En CABA, el pacto de unidad nacional de Horacio Rodríguez Larreta con el Frente de Todos en el marco de la crisis sanitaria, se fortalece con la votación de un nuevo endeudamiento. Mientras tanto, las familias de nuestros pibes pasan hambre y se quedan sin trabajo ¿Para qué nos estamos preparando? Desde nuestra agrupación Marrón, los docentes del PTS en el Frente de Izquierda, peleamos para que los sindicatos docentes como UTE y Ademys jueguen un rol e intervengan activamente en esta crisis, se pongan a la cabeza de pelear contra el hambre y el desempleo, abriendo las escuelas, poniéndose a la cabeza de que se cumpla el fallo del amparo y peleando por un salario de cuarentena de 30 mil pesos, sobre la base al impuesto a las grandes fortunas.
Viernes 10 de abril de 2020 22:35
Los padecimientos de las familias son muy fuertes. Las mamás, papás y los hermanos, nos cuentan de muchos casos que fueron despedidos. “Los hermanos más grandes trabajaban en una panadería, los dos juntos, fueron despedidos, estamos desesperados. Uno justo tuvo mellizos”, “mi marido estaba en Ubber, no vemos un peso hace semanas”, y compartimos entre docentes los testimonios de las familias en cada escuela.
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Mientras terminamos estas líneas, la policía de la provincia de Buenos Aires reprime brutalmente en Quilmes a trabajadores del Frigorífico Penta que reclaman por salarios. Esta situación es desesperante. Sabemos que la pandemia se combina con una crisis económica que tendrá un tendal de desocupación mucho mayor. Las escuelas son una caja de resonancia de los padecimientos de la sociedad. El rol asistencial que la escuela nunca dejó de tener, aumentará, pero esta vez con una crisis aguda. Crisis habitacional, falta de agua potable en los barrios de emergencia, entre otros padecimientos. Su cuarentena no es la de los patrones.
Las mujeres trabajadoras son las principales víctimas. Quienes limpian casas son despedidas o no se les paga el 100% del salario mientras se mantenga la cuarentena. Las que tienen hijos/as y tienen que trabajar, muchas veces no tienen con quien dejarlos, mientras dure el cierre de jardines y escuelas.
En esta crisis, los docentes de la Marrón tomamos una decisión. Asistimos a las escuelas para colaborar con nuestros directivos, compañeros auxiliares y de cocina en la entrega de alimentos que el gobierno debía garantizar para las familias de las y los alumnos de las escuelas públicas. Tomamos todos los recaudos sanitarios, aunque el gobierno no envió lo que corresponde. Allí, encontramos una cruda realidad: familias que se juntaban en largas colas para recibir un bolsón insuficiente y de baja calidad o una simple merienda, ya que el Gobierno de la Ciudad discrimina entre alumnes de jornada simple y completa.
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Esta situación es lo que denunciamos con el amparo, que presentaron familias y docentes referentes de la Marrón de UTE como Virginia Espeche, que encabezó la lista Multicolor, Ivana Otero, Secretaria de Cultura en Ademys y Alicia Navarro Palacios, referente de Ademys y directora de escuela. Nada de esto se podría haber realizado sin las denuncias de las cooperadoras y estudiantes, junto a Myriam Bregman y Alejandrina Barry. Un trabajo en equipo, con abogados y abogadas del CEPRODH (Centro de Profesionales por los Derechos Humanos), las legisladoras del Frente de Izquierda y los y las docentes de la agrupación Marrón. Para nosotros, las bancas son para la denuncia y el llamado a la organización y movilización por fuera del parlamento, en cada escuela y con las familias. Ahora el Gobierno dice que no va a cumplir ni con la ley ni con el fallo de la justicia ¿Qué hacemos?
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El peronismo y las direcciones sindicales, al servicio de la unidad nacional
En la Ciudad más rica del país, Larreta continúa tomando deuda pública con el acompañamiento de toda la oposición, ahora US$ 150 millones, sin dar a conocer el destino de la misma. Mientras tanto, los poderosos de la Ciudad, las multinacionales, los bancos, los grandes agentes del sistema financiero de la Ciudad (y del país), los grandes inversores inmobiliarios, siguen inmunes a los efectos colaterales de la pandemia. Un gran acuerdo nacional: todos acuerdan en que el pueblo pobre y trabajador siga pagando las crisis. Si es un momento de excepción, como dicen desde el Frente de Todos, ¿por qué esos empresarios siguen amasando grandes fortunas y seguimos pagando deudas odiosas?
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¿Y la conducción de UTE? El sindicato más grande de la Ciudad cerró sus puertas. La conducción de UTE se limitó a denuncias corporativas y vía redes sin tomar nota de la magnitud de la crisis. Avalando la política del Gobierno Nacional y de la Ciudad, llegaron al punto de festejar la entrega de bolsones como un triunfo, cuando ya vimos lo que sucedió en las escuelas y la escasez y calidad de los bolsones. Somos los únicos que en la reunión entre Legisladores denunciamos la calidad de esos bolsones para 15 días, mientras todos lo festejaban.
Quedaron horribles. Por eso, rápidamente y ante la presión desde abajo, tuvieron que girar y se dignaron a denunciarlo el jueves 2 en Página 12. Nada han dicho sobre los despidos a nuestros jóvenes precarizados de los Mac Donalds y Burguer King, sobre el maltrato de los bancos a los jubilados, sobre la insuficiencia de un subsidio de $10.000 para los trabajadores sin ingreso. Eduardo López, en Página 12, tuvo que explicar que van a reclamar "al Gobierno porteño que la entrega sea universal para los alumnos de las escuelas de la Ciudad, es decir, que si en una escuela hay 500 alumnos se entreguen 500 almuerzos".
Ahora bien, tienen un sindicato enorme, tienen legisladores, gobiernan el país, ¿qué van a hacer para pasar de las palabras a los hechos? Hay un fallo judicial que le da la razón al amparo presentado por Myriam Bregman Alejandrina Barry por comida saludable, la fuerza de UTE debería estar al servicio de que este fallo se cumpla, y reclamar también la prohibición de despidos, un salario de cuarentena de $30.000 y el fin de la precarización laboral, porque son las familias de nuestros alumnos y nuestros jóvenes, los que ya están sufriendo las consecuencias económicas en sus hogares.
La misma pregunta nos hacemos frente al resto de los sindicatos que dirige el kirchnerismo, como el subte (donde hay Asbesto), aeronáuticos (donde hay despidos), estatales (donde despiden a los tercearizados de limpieza y cocina), y les exigimos que se pongan a la cabeza. ¿En donde quedó esta unidad tan mencionada por los López y Graciano, Pianelli y Catalano? Esa unidad hoy también debería estar al servicio de la defensa de la juventud precarizada, de la que son parte muchxs de nuestros alumnos y que está siendo atacada por las grandes empresas como las cadenas de comida rápida. Esa Unidad con los movimientos sociales también es necesaria.
¿Y Ademys?
En Ademys, donde dirigen las agrupaciones de izquierda, desde la Marrón y como parte de la directiva peleamos contra una política pasiva de sindicato cerrado que, lamentablemente, comparten la mayoría de las agrupaciones de la conducción multicolor, que se restringen a exigencias y un programa que desde luego compartimos, pero que resultan insuficientes, si no van acompañadas de una política de acción, organización y unidad de los trabajadores de la educación, junto a las familias y estudiantes de las escuelas.
¿Cómo harán estas agrupaciones cuando la pandemia pase, y miles se hayan quedado sin trabajo? ¿Dejan en manos del Estado burgués todas las medidas? Muchas de estas agrupaciones cuentan con organizaciones barriales ¿por qué no unir nuestras peleas? Esperar es fatal. Se han negado, a pesar de nuestra insistencia, a todo tipo de organización de solidaridad con las familias con hambre y con los compañeros docentes que han quedado sin cargo, ya sea porque hacían suplencias o trabajaban en programas precarizados como FinEs.
A contramano de lo que surge en las escuelas, como la solidaridad para resolver y organizar la ayuda con los que más sufren esta crisis, la mayoría de la directiva decidió no intervenir activamente en esta crisis. En relación a la alimentación, se reducen a denunciar y exigir a que el Estado garantice la entrega de alimentos para todos ¿Qué significa esto? ¿Qué es el Estado? ¿Es el ejército, como ya sucede en provincia? ¿Son nuestras compañeras trabajadoras precarizadas de las concesionarias negreras que contrata Larreta para el servicio de comedores? ¿Son nuestros compañeros auxiliares de portería?
En distritos de Provincia de Buenos Aires son los militares los que distribuyen, ¿puede pasar en la Ciudad? ¿Y la policía porteña que amedrenta a las familias? ¿Qué opción elige Ademys? Nosotros estamos porque el sindicato, junto a las cooperadoras, las familias, las organizaciones sociales, todos los que puedan y estén dispuestos a ser solidarios, conformen una red para tomarlo en sus manos, tomando todos los recaudos sanitarios necesarios. Es sencillo, o lo hacen los trabajadores -y en eso los docentes no somos distintos a los auxiliares ni a los de la concesionarias- o lo hacen los milicos.
De lo que queremos convencer a los compañeros y compañeras, con quienes compartimos el FIT Unidad y muchas luchas, es que no se puede adoptar una actitud pasiva ante esta crisis. En CABA y en educación, pensado de conjunto (Universidad, Secundarios, Terciarios, Docentes), la izquierda tiene una fuerza muy importante junto con la presencia territorial, sindical y parlamentaria, que de pegar con un solo puño podría hacer salir de sus cómodos sillones y cuarentenas a la burocracia sindical.
La exigencia al Estado por la comida, como planteamos en el amparo, y por condiciones sanitarias y condiciones de trabajo (logrado por el fallo de que entreguen material de higiene), debe ir acompañada de un fuerza para imponer y es parte de lo que tiene que ir construyendo un sindicato. Es decir, por las particularidades del rol de la escuela en la sociedad, una alianza fuerte con las familias, el resto de los trabajadores como auxiliares, trabajadoras de comedores es crucial. Todo lo que vaya en sentido contrario, es decir que no intente forjar está unidad abona la fragmentación que beneficia al estado y gobiernos.
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¿Para qué nos preparamos los revolucionarios?
Si la situación es la que vemos todos los días en las escuelas y en nuestros barrios, nos tenemos que preparar interviniendo desde hoy con toda audacia y personalidad. ¿En qué situación van a volver los docentes de la cuarentena, a cuántos les habrán despedido a sus parejas? ¿A cuántos a sus mismos hijos? ¿Cuántos padres y madres de nuestros alumnos habrán quedado en la calle? ¿Qué fuerza habremos sido capaces de poner en movimiento desde ahora, para enfrentar una situación que no podemos descartar será de luchas y hasta de estallidos sociales, y encima en medio de una pandemia? Por eso durante toda estas semanas, nuestra cuarentena no fue la misma que la de la burocracia sindical, ni la izquierda pasiva.
En todo el país somos más de un millón de trabajadoras y trabajadores de la educación, en cada barrio, pueblo y ciudad, hay una escuela. Trabajamos con los y las hijas de las familias trabajadoras, de desocupados, con los estudiantes que laburan miles de horas en forma precaria y pelean por no dejar la escuela. Es una fuerza enorme, y una ubicación social, territorial y laboral privilegiada para entablar una poderosa alianza de organización para la lucha. Es decir, la fuerza no termina en la escuela.
La pelea hoy por una alimentación saludable no la estamos dando solos. Conseguimos una fuerza con cooperadoras, familias de la escuela pública, y docentes. También con otras organizaciones sociales. Por eso, mientras denunciamos el no accionar de las conducciones sindicales como UTE, les exigimos que se pongan a la cabeza de hacer cumplir el fallo y organicen junto a las familias la pelea por un salario de cuarentena de $30.000. Mientras, en Ademys, continuamos peleando para que el sindicato tome un rumbo de acción contra la pasividad de la burocracia sindical.
UTE además ¿no podría abrir sus puertas? Conseguir donaciones entre trabajadores, organizar en cada escuela comedores comunitarios, junto a las familias. Si el gobierno de Larreta no cumple, ¿qué hacemos para que los sindicatos se propongan superar esta situación? Nuestra propuesta, además, es que podrían organizar comisiones de nutricionistas para discutir la calidad de la alimentación, organizar mejor el reparto de los bolsones, hacer un relevamiento de las condiciones de hacinamiento de las familias, pelear contra los despidos.
Nos piden que hagamos clases virtuales. Pero sabemos la situación. No hay conectividad y se necesitan viviendas para las personas vulnerables que lo necesiten. En la Argentina más de dos millones de personas viven hacinadas. Cualquier tipo de aislamiento pone aún mayor riesgo a las personas vulnerables al Covid-19, particularmente los adultos mayores. Solo en la Ciudad hay 140.000 viviendas ociosas. Tienen que estar a disposición para que las personas vulnerables, que seguramente deberán tener que estar aisladas durante meses, tengan un lugar donde habitar en forma segura, asistidos en sus necesidades por voluntarios/as, dirigidos por las organizaciones sindicales y sociales.
Por eso, necesitamos unir la fuerza de las familias, estudiantes y docentes. Conformando comisiones de seguimiento conjuntas, para controlar que se cumpla el fallo y la ley en cada escuela, dar respuestas a los problemas ya existentes y pelear contra la desocupación y el hambre. Estas comisiones mañana pueden ser la organización de la escuela. Con esa perspectiva volveremos la semana que viene a las escuelas.
También nos preparamos para otra perspectiva. La de impulsar una política desde cada escuela, en cada barrio, una pelea por imponer el frente único obrero, con asambleas comunes de docentes, trabajadores ocupados y desocupados, estudiantes, que enfrenten la crisis política y social con un programa anticapitalista, para que la crisis la paguen ellos, levantando las demandas de trabajo para todos, estatización de toda fábrica que cierre o despida, aumento del presupuesto para salud y educación. En unidad con los movimientos sociales, con la fuerza del movimiento de las mujeres dentro y fuera de los sindicatos, con los estudiantes.
Tenemos que desarrollar todo tipo de organizaciones en cada lugar de trabajo para imponer este programa. En ese camino y para llegar a millones es necesario recuperar las organizaciones sindicales para los trabajadores, exigiéndoles en primer lugar a sus actuales direcciones que se pongan al frente de pelear por estas demandas elementales frente a la pandemia.
Los docentes del PTS en el Frente de Izquierda luchamos por un régimen social totalmente distinto, por un gobierno de trabajadores que, a través de sus organismos democráticos obreros y populares, podría hacer una planificación racional y democrática frente a la crisis, no basada en el lucro y la ganancia de unos pocos, sino en las necesidades vitales del pueblo.
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Federico Puy
Docente | Secretario de Prensa Ademys