Estamos atravesando una de las campañas electorales, intencionalmente, siempre intencionalmente, más “a derecha” de la historia Argentina, donde lo firme, lo estructural, es el pago de la deuda al FMI y la subordinación de un plan de gobierno a esa oficina de los Estados Unidos, donde se discuten las riquezas como el litio y el gas en clave expoliadora y para pagar la deuda y donde las mayorías se dividen entre aceptar el orden o ser reprimidos.
Domingo 16 de julio de 2023 13:36
Y entonces, ¿qué se discute?
Como un problema objetivo y material surge esta cuestión del orden. La desigualdad, bandera de la campaña de 2015 donde todos prometían hambre cero o pobreza cero, fue reducida a una cuestión de cómo ordenar, de cómo estabilizar la desigualdad; por eso la campaña furibunda de Patricia Bullrich, ese vamos por todo “Todo o nada”. Larreta dice que es firme y puede hacerlo, pone de Vice a Morales, que previo a ser candidato dio prueba de eso y Massa dice que otra forma de pagar es posible, sin represión, sin palos, administrando la miseria en la que hunden a casi la mitad de la población. La suba de las acciones argentinas da señales de que hay consenso.
El elemento “progresista” del peronismo en su versión massista- y podríamos decir- en la visión pobrista de Grabois, como a él le gusta llamarse, es el de cómo ordenar las contradicciones que existen en “democracia”. El peronismo no es una escuela ya de cambio social o un modelo alternativo, no es una tercera vía a ningún lado (lo que le queda al romántico Moreno del 0,%), el peronismo de gobierno es la administración de las contradicciones materiales con un discurso de resignación como el mal menorismo. “No te quejes, puede ser peor”, “y si te quejas palo”. Unos están preocupados por el “no palo”, aun manteniendo en la pobreza a casi la mitad de la población durante toda la vida, sin comida, levantando cartones. Con la burocracia sindical aliada de las patronales, el peronismo organiza la desigualdad en la que vivimos, el arte de “no pegar”, pegando tanto.
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Ya no hay proyectos emancipadores, ya no hay sueños, en este “elige tu propia aventura”; hay tres puertas y todos son leones; algunos se muestran como leones abiertamente y cuentan su programa, otros juegan con miedos y fantasías, uno los aceptan con ganas, otros, para evitar males mayores. “No sabes lo que harían, y si, si lo sabemos”.
Lo posible y lo real.
La “lucha de clases”, sí, dije lucha de clases en el año 2023, que cruzó la provincia de Jujuy y que al día de hoy no se detiene; muestra que es muy complicado, diría imposible, cruzar sin resistencia, los planes de gobierno, donde se extraigan las riquezas y se someta a la mayoría de la población a soportar la expoliación y la explotación.
Después de haber desmantelado a la Tupac Amaru con la complicidad del peronismo, que hasta en sus propios gobiernos, vio en cárcel a Milagro Sala y no hizo más que mandar algún saludo, en una lógica del “poder es el real y la política es estéril”.
En esa provincia, la de los apagones, donde las patronales ponían en el proceso, sus camionetas para secuestrar y sus instalaciones para torturar, hoy se repiten parte de esos mecanismos ante la ebullición popular; pero surge una organización que plantea otra salida, logrando en ese marco, la mejor elección a un cargo ejecutivo de la historia y ese papel trata de defenderlo, peleando contra la constituyente y con el pueblo en las calles, organizando la lucha contra una reforma que regula el: “aguanta, y no te quejes”.
Jujuy marca el camino y anticipa lo que viene, el hilo rojo la atraviesa; en qué clave se resuelva, tiene que ver con las contradicciones con la que se llega y con una gimnasia, para las que a veces se ha perdido el ritmo: hay que protestar, para ganar.
Myriam Bregman y el voto al Frente de Izquierda:
Los resultados de las elecciones son inciertos, el voto en blanco también se ha colado en el escenario, cuestión que no gusta mucho porque le resta ese valor “democrático” al hacha; es menos legítimo el plan si los destinatarios deciden no elegir entre las opciones hegemónicas.
Pero contra toda resignación, incluida la del descreimiento en la política, porque ha quedado asociada a todo lo degradado que expresan los partidos del ajuste, desde la derecha hasta el peronismo, hay otra opción planteada, que es la única que realmente enfrenta a todo este circo y la única que está en las calles junto al pueblo jujeño, como en cada lucha de los trabajadores y los sectores populares: votar a la izquierda es un mensaje y es el único voto útil para quienes sufrimos diariamente el ajuste.
Junto a Myriam Bregman, Nicolás del Caño, Alejandro Vilca, hay que unir y fortalecer a la izquierda como mensaje de resistencia, un comienzo en la perspectiva de organizarnos frente a lo que se viene y plantear una salida propia de las y los trabajadores.
Parafraseando, hay que soñar despiertos, conjurar nuestros sueños y volver a pensar un país y porque no, un mundo sin explotados/explotadas no solo es posible sino necesario.