El tenista serbio está varado en Australia: espera que reviertan la decisión de revocarle visa. El antivacunas Eduardo Bolsonaro se solidariza desde Brasil. Nadal considera que no cumplió requisitos.
La Izquierda Diario @izquierdadiario
Jueves 6 de enero de 2022 19:30
En otros tiempos, el choque Djokovic-Nadal. Este 2022 arrancó con problemas para Nole y críticas de su colega español.
Mientras el número 1 del mundo del ránking ATP se quedó en Australia para apelar la revocación de su visa y poder competir en el Abierto de Australia (un torneo de Grand Slam que se desarrollará entre el 15 y el 31 de enero), recibió muestras de solidaridad y también críticas a su pedido de exención para encarar este importante torneo de Melbourne.
A las declaraciones de su padre Srdjan Djokovic y del presidente serbio Aleksandar Vucic (que afirmó que “Toda Serbia está con él”), este jueves se sumó Eduardo Bolsonaro: el diputado federal brasileño de la coalición derechista Partido Social Liberal e hijo del presidente Jair Bolsonaro preguntó retóricamente “¿Alguien más admira a Djokovic por ser un defensor de las libertades?”, en abierta defensa de la posición del tenista de evitar vacunarse contra el COVID-19. La familia Bolsonaro tiene una postura antivacunas extrema y a la vez negacionista de la letalidad del COVID, virus al que calificaron como “una gripecita” al comienzo de la pandemia.
Por su parte, el tenista español Rafael Nadal se refirió al caso de su colega Djokovic y fue contundente: “Si quisiera, estaría jugando sin problemas en Australia. Él ha tomado sus propias decisiones y todo el mundo es libre de tomar sus propias decisiones, pero entonces hay consecuencias”, expresó en declaraciones a la plataforma MSW21. A pesar de eso aseguró sentir “algo de lástima” por el serbio, pero argumentó que “él sabía las condiciones desde hace meses, así que ha tomado su propia decisión”. Entre sus conclusiones planteó un mensaje: “El mundo ha sufrido suficiente, hay que vacunarse”.
El caso Vikhlyantseva: la doble vara de la federación australiana
La polvareda que levantó el caso de Novak Djocovik contrasta con el de su colega del tenis femenino Natalia Vikhlyantseva quien fue rechazada directamente por la organización del Abierto de Australia sin mucha posibilidad de apelaciones por el hecho de estar vacunada contra el COVID-19 con la Sputnik V, vacuna de fabricación rusa que las autoridades sanitarias de Australia no homologan. A Nole Djocovik el organismo médico Grupo Técnico de Asesoramiento en Inmunización (ATAGI, por sus siglas en inglés) le aceptó los argumentos para una exención que le permite participar pese a no estar vacunado. A Vikhlyantseva, no. El conflicto de Djokovic se desató con autoridades sanitarias dependientes del Gobierno de Australia.
Cabe preguntarse el porqué de la desigualdad de criterios para aceptar a uno y desestimar a otra: la respuesta seguramente se encuentre en el peso del serbio en el “show bussiness” de la industria del espectáculo deportivo, en contraste con una carrera emergente de la joven rusa que ocupa el puesto 194 del ránking WTA (institución análoga a la ATP de varones). La pregunta expone la doble vara con la que maltrata la institución que rige al tenis a una deportista que, con los recursos a su alcance, cumple con los requisitos para competir.