Anécdotas, testimonios y reflexiones de la militancia en los lugares de trabajo y los barrios que pelea para transformar el descontento en una salida política por izquierda.
Sábado al mediodía. En el playón de Madygraf bajo gestión obrera se empiezan a juntar obreros, trabajadoras y jóvenes, muchos de ellos candidatos del PTS en el Frente de Izquierda Unidad. Llegan de otras empresas y barrios. Están en lo que fue, históricamente, el corazón industrial de la Argentina. Hoy también están rodeados de barriadas obreras golpeadas por la desocupación y el empobrecimiento. Vinieron a una asamblea, así la llaman, con dos invitados “especiales”. Uno es Nicolás del Caño, con quien han compartido jornadas de paros y cortes en la Panamericana. Otro es Alejandro Vilca, trabajador de la recolección, coya y militante trotskista. Así se presenta, no solo en las reuniones obreras. También cuando lo llaman los grandes medios. “Es recolector de basura y obtuvo un resultado histórico en la izquierda”, titula La Nación. Llegó desde Jujuy para compartir reuniones como esta, o la que realizará más tarde con Myriam Bregman en el Parque Centenario porteño. Allí también habrá docentes, estatales, trabajadores del subte, aeronáuticos, repartidores. Cuando se enteraron de los resultados, sus compañeros de laburo y vecinos del populoso barrio de Alto Comedero dijeron “es uno de los nuestros”. Eso mismo sienten quienes participan de estas asambleas.
Quieren conocer qué pasó en Jujuy pero también contar lo que ellos empiezan a ver acá. Quieren discutir de política. A la elección le siguió una crisis de gobierno que todavía no se apaga. ¿Qué hacer los meses que vienen? ¿Cómo convertir ese apoyo al Frente de Izquierda, ese entusiasmo, en una fuerza militante no solo hacia noviembre sino sobre todo para los tiempos que vienen?
Una docente pide la palabra y arranca el debate.
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1. “Querían demostrarle a los patrones que los pueden enfrentar”
Lo que pasó en Jujuy fue una muestra de cómo el intento de “polarizar” la elección entre el Frente de Todos y Juntos, que el descontento con el Gobierno sea canalizado solo por derecha, no funcionó tanto como lo esperado. El Frente de Izquierda Unidad, como principal referencia de la izquierda anticapitalista, apareció como una alternativa en momentos de crisis social y política. Más de un millón de votos. Tercera fuerza. Y cientos de candidatos y candidatas como Alejandro: de las aulas, fábricas y campos a la lucha política.
Vilca lo ve de esta manera. “Teníamos prevista una buena elección. Se sentía en la calle. Pero el apoyo que tuvimos lo superó. Es una combinación de distintas cosas. La bronca con el gobierno pero también el reconocimiento y la adhesión a las propuestas del Frente de Izquierda, de nuestro apoyo a cada lucha de trabajadores, de familias sin techo, de comunidades originarias o el movimiento de mujeres”.
Junto a Natalia Morales, Gastón Remy y otros referentes del PTS, recorrieron la provincia como siempre. Pero había algo detrás de ellos. “Se dio un movimiento militante. Gente que pasaba por el local y se llevaba afiches, boletas. Peones rurales que llegaban desde las fincas, enfermeras y choferes que salían de sus turnos y se iban a fiscalizar. También en el interior. En una localidad que se llama Caimancito compañeros desocupados del Frente Darío Santillán hicieron un acto antes y una caravana después. En Humahuaca los trabajadores se subían a la moto e iban a los pueblos más alejados. Ahí le ganamos al mismo Gerardo Morales”.
En barrios populares y localidades como Alto Comedero, Caimancito, El Carmen, Palpalá y Humahuaca las votaciones llegaban al 30 %, arriba del peronismo. Los mensajes llegaban uno tras otro. Desde los lotes azucareros, de activistas ambientales o rurales que decían “la gente está despertando”. Uno de esos peones conoció a la izquierda este año. Tiene una enfermedad grave, pero organizó un comité de campaña en Yuto: “no me quiero morir sin saber que hice algo para terminar con esta explotación que sufrimos”. Trabajadoras del tabaco se tomaban su único momento de descanso de la semana para ir a volantear a la feria de Monterrico, donde encontraban cientos como ellas.
Dice Vilca que “toda esa gente lo vivió como una gesta de la clase trabajadora: quería demostrarle a los patrones que los pueden enfrentar. Por eso el resultado lo sienten como propio, les transmite energía para pelear por sus reclamos, les cambia el estado de ánimo”. Saben que la pelea hacia noviembre no será fácil, pero motivos les sobran.
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2. “Nunca vi tanto apoyo a la izquierda en esta zona”
Susana es de La Matanza, habla emocionada. “Es un orgullo. Acá en Virrey del Pino siempre había que contar muchos votos del Peronismo y Cambiemos. Y ver en la mesa tantos votos a la izquierda… Y mirá que fiscalizamos cada escuela. Yo veía todo negro, pero la votación de la izquierda me abrió una luz de esperanza. Hay un camino alternativo que le molesta a los poderosos y tiene apoyo”.
Nathalia González Seligra fue diputada nacional y es docente. El lunes, en un recreo, manda un mensaje. “Acá hicimos una elección histórica, en medio de una pérdida grande de votos del kirchnerismo. La Matanza, Merlo, Moreno. Tiene que ver con un fenómeno de descontento, de bronca, de desilusión con un gobierno que había prometido primero los vulnerables y sienten que les dio a los poderosos. Avanzamos en las barriadas donde vive la juventud precaria, los municipales que estuvieron en lucha, las docentes, muchos informales que fueron golpeados por la crisis y las decisiones del gobierno. A cada uno de ellos llegamos con Nicolás del Caño y nuestra militancia. Esa confluencia en las luchas, y también en las candidaturas, explican esa alta votación”.
Estamos hablando de votaciones que son del 7 u 8 %. En Merlo, Moreno, La Matanza, Presidente Perón (Guernica), Almirante Brown, Berazategui, José C. Paz, Berisso, Florencio Varela, Esteban Echeverría o Lomas de Zamora, algunas de las zonas más populosas de la Provincia de Buenos Aires.
Allí muchos trabajadores y trabajadoras vienen de votar el peronismo y están decepcionados. Guernica es un símbolo. A miles de familias sin techo el gobierno que habían votado las desalojó a tiros a pedido de los dueños de los countries. Vecinos de la Asamblea Permanente organizaron un comité de campaña. Llegaron a otros barrios. Como dice Roxana, “la izquierda se fortaleció como nunca en sectores que antes no llegaba”. Cecilia explica el por qué: “la gente ve que la izquierda va con el trabajador, que cuando Nicolás del Caño dice voy a estar, está”.
Esther habla desde la recuperación de tierras de Los Ceibos (La Matanza). “Conocí a la izquierda el año pasado peleando por mi casa. La cantidad de mensajes y fotos que me llegaban diciendo ´aguante la izquierda’, ‘vamos que somos un montón’. ¡En algunas mesas que estuve fiscalizando le ganamos a los de Macri!”.
Ese mismo fenómeno, incipiente, que enfrenta a terribles aparatos electorales y redes de punteros, es el mismo que se empieza a sentir en otros lugares del país. En las localidades del NOA donde viven muchos cosecheros la simpatía en las recorridas se confirmaba en los escrutinios. En las zonas del tabaco o el azúcar en Jujuy, pero también en departamentos tucumanos donde están las fincas de citrus: Cruz Alta, Chicligasta, Monteros, Río Chico. En Mendoza, en los barrios donde viven quienes protagonizaron la lucha vitivinícola. En Rivadavia, Maipú y Luján de Cuyo, los números superaban la media provincial. También en zonas de trabajadores rurales como Rodeo del Medio.
“Siempre están con los trabajadores”. Muchos lo vivieron en sus luchas, sus reclamos; otros lo vieron por la tele, en esos cortes del Puente que ya no ven como “un caos de tránsito”; también corre de boca en boca. Es cierto que es un reconocimiento que viene de hace rato, pero no siempre se expresa políticamente.
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3. “Los voté, no me tapo más la nariz”
El lunes, en los grupos de whatsapp empezaban a circular anécdotas, números, reflexiones. En muchos lugares de trabajo, aunque no habían protagonizado luchas por culpa de sus sindicatos, el descontento se había tenido que expresar políticamente.
Pamela Bulacio, obrera de Mondelez-Kraft y referente de la Agrupación Bordó, cuenta que el lunes “se acercaron compañeros a felicitarme por la elección, no sabía que nos iban a votar. Muchos son peronistas desencantados. Además empezamos a crecer en barrios de Grand Bourg, José C Paz, Malvinas”. Julio Tevez sumaba la cantidad de fiscales que habían juntado para defender esos votos en Malvinas: 44. “Y compañeros me escribían que habían conseguido 10 votos cada uno, en la familia o el barrio”. En otras empresas de la Zona Norte, como Madygraf, Mondelez-Stani, Fate o VW, también los felicitaban y el orgullo se contagiaba.
Es que muchos venían de votar al Frente de Todos en 2019. Como Germán de Fate. “Los voté y creo que de a poco la clase laburante se está dando cuenta que ni con peronistas, kirchneristas o macristas se va a mejorar”. O Pablo: “es la primera vez que voto un partido de izquierda”. Víctor Ottoboni, integrante de la Lista Granate y secretario de actas del SUTNA, tomó una medida de ese fenómeno: de cerca de 100 trabajadores que habían votado al FITU en la fábrica de neumáticos, el 30% venía de votar a otras fuerzas, sobre todo el peronismo.
Un chofer de la Línea 203 contaba sorprendido que había “peleado” votos hacía un mes y había convencido a compañeros que venían de votar a Macri para sacar a Cristina y a Cristina para sacar a Macri. “Les rompí tanto que votaron a la izquierda nomás” se ríe.
Betina es telefónica y viene de votar a Frente de Todos. “La gente se cansó”. Votó al FITU porque se siente decepcionada por el ajuste, pero además que la izquierda es consecuente, viene creciendo y quiere otras voces en el Congreso. Lo mismo otros telefónicos pero tercerizados, que participaron de la asamblea con Myriam Bregman. Los picantes debates de “la Rusa” en la tele eran comentados en los grupos de whatsapp.
En una logística importante de Zona Norte “los pibes” están contentos. Muchos habían votado al Frente de Izquierda porque un militante los había convencido. Lo había hecho con paciencia y cuidado, no era cuestión de que se enteraran los delegados moyanista que ese lunes estaban de capa caída. Uno de los pibes imprimió una foto de Vilca y la puso en el pasillo para que se vea. Sentían, a su manera, lo mismo que esos recolectores jujeños. “De los nuestros”.
Raúl Godoy, obrero de Zanon y dirigente del PTS-FITU en Neuquén, le da una explicación. “En toda esta situación que se vive, la burocracia sindical y los movimientos sociales oficialistas le ataron las manos a gran parte de la clase trabajadora. Los que quisieron tuvieron que pelear solos. ¿Qué pretendía la burocracia peronista, ganar? No hay dudas de que había bronca y fuerza para enfrentar el ajuste, pero la CGT y la CTA buscaron contener. Lo que no pudieron contener fue ese voto bronca”.
A su manera, esa desilusión la expresó una trabajadora del hospital Cestino de Ensenada cercana al peronismo local. Puso todo en la pandemia y le dieron la espalda. “Esta vez voté a la izquierda, no quiero más tener que votar con la nariz tapada”.
A muchos les preocupan los votos que sacó Juntos o Milei, es cierto, pero creen que la izquierda es la opción más consecuente para enfrentarlos.
4. Luchas, fuerzas obreras y política
“El lunes una compañera me dijo que si la izquierda salió tercera fuerza quiere decir que las y los trabajadores nos estamos despertando”. La que habla es Julieta Katcoff, flamante concejal del PTS-FITU en Neuquén. Fue parte de las y los elefantes de la salud que conmovieron la Patagonia 70 días hasta romper el techo salarial. “La última semana –dice Julieta– nos empezaron a mandar mensajes, publicaciones: las elefantes tenemos memoria, no podemos acompañar al MPN decían, pero también había un desencanto de quienes habían apostado al Frente de Todos y se decepcionaron en nuestro conflicto. Más de 100 compañeros me escribieron que nos votaron, muchos referentes de sus hospitales, convencieron a sus familias. Muchas fueron a votar con su ropa de trabajo, llena de consignas escritas en los piquetes, orgullosas de su lucha pero también expresándolo electoralmente”.
Raúl Godoy, que sacó casi el 8% de los votos, agrega que “desde la izquierda hemos tenido un reconocimiento enorme de los sectores que han luchado. Desde hospitales, trabajadoras de la educación, mineros de Andacollo, comunidades mapuches, en el barrio industrial de Neuquén sacamos más del 15 % de los votos”.
Los saludos de la “primera línea” llegaban también a nuestros compañeros en Mendoza, Córdoba, Chubut, la Ciudad y la Provincia de Buenos Aires. A Natalia Aguilera, enfermera del Hospital San Martín de La Plata, las autoridades de mesa la despidieron con: “una enfermera en el Congreso tiene que estar”. Cuenta que ese día le llegaban fotos: “Naty los voté”, “son una alternativa”. “Es gente que quiere activar, no solo fue el domingo”, dice.
Otro sector que irrumpió con su grito de pase a planta fue el de los tercerizados de la zona metropolitana. Muchos de ellos también se coparon con la pelea política. Veinte tercerizados eléctricos que le pusieron “energía” a la fiscalización. “El Frente de Izquierda demostró que está del lado del laburante y me llena de orgullo que entre todos los compañeros pudimos poner nuestro granito de arena y tomar conciencia de clase como grupo, en nuestras familias, en nuestros barrios” dice uno de EMA.
Entre los tercerizados del Tren Roca y las otras líneas también hubo apoyo. “No lo podíamos creer. Es un paso enorme. La gente está dolida con el Gobierno y una parte votó a la izquierda. Hay que ganar el voto de quienes apoyaron otras fuerzas” dice uno de MCM. Otra venía de votar al macrismo pero esta vez votó al FITU y les dijo a sus compañeros: “acuérdense que quien estuvo con nosotros cuando no éramos nadie”. Dice Andrés Padellaro, referente de la Agrupación Naranja Ferroviaria, que “hay mucho descontento, por eso muchos tercerizados y efectivos, incluso delegados, nos contaban que nos iban a votar y después la alegría por lo que habíamos sacado en sus barrios”.
Entre las y los aeronáuticos, tercerizados de Aerolíneas o despedidos de LATAM, también activaron. Fueron y siguen siendo parte de los esenciales que despachan las vacunas o trabajan en los vuelos de repatriación. En Latam ya llevan más de un año y medio peleando por la reincorporación. Una docena de candidatos y muchos más fiscales lograron que el lunes los saludos en Ezeiza y Aeroparque se contagien. Habían votado por Bregman, Del Caño y sus compañeros de trabajo.
Chubut ya lleva tres años de luchas docentes, estatales, de salud y sobre todo ambientales contra el gobernador Mariano Arcioni. Los 25.500 votos al Frente de Izquierda fueron, a pesar del triunfo de la derecha, la expresión de un amplio sector que quiere seguir en las calles.
Detengámonos un minuto para “pasar en limpio”. ¿Qué expresan esas anécdotas y números? Primero fueron las recuperaciones de tierra y las rebeliones de los sectores más precarios, que tuvieron como símbolo Guernica. Desde septiembre desde 2020, a pesar del rol de las cúpulas sindicales, un sector de la clase trabajadora salió a luchar. Protagonizó las rebeliones por salario de fines de ese año, con innumerables huelgas. Comenzó el 2021 con duros conflictos contra cierres y despidos (Arrebeef, Ternium, HeyLatam, Clínica San Andrés). Luego vino una serie de fenómenos de autoconvocados que incluyeron a la primera línea de salud en Neuquén y otras provincias, vitivinícolas en Mendoza y Salta, docentes, choferes de la UTA de varias provincias, trabajadores rurales en Tucumán, de comercio en el Norte y la zona metropolitana, portuarios, tercerizados ferroviarios, eléctricos y aeronáuticos que encabezaron un proceso incipiente de coordinación que realizó cortes de vías, puentes y contundentes acciones en el centro porteño, donde confluyeron con importantes marchas de desocupados.
Aunque no podían derrotar el ajuste por la traición de sus conducciones, sí fueron mensaje al Gobierno y las patronales. Las fuerzas estaban. Esa bronca, que no se pudo terminar de expresar en las calles, se empezó a reflejar políticamente. Un sector con el voto a la izquierda. Otro, por ahora más amplio porque las burocracias y el Estado lograron contenerlo, en la abstención y otras formas de “castigo”. Son parte de la experiencia del pueblo trabajador con un nuevo gobierno peronista en el que muchos confiaron.
Estamos hablando de los sectores más precarios de las barriadas obreras. De quienes a pesar de estar en blanco recibieron un golpe al bolsillo pero también a sus ilusiones. De las y los luchadores que les tocó estar un paso adelante.
En un sector creciente fue madurando una conclusión: la derecha ya nos ajustó, “nuestro” gobierno nos desilusiona, la izquierda nos apoya. Porque la izquierda no solo se jugó por cada uno de esos conflictos. También peleó por la unidad y la coordinación que les diera más fuerza. Como opinaban muchos activistas cuando les preguntábamos sobre nuestra propuesta de un frente de toda la izquierda clasista, muchos decían “la izquierda es la única opción para unir luchas y poder ganar”. Era cierto. Hoy podemos decir que la muy buena elección del FITU le da moral a quienes están peleando o quieren hacerlo. Como dice Vilca, “les cambia el estado de ánimo”. Y en la Argentina que viene, no es poco.
5. Prepararse para lo que viene
Entre la elección del domingo y estas líneas, se abrió una crisis de gobierno. El castigo que recibió el peronismo golpeó también a las cúpulas de la CGT y la CTA. Dejaron pasar el ajuste y “las bases” se lo cobraron. Nadie los puede ni ver.
La primera reacción del Frente de Todos fue reforzar su gabinete “por derecha”. Puso en el gabinete a los hombres que reprimieron luchas populares como Aníbal Fernández, amigos de la burocracia sindical como Julián Domínguez, gobernadores feudales como Juan Manzur.
Se vienen tiempos más críticos. Parece que están “Todos Juntos” con el FMI. Pero no todo es crecimiento de la derecha como nos quieren hacer creer. Tampoco desmoralización. El millón de votos que convirtieron al Frente de Izquierda en tercera fuerza nacional, con sus propuestas anticapitalistas, son un enorme punto de apoyo para seguir en las calles contra el ajuste y pelear por otra salida. Por esas ideas que planteamos durante la campaña: la reducción de la jornada y el reparto de las horas de trabajo, un salario que cubra la canasta familiar, el pase a planta permanente, techo y vivienda para todos, no al pago de la deuda, fuera el FMI.
Como volvieron a plantear este fin de semana Myriam Bregman, Nicolás del Caño, Alejandro Vilca y nuestros referentes, ese apoyo que recibimos tiene que servir para que cada vez más trabajadores, mujeres y jóvenes, más sectores en lucha, se organicen junto a la izquierda revolucionaria para las peleas que vienen. Desde el PTS queremos aprovechar este precioso tiempo para dar nuevos pasos como corriente militante en los sindicatos, los barrios, los lugares de estudios, el movimiento de mujeres, en las calles.
Como muestran a su manera los poderosos, no hay tiempo que perder.
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