercado laboral”. Esto muestra la naturalización de estos problemas estructurales que luego se traducen a las medidas que piensan como soluciones a esos problemas pero que son completamente insuficientes.

El caso del “abandono del secundario” ya inauguró el año electoral con la discusión mediática por la computadora de L-Gante. Esa discusión quedó completamente anulada cuando se dio a conocer que el rapero todavía no había terminado el colegio y que había tenido que laburar en una fábrica por necesidad. Mientras Viviana Canosa y Feinmann se burlaban del “churro mixto” y lo estigmatizaban por pobre, desde el gobierno nacional, en boca de la misma Cristina, se conformaba un discurso meritocrático. Por eso se hablaba de los esfuerzos de Elián pero no del contexto de donde viene. Un contexto duro, donde seguro muchos amigos también tuvieron que dejar el colegio para laburar y aunque rapeen y le dediquen el poco tiempo que tienen no llegan a la cima. Lo que dijo la vicepresidenta de L-gante en ese momento era para fomentar esa ilusión de la movilidad social, que es solo eso, una ilusión. Con estos dichos, quiere vender que si uno se esfuerza se puede avanzar, cuando la realidad que se vive en los barrios, es otra.

Hay que decir que tanto la palabra “abandono” como “deserción” son palabras imprecisas para definir correctamente el problema. Estos términos implican un abandono voluntario de la escuela, lo que sería una negación de la realidad. La palabra que iría mejor es la de expulsión y no porque las docentes y los docentes no se preocupen por la situación de sus estudiantes, sino que es la misma necesidad de salir a trabajar extensas horas para poder comer o pagar el alquiler, la imposibilidad de la conectividad en la pandemia, entre otros. Y después del trabajo, que la mente y el cuerpo les permitan estudiar o hacer algo que les entusiasme es todo un desafío.

Los datos que se conocen al día de hoy alrededor del “abandono” de los estudios secundarios son de antes de la pandemia. En el 2019, según el CIPECC (Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento), la mitad de los alumnos que ingresan a la educación secundaria la abandonan, y de los que se egresan solo el 27% lo hace en la cantidad de años estimada. Todavía más alarmantes son los datos que dejó el 2020 en los que se muestra que el 16% de niños y niñas entre los 13 y 17 años realizan algún tipo de actividad ligado al mercado laboral.

“Te sumo, te uso, te rompo y te tiro”

El ministro de producción salió a hacer declaraciones y no es casualidad. En la casa rosada están nerviosos por el dato aterrador para ellos que es que el 73,5% de los jóvenes entre 16 a 29 años opina que el gobierno del Frente de Todos los acompañó “poco y nada” en materia laboral y educativa.

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Sin embargo, por las distintas declaraciones de potenciales empleados de Toyota que sí tenían el título secundario, se entrevía la verdad de la no contratación por parte de la multinacional japonesa: la mayoría de quienes participaban en el proceso de selección eran desechados tras los exámenes preocupacionales. Muchos de los operarios de la empresa que produce una camioneta Hilux en 94 segundos, cuentan que muchos trabajadores se van de la empresa arreglando porque tienen enfermedades crónicas o porque “se rompen”.

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Hoy la desocupación en ese rango etáreo que está descontento con el gobierno,es de un 25% en mujeres y un 17% en varones. La respuesta de Alberto Fernández fue crear el programa de empleo “Te Sumo”. Este programa beneficia a las empresas bajando hasta el 95% de los impuestos. Además solo contrataría a 50.000 jóvenes entre 18 y 24 años a quiénes les pagarán un sueldo entre los $15.000 y $30.000. Una ganga. Las empresas como Toyota quieren que el Estado eduque y capacite a los chicos para que cuando salgan del colegio ya estén predispuestos a ir a romperse a la línea de producción. Esa capacitación que antes se hacían cargo las mismas empresas, cubriendo el salario por la misma. Así, se conformaría el ciclo cada vez más común donde los pibes son como herramientas descartables: “te sumo, te uso, te rompo y te tiro”.

Una mención aparte merece el hecho de que hay gente sobrecalificada en los trabajos. Tienen estudios superiores al secundario e igualmente no consiguen trabajo de lo que estudiaron o directamente no consiguen trabajo.

El 9 de agosto, el presidente Allberto Fernández lanzó en su acto de campaña la segunda etapa del plan Argentina Programa, que busca capacitar a 60 mil jóvenes en materia técnica. Este plan va a tono con el pedido de Daniel Herrero, el CEO de la automotriz japonesa en Argentina. Los programas que viene lanzando el gobierno no llegan ni a la mitad de jóvenes desocupados.

Los que agitan la reforma laboral.

Entonces los problemas estructurales del país en relación al mercado laboral y la juventud con estas medidas están muy lejos de solucionarse. Por el contrario, gobierno tras gobierno han profundizado la precaria situación de millones heredada desde la dictadura y el menemismo. Ahora algunos hasta agitan la reforma laboral. Randazzo, el ex cristinista dijo que hay que “discutir si no es mejor un seguro de desempleo que la indemnización”. Los que se abanderan de la libertad como Milei que lleva en sus listas de candidatos a diputados en la Ciudad de Buenos Aires a gente pro dictadura, una de ellas, Victoria Villarruel que niega la existencia del Terrorismo de Estado. ¿Qué proponen? Milei contestaba: “(...) si la gente cree que la educación es un derecho, alguien lo tiene que pagar. Yo soy partidario de que toda la educación sea arancelada y que se financie con un sistema de vouchers” (cupón de pago de servicio educativo). Y, de paso cañazo, arremetió contra la educación pública argentina, asegurando que en la Universidad de Buenos Aires (UBA) “adoctrinan a la gente para que robe”.

El futuro que deseamos es el futuro que peleamos

La única propuesta que realmente podría significar una solución de fondo a esta problemática es el reparto de las horas de trabajo entre ocupados y desocupados con un salario igual a la canasta familiar, como dicen en el Frente de Izquierda Unidad (Lista 1A). De esta manera se podría lograr terminar con la desocupación. También se podría trabajar menos horas lo cual no solo lograría no “romperse” en el trabajo sino que el tiempo fuera de la jornada laboral lo podrían utilizar para estudiar, no solo el secundario sino una carrera universitaria, o hacer lo que les apasiona. Un salario igual a la canasta familiar lograría que no tenga que salir toda la familia a trabajar y así, los pibes puedan hacer otras cosas que no sean ir a romperse a una fábrica como la que tiene Toyota en la que a los 24 años no servís más porque te rompiste. Los jóvenes ya saben cómo conquistar esto: hay que organizarse y salir a la calle.

Hoy la mayor parte de los jóvenes no puede ni pensar en el futuro. No se imaginan dónde estarán de acá a 5, 10 o 15 años siquiera. Y esto es porque se preocupan por garantizarse el mango día a día. Pero lo más probable es que si tuvieran necesidades básicas resueltas como comer, tener una vivienda digna y poder atenderse en un hospital podrían planificar otras cuestiones que les interesan como estudiar, hacer arte, deportes, viajar y pasar tiempo con sus seres queridos. No puede ser una utopía tener lo básico. Es indispensable que la juventud pelee verdaderamente por el futuro que desea.

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