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Red Internacional
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Entrevista. Diego Tomasi: "Mis personajes buscan hacerse oír pero con susurros"

"Mi madre es un pájaro", última novela del escritor. Discursos, cronogramas, grabaciones, mensajes que parecen enviados por whatsapp arman la trama de esta novela. Un intento de ordenar y dar forma. “Heredé de mamá un dolor inconmensurable ante la contemplación de un objeto roto”.

Jueves 30 de marzo de 2023 00:12

Foto: Agencia Paco Urondo

Foto: Agencia Paco Urondo

La descubrí por twitter. Una de esas mañanas en el colectivo, antes de llegar al trabajo, el título Mi madre es un pájaro apareció entre las sugerencias de algunos escritores que sigo por esa red social. El título tiene dos palabras que en una misma frase me parecieron una maravilla. No todas las historias de maternidad traen consigo anécdotas de amor, ni felicidad, sabemos eso y más en estos momentos en los que las peleas por los derechos sobre los cuerpos gestantes sigue en pie. Pero en este caso, imaginar a mi madre volando alrededor de mí repitiéndome tal o cual recomendación, me llevó a buscar este libro de Diego Tomasi. Me metí en la lectura, un tejido de voces y silencios armadores de la trama.

En tu última novela cruzás distintas formas de discurso, cronogramas, grabaciones ( que el lector imagina que las escucha en el celular tipo whatsapp), segundas personas, todo en una especie de orden desordenado. ¿Tiene algo de charla frente a frente, entre vos y quienes leemos?

Me interesaba que la novela estuviera compuesta por distintos registros de la palabra. La palabra escrita, la palabra referida, la palabra hablada. Nunca lo imaginé como una charla con quien lee, pero sí tuve la idea de que la oralidad estuviera presente. En última instancia, hablar con gente es muy difícil. Hacerse entender, o entender a la otra persona, cuesta más que lo que parece. Además de eso, las distintas maneras de narrar eran importantes para construir la novela porque la estrategia de escritura fue parecida a la de la estructura: salteada, fragmentada, piezas sueltas que había que reconstruir.

Tus personajes buscan una voz: ¿Quieren gritar?

Más bien buscan hacerse oír pero con susurros, hablando al oído, y por momentos haciendo silencio. Incluso con gestos. La mayoría son personajes más bien contemplativos, me parece.

“Heredé de mamá un dolor inconmensurable ante la contemplación de un objeto roto”, una bellísima metáfora que yo interpreté ( muy subjetivamente) en relación con las pérdidas. ¿Qué viene después de que un objeto se rompe de esa forma?

En esa frase -y en esa característica del personaje- se meten, en los resquicios de la ficción, elementos de mí. Siempre me angustió que un objeto se rompiera, incluso aquellos que pueden arreglarse. Tengo un vínculo cercano y cariñoso con ciertos objetos, porque cada uno es una huella de otra cosa, y cuando algo se rompe me da la sensación de que hay algún elemento del mundo que está funcionando mal.

“El cura dijo que Dios existe” dice el capítulo Mentiras, justamente. ¿Por qué este niño no cree en ese dios?

Tanto el narrador como el personaje de Bruno ordenan sus vidas en función de rituales que bien podrían ser religiosos, pero no lo son. Son más bien rituales medio obsesivos, sobre todo alrededor del lenguaje. En ese sentido, Dios es un personaje de ficción más, con infinitas posibilidades narrativas. No sé si esto último está explícitamente en la novela, pero sí está en la vida que imaginé para esos personajes.

¿Por qué Wislawa Szymborska tiene el espacio asignado en tu novela, cómo la elegiste?

Estuve leyendo un libro de reseñas suyas un tiempo antes de empezar a escribir la novela, o más o menos en ese momento. Es un libro que recopila textos en los que ella comentaba libros que le iban mandando. Y lo que más me gustó fue su amor por la lectura, su capacidad para encontrarle algo bueno a cada libro que leía. Creo que eso fue lo que hizo que Szymborska estuviera tan presente en el proceso de escritura de la novela. Por otro lado, mi trabajo en Congreso Gombrowicz hizo que me acercara mucho a la literatura polaca, y como en la novela las huellas de Polonia son muy fuertes, todo cerró.

En uno de sus poemas, Wislawa dice: “Después de cada guerra/ alguien tiene que limpiar./ No se van a ordenar solas las cosas,/ digo yo”. ¿Qué une la sensibilidad de esta escritora a tus personajes?

Qué lindo ese verso: no se van a ordenar solas las cosas. Es verdad que Szymborska tiene una sensibilidad notoria para darle carnadura a ideas sobre lo humano. Supongo que algo de eso me conmovió como para que terminara estando tan cerca de los personajes.

Escritores que nos recomiendes

Voy a elegir tres autores de Argentina: Pablo Farrés, que hace años viene construyendo un proyecto literario único, singular, de una potencia extrema; Ezequiel Pérez, que publicó una sola novela, Hay que llegar a las casas, de una escritura y una concepción brillantes; y Roberto Chuit Roganovich, que publicó Quiebra el álamo, también primera novela. Es un libro que conmueve por la historia y por el trabajo de escritura. Agrego María Fernanda Ampuero, que tiene una literatura violenta, valiente y muy bien pensada; Nicole Krauss, un prodigio en términos de estructura y lenguaje; y María Gainza, que tiene una prosa llena de elegancia.

Diego Tomasi nació en Morón, Buenos Aires en 1982. Es autor de la novela Mil galletitas ( Ed. Hojas del Sur), El caño más bello del mundo ( Planeta) Cortázar por Buenos Aires y Buenos Aires por Cortázar ( Seix Barral). Trabaja como guionista y productor de radio.

“ Empecé a escribir siendo muy chico, después estuve como diez años sin escribir ni una palabra que no fuera para el trabajo, y después volví. Al mismo tiempo, escribo todo el tiempo, porque muchos de mis trabajos fuera de la literatura consisten en escribir. Diría que la respuesta más cercana a la verdad sería: escribo porque no sé pensar de una manera mejor que no sea en la palabra escrita. Me cuesta más pensar cuando hablo, y muchas veces termino escribiendo cosas que voy a tener que decir en voz alta. La escritura es un lugar de comodidad para mí, que no quiere decir que me resulte fácil”.

Mi madre es un pájaro está editada por el sello editorial de la Universidad Nacional de Hurlingham y forma parte de la colección de literatura Transurbana.

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