Del murmullo al ruido. Que tiemblen las calles, los asesinos y encubridores.
Viernes 1ro de septiembre de 2017 08:44
Empezó como un susurro, ¿saben? Un grupo de personas agitadas y mojadas demoró 30 minutos en reagruparse tras cruzar un frío río en el sur para salvarse de los cazadores verdes. Se contaron y notaron que faltaba una persona. Ella fue la primera en darse cuenta quién: - ¿Y Santi? ¿Dónde está Santiago Maldonado? A su costado le contestaron: - Santiago no cruzó. Creo que no sabe nadar. Vi como lo golpeaban y se lo llevaban.
Como si fuera una epidemia, empieza con un primer foco, insignificante, y con muchas posibilidades de no salir de allí. Pero sucedió. Llegaron los organismos de derechos humanos y se contagiaron esa lacerante duda.
¿Dónde está Santiago Maldonado? Preguntaron al presentar un habeas corpus.
Habeas corpus significa literalmente "que tengas cuerpo". Es un recurso legal, pero también poético y sobre todo político. Unas pocas voces entonces se pararon ante el tribunal que coordina a los cazadores y brinda con sus empleadores, los grandes terratenientes a quienes también sirve el poder político (presidente, ministros, diputados, senadores, fiscales, comisarios, etc). No hubo respuesta. En realidad sí, pero no a ellos. Enseguida se corrió la voz en los sótanos y despachos de esos enormes y tenebrosos edificios de las instituciones del estado. ¿Vieron cuales? Esos custodiados, con grandes portones y vallas conscientes de que la paz es una mentira, y que mucho hay que temer a las enormes barracas de trabajadores y pobres, de estudiantes intranquilos, de mujeres hastiadas, de serenidad cada vez más perturbada por la bronca y las injusticias.
La tele no para de hablar de un audio que se viralizó donde un famoso futbolista hace declaraciones personales a una mujer acerca de sus deseos sexuales. Y de otros temas de igual relevancia, creo que todos saben de lo qué hablo. El capataz de la gran fábrica de humo se había juntado en uno de esos sótanos, esos que poseen pequeñas ventanillas enrejadas que pueden verse detrás de las botas de los centinelas que guardan esos edificios que decía antes, con un hombre de saco y corbata preocupado. - Tenemos un problema, hay elecciones. Esto no nos puede embarrar, ¿te das cuenta? Pero también tenemos una oportunidad. Vamos a demostrar que estas cosas podrían "suceder", y sobre todo podemos demostrar - tenés fuego, creo que me lo dejé en el despacho; gracias - te decía, y sobre todo tenemos que demostrar que además de "suceder" quedan impunes. Como con el viejo albañil, ese Lopez. Julio Lopez - .
Las chimeneas de Clarín, La Nación y sus talleres empezaron a humear. El humo sirve, pero además hay que fabricar realidad. O realidades, qué más da. Está en Entre Ríos. Lo mataron los salvajes jihadistas mapuches terroristas financiados por Inglaterra para la compra de poderoso arsenal como martillos, rastrillos, un nokia 1100 para la logística, una mortífera cabeza de hacha desafilada pero bien pesada y dos paquetes de Viceroy para calmar la tensión de nuestros estrategas y capitanes, capaces de hacer volar por los aires la "civilización" moderna y reinstaurar aquel mundo precolombino. Y para demostrar estas convincentes teorías contratan a un renombrado periodista que dirigirá junto con grandes equipos la fantástica investigación antropológica y de interés geopolítico. Todo según el viejo manual de procedimiento para este tipo de casos, tan viejo como la misma Constitución o más.
El ruido parecía ensordecedor y exclusivo, como si nada más pudiera ser audible.
Empezó como un susurro
Mientras, del otro lado de las vallas de las torres institucionales, también se agitó el avispero. Porque los pueblos originarios que pelean por sus tierras empezaron a preguntar por su solidario compañero a otros: ¿dónde está Santiago Maldonado? Porque los organismos de derechos humanos hicieron la misma pregunta, y no es una pregunta sencilla en estas tierras. Porque eso ya sucedió. Y dijeron que nunca más sucedería. Y volvió a suceder, una vez más. Y volvió a suceder con las mismas respuestas desde los inhumanos altoparlantes de los ministerios, diarios, radios y televisores ("Terrorismo. Subversión. Adoctrinamiento. Izquierdismo. Lucha armada. Politizar. ¡Denuncie! Derecho de la propiedad. Flagrancia. Está en lo de la tía. Se mataron entre ellos"). Y porque la familia de Santiago, al igual que la de Las Madres mientras daban sus primeras rondas a una pirámide que honra una revolución preguntando por sus hijos que desaparecieron peleando por otra; al igual que la familia, amigos y compañeros de Julio Lopez; se hicieron esa misma pregunta: "¿Donde está Santiago Maldonado?"
Y el susurro se hizo murmullo, y el murmullo eco; el eco replicó y replicó, no sólo por el país sino por el mundo, y se hizo una voz audible, y el viernes primero de septiembre, un mes después de que esa pregunta que naciera como un susurro por vez primera, se transformará en un grito que espera volverse cuerpo y vida, la de Santiago, porque ya no pueden callarnos, porque ya no pueden impedir que en las aulas los pibes se hagan esa pregunta, y sus padres, y en los laburos, y en las canchas de futbol, y en las vitrinas y muros físicos y virtuales, y del otro lado de la Cordillera, y del Atlántico y del Ecuador; porque esta vez podemos aprender, porque para qué sirve la memoria sino es para cambiar la historia, y evitar que vuelva a suceder y arrancarles a Santiago de esos sótanos, porque si de algo estamos convencidos es que no vamos a dejar que nos vuelva a devorar la humedad de ese subsuelo al que quieren condenarnos por pelear por una vida que valga la pena ser vivida.
Los que militamos todos los días, bajo cualquier gobierno, por los derechos humanos, contra la represión y la explotación estaremos movilizándonos en todo el país y dejando los pulmones para que esa pregunta se convierta en aquella respuesta que nunca más puedan volver a negarnos. Por los 30.000. Por Julio Lopez.
Por todos los desaparecidos y asesinados en "democracia": ¿dónde está Santiago Maldonado?