Aunque el FMI mantiene el crecimiento del 2,5% del PIB previsto para la economía española en 2023, sin embargo, augura una fuerte desaceleración para 2024 cayendo al 1,7%, tres décimas menos de lo previsto hace unos meses. Esto, junto al fin de la flexibilidad en la disciplina fiscal decretada por la UE durante la pandemia, aventura fuertes recortes en los servicios públicos que tendrá que llevar a cabo el gobierno social-liberal “progresista” de Sánchez, si finalmente logra su investidura.
Juan Carlos Arias @as_juancarlos
Martes 10 de octubre de 2023
Kristalina Georgieva, FMI (EFE)
En un contexto de fuertes incertidumbres geopolíticas, sociales y económicas que pueden hacer descarrilar incluso estas modestas previsiones de crecimiento, el FMI ya está advirtiendo en sus previsiones a corto plazo que regresan los tiempos de estancamiento económico del capitalismo a escala mundial, con amenazas de que pueda desencadenarse una recesión en determinados países, lo que tiraría por tierra el aterrizaje suave que vienen vaticinando tras la fuerte subida de los tipos de interés desencadenadas por los bancos centrales de EEUU y la UE.
El enquistado conflicto bélico en Ucrania, afectando de manera muy directa a la economía de la UE, sobre todo en sus efectos derivados de la crisis energética y de precios que se pueden profundizar este invierno; el frenazo de China y la crisis inmobiliaria y financiera que se está desatando allí; las guerras comerciales con la deriva proteccionista y la ruptura de las cadenas de distribución de materias primas y productos estratégicos que aún continúan; la crisis financiera con efectos ya en algunos bancos de inversión tecnológica de segundo nivel en EEUU y en el caso europeo con un banco muy potente como el Credit Suisse; las subidas de los tipos de interés que puede generar problemas para pagar la deuda pública de muchos países muy endeudados; el recrudecimiento del conflicto abierto en Palestina y Oriente Medio, que puede disparar aún más los precios energéticos y por extensión los de toda la canasta familiar, a lo que se suman los efectos de la sequía y las altas temperaturas consecuencia del cambio climático en muchas latitudes, son factores que pueden golpear contundentemente el crecimiento de la economía mundial, empeorando mucho más las propias previsiones del FMI.
La situación en este contexto en el Estado español es algo más favorable, según barrunta el FMI, aunque nada indica que no pueda torcerse más. Sobre todo, porque detrás de la desaceleración económica lo que vienen son políticas de nuevos recortes del gasto público, más precariedad laboral y más subidas de precios y nuevos ataques a los salarios y, en consecuencia, más sacrificios y flagelos para las y los trabajadores y los sectores populares, gobierne quien gobierne.
Sánchez ya envió a la UE, poco antes de las elecciones, informes con recortes de al menos 20.000 millones de euros para empezar a ajustarse a la disciplina fiscal de la UE. No en balde, este lunes el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, valoró que, aunque la economía española se está comportando mejor que la europea, no está exenta de riesgos por lo que se atrevió a sugerir la aplicación de una política fiscal “restrictiva” para 2024. Esta posición la expuso en la clausura del XIV Encuentro Financiero. Además, profundizó su análisis indicando que la economía española ya viene mostrando signos de desaceleración desde el verano y que en el futuro podría sufrir un deterioro de los servicios e incluso del turismo que podrían afectar negativamente al crecimiento. Manteniendo en sus análisis una previsión de crecimiento para este año del 2,3%, pero rebajando para el 2024 su previsión en 0,4 puntos hasta dejarlo en el 1,8%, una décima por encima de la previsión del FMI.
La evolución prevista para la economía española en 2023 (2,5%) es mucho más optimista que para el conjunto de la UE (0,7%) ya que la estimación del FMI supone más que triplicar el crecimiento vaticinado para el caso del Estado español. Sin embargo, para 2024 las diferencias se acortan y, además, resulta complicado imaginar grandes diferencias cuando el Estado español centra el mayor volumen de sus exportaciones en la UE, mientras parece difícil aventurar que el consumo o la inversión pública, dadas las políticas de recortes previstas, puedan tirar del PIB en 2024. El Gobierno de Sánchez (en funciones) tiene que actualizar esta semana sus previsiones y enviárselas a Bruselas, además de remitir el plan de estabilidad para el próximo curso, por lo que será interesante comprobar si mantiene sus optimistas cifras de crecimiento en relación al resto de organismos internacionales o, por el contrario, baja sus previsiones.
El fuerte rebote del crecimiento, basado en el importante aumento del consumo y la explosión turística pospandémica, que se experimentó en la economía española (6,4% en 2021 y 5,8% en 2022), parece ya cosa del pasado. Ahora volveremos a crecimientos más bien escasos que complicarán y mucho la reducción del desempleo y abordar la inversión pública necesaria para mejorar la situación de pauperización generalizada de los servicios públicos que no paran de degradarse: sanidad, educación, servicios sociales. Por no hablar de las pensiones, continuamente amenazadas y el déficit público. La única vía para arreglar un poco la situación vendrá de los fondos europeos para la transformación digital y ecológica de la economía que todavía quedan por llegar, pero que se prevé se sigan destinando como hasta ahora en financiar los proyectos PERTE dirigidos por las principales empresas del IBEX 35, que seguirán siendo las grandes beneficiarias.
La economía europea a las puertas de una nueva recesión
En el conjunto de la UE, Alemania cerrará el año con una caída del 0,5%, tras un trimestre anterior también en negativo y por lo tanto entrando técnicamente en recesión por tener dos trimestres consecutivos en negativo. En el caso de Francia se espera que termine el año con un ligero crecimiento (1%), mientras que Italia culminará el año con un crecimiento aún inferior (0,7%). Para 2024, sin embargo, el FMI cree que tanto Alemania (0,9%) como Francia (1,3%) verán crecer algo más sus economías. Sin embargo, los nubarrones son muchos y muy profundos y todo dependerá de la evolución de la guerra en Ucrania y los coletazos de otros conflictos y su repercusión en la actividad económica mundial, donde el parón de China y su crisis financiera e inmobiliaria puede acarrear consecuencias en la economía mundial.
El FMI en su informe destaca como elementos centrales de la situación de estancamiento el fin del impulso que dio la reapertura total del turismo y la ralentización de la actividad industrial. El crecimiento del empleo que se ha producido durante este período en un contexto de altos tipos de interés que pretenden enfriar la economía, una anomalía que se considera pasajera, es muy probable que se vea lastrado a partir de 2024, de ahí que el consumo pueda tener un importante descenso. Y esto puede influir fuertemente en el turismo y en el consumo en general que, además, ya no dispondrá de las bolsas de ahorro que se produjeron durante la pandemia ante la imposibilidad material de consumir. La industria parece ser que también se ralentiza, lógicamente ante la bajada del consumo.
En el análisis del FMI, en su informe denominado “Perspectivas para la economía mundial”, que fue presentado el martes pasado en la cumbre de Marrakech, se considera que el Banco Central Europeo (BCE) va a mantener más tiempo que la FED de los EEUU, los tipos de interés más restrictivos para la economía, más altos durante más tiempo. Ello porque considera que la inflación golpeará más a la economía europea, algo lógico debido a los costes energéticos que sufre frente a EEUU que, por el contrario, está aprovechando para hacer su agosto vendiendo más a Europa. Así las previsiones del FMI son que los precios como mucho bajarán del 5.6% actual al 3,3%, muy por encima del 2%. Sin embargo, habrá que ver que termina ocurriendo, sobre todo a raíz del bloqueo total a Gaza por parte de Israel y su guerra genocida hasta el final contra los palestinos que, de momento, han elevado los precios energéticos en varios puntos porcentuales (4%).
En el caso español con la retirada prácticamente de todas las ayudas al recibo de la luz y el gas desde diciembre, los precios pueden tomar una tendencia alcista de enorme calado que hunda aún más el poder adquisitivo de los salarios ya fuertemente golpeados (-5,3% en 2022 para el salario medio), el FMI prevé una subida de los precios en 2024 del 3.9%, desde el 3,5% que vaticina para este año 2023. Recordemos que el salario español ha perdido desde 2008 un 7% de media de poder adquisitivo en el Estado español. Este dato proviene de un estudio realizado por una compañía de recursos humanos, ADECCO, elaborado con datos de la Encuesta de Costes Laborales del INE y Eurostat. Según ese estudio el salario medio en 2022 bajó un 4%, pero el poder adquisitivo lo hizo un 5,3% por su diferencia con el nivel de los precios. Esta pérdida hay que sumarla a la parte no recuperada de la fuerte deflación salarial sufrida tras la crisis de 2008.
Prepararse para lo que viene
Ante los futuros ataques que vendrán y golpearán aún más los pauperizados servicios públicos y los salarios de las y los trabajadores, lastrados por la inflación y las crisis sufridas en este último período, es necesario organizar la resistencia desde abajo.
Ante la actitud cómplice de las burocracias sindicales de CCOO y UGT, colaboradores necesarios ante los ataques de la patronal que han dividido y debilitado los conflictos y firmado todo lo que le han puesto por delante el Gobierno y la CEOE, es necesario plantear un programa de movilizaciones para imponerles que rompan la pasividad. En esta tarea es clave el rol del sindicalismo combativo, impulsando asambleas en los centros de trabajo y levantando una política de frente único hacia las bases de CCOO y UGT para unificar las luchas que vendrán.
Luchas que no solo son por reclamos económicos, sino también democráticos y políticos, como el que hoy mismo está planteado de luchar por la amnistía para todas y todos los luchadores y defender el derecho a decidir de los pueblos, contra la ofensiva reaccionaria de la derecha y los pactos por arriba que promueven el PSOE y Sumar para garantizar una nueva investidura mercadeando votos a cambio de derechos.
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Juan Carlos Arias
Nació en Madrid en 1960. Es trabajador público desde hace más de 30 años y delegado sindical por UGT de la Consejería de Políticas Sociales y Familia de la Comunidad de Madrid. Es columnista habitual de Izquierda Diario en las secciones de Política y Economía. milita en la Corriente Revolucionaria de Trabajadores y Trabajadoras (CRT) del Estado Español.