Hillary Clinton al finalizar el último “supermartes” de primarias se proclamó candidata a la presidencia. La definición oficial llegará en julio con la convención.
Celeste Murillo @rompe_teclas
Miércoles 8 de junio de 2016
Fotografía:EFE/PAUL BUCK
El martes 7 fue el último de los “supermartes” en la larga carrera primaria signada por la crisis de los candidatos del establishment y la elite política. Si entre los Republicanos, esta crisis se tradujo en el liderazgo “indiscutido” de Donald Trump entre los votantes, entre los Demócratas significó una competencia hasta último momento entre la favorita Hillary Clinton y el outsider Bernie Sanders.
Aunque Hillary Clinton inauguró el último “supermartes” con una victoria en Nueva Jersey que la ubica virtualmente en la alfombra de la nominación, el sol todavía brillaba en California donde se disputaban 475 delegados. El martes también se votó en Montana, Nuevo México, Dakota del Norte y del Sur (cada uno repartía cerca de 30 delegados).
Hillary Clinton se impuso en Nueva Jersey por casi 20 puntos, en Dakota del Sur y Nuevo México. Bernie Sanders ganó el caucus de Dakota del Norte con el 60 por ciento y las primarias de Montana. Al cierre de esta edición, todavía no se conocían los resultados de California.
Aunque la definición oficial será en julio, cuando la convención demócrata nomine a su candidato, Clinton celebró en Brooklyn (Nueva York) donde estrenó el video de su candidatura a presidenta y saludó a sus seguidoras y seguidores antes de que se conozcan los resultados de California. Entre imágenes de las sufragistas y el movimiento feminista, Clinton dijo que era necesario construir un gobierno que no sea controlado por Wall Street, acusando recibo de las críticas que recibió de Sanders y sus seguidores por sus lazos con la elite financiera.
Por su parte, Bernie Sanders cerró la jornada en Santa Mónica (California), antes de viajar a Washington DC, donde su campaña definirá los próximos pasos. Ya antes de conocerse los resultados del “supermartes”, crecían las presiones para que Sanders se baje ya de la carrera y unificar al partido detrás de la candidatura de Clinton. En este contexto, la agencia de noticias Associated Press (AP) anunció el lunes 6 que Hillary Clinton había alcanzado los 2.383 delegados necesarios para la nominación. Lo que no dijo AP ni quienes festejaron el anuncio (incluida Clinton) es que el “número mágico” solo lo alcanzó sumando los superdelegados sin mandato “popular”.
Al cierre del martes 7 ninguno de los dos precandidatos alcanzaría la nominación exclusivamente mediante delegados con mandato. ¿Desmienten estos resultados las denuncias de los seguidores de Sanders sobre el sistema de nominación del partido Demócrata? En absoluto. Y a pesar de las críticas tibias de Sanders, fue su propia base la que dejó al desnudo el sistema antidemocrático de los superdelegados, que son quienes terminan inclinando la balanza en la elección del candidato demócrata.
Hillary Clinton no llega ilesa al final de las primarias, aunque se alce con la nominación, llega con poco entusiasmo en la base demócrata y bajos índices de confianza entre el público en general. Pero esto no impide que sea vista como el mal menor frente a una hipotética victoria de Donald Trump (aunque Bernie Sanders siga mejor ubicado como contrincante del multimillonario).
¿Qué quedará de la “revolución política” de Sanders?
La campaña de Bernie Sanders anunció que intentará convencer a los superdelegados para que apoyen su plataforma en la convención de Filadelfia a fines de julio. Esa será la fecha de la nominación oficial, y hasta entonces los superdelegados pueden cambiar de candidato todas las veces que quieran ya que no tienen mandato del voto de las primarias. ¿Es posible que cambien su apoyo de Clinton a Sanders? Sí, pero es improbable que haya un cambio cualitativo.
Como la propia campaña de Sanders señaló a lo largo de las primarias, los superdelegados expresan ante todo la voluntad y los intereses del establishment del partido. Si hay alguna modificación, tendrá que ver con un cambio en la dirección demócrata, como sucedió en 2008 cuando el establishment decidió apoyar a Barack Obama y no a Hillary Clinton.
¿Aceptará Sanders los límites que el partido Demócrata impone a su moderada “revolución política”? Hasta el martes, todo indicaba que buscaba una vía interna para hacer pesar su capital político dentro de un partido irreformable y que ha demostrado a cada paso que sus intereses son los de Wall Street y Washington. ¿Cumplirá su promesa inicial y llamará a los millones que lo adoptaron como vocero de sus peleas a votar por la candidata del establishment? Y si lo hace, el verdadero interrogante será la respuesta de los millones que apoyaron, financiaron y militaron su campaña que prometía pelear contra la desigualdad y las corporaciones.
Mientras tanto, en el partido Republicano
Donald Trump, el único candidato republicano con los votos necesarios para acceder a la nominación, se impuso en todas las primarias del martes y anunció en Nueva York que su campaña había recibido más votos que cualquier otro candidato republicano en la historia. Vuelve a recordarle así al establishment del partido su derrota en conseguir un contendiente capaz de derrotar a quien se transformó en vocero de la bronca de la base de derecha que ve con desconfianza a los dirigentes en Washington.
Celeste Murillo
Columnista de cultura y géneros en el programa de radio El Círculo Rojo.