A horas de conocerse los resultados de las PASO, se debaten las interpretaciones de la derrota del gobierno. La expresión electoral de un descontento social por derecha y por izquierda. Más de un millón de votos del Frente de Izquierda en todo el país, con una elección histórica en Jujuy.
Jesica Calcagno @Jesi_mc
Lunes 13 de septiembre de 2021 07:18
Algo habrán hecho
El último en hablar la noche de las PASO fue el búnker del Frente de Todos. Alberto Fernández fue el único orador, aunque escoltado por Cristina Fernández, Sergio Massa, Axel Kicillof, Victoria Tolosa Paz y Leandro Santoro. Se hizo cargo de la derrota. El discurso del oficialismo en la campaña, que habló de un presente en pausa por la pandemia que solo existía en su cabeza, recibió un baño de la realidad con los resultados. El presidente tuvo que reconocerlo: “algo no hemos hecho bien, pero escuchamos el veredicto de la gente”. En un país quebrado y atado al FMI, con las peores cifras de salarios y desempleo de las últimas seis elecciones, con casi 20 millones de pobres, se expresó en las urnas.
Se habla de una derrota histórica del peronismo por varios motivos.
El primero, por la provincia de Buenos Aires. En el distrito más importante, que concentra el 40% del electorado, Juntos le sacó una ventaja de alrededor de 4 puntos. Eduardo Van Der Kooy destaca en Clarín una particularidad: “en todas las oportunidades anteriores aquel peronismo fue dividido”. Hoy es una coalición que incluye a prácticamente todas las alas del peronismo (con la excepción de Randazzo y Moreno), integró a diversos movimientos sociales y cuenta con el apoyo de los sindicatos, y perdió en la provincia de Buenos Aires. “Si Massa y el resto del peronismo sumaron puntos decisivos hace dos años, hoy ese caudal de votos extra no se nota. O el kirchnerismo los perdió en el camino o sus socios ya no suman lo mismo” dice Diego Genoud en El DiarioAr. Es que, con casi el 97% escrutado, Victoria Tolosa Paz obtuvo menos votos que los que sacó “el kirchnerismo puro” en las primarias de las legislativas del 2017 cuando el peronismo fue dividido. En esa oportunidad, solo la lista de Cristina Fernández obtuvo 3.054.886 votos equivalentes a un 34,28% en la categoría de diputados de la provincia. En esta elección, los resultados oficiales arrojan, hasta ahora, 2.788.762 votos (33,64%). Indicaría que todos los socios de la coalición perdieron algo, incluido el núcleo que hoy se referencia en el Instituto Patria.
Pero la derrota tiene proyección nacional. El Frente de Todos tampoco puede compensar los resultados de Buenos Aires. Perdieron también en territorios inesperados de tradición peronista como Entre Ríos, La Pampa, Salta, Misiones, Chaco, Santa Cruz, Tierra del Fuego y Chubut. El triunfo allí, fue para Juntos. El Frente de Todos solo puede anotarse: Catamarca, Formosa, La Rioja, San Juan, Tucumán y Santiago del Estero. Como explica Mario Wainfeld en Página 12, el balance incluye que “Juntos por el Cambio (JxC) se impuso con amplitud en las cuatro provincias con más votantes y bancas: Buenos Aires, Ciudad Autónoma (CABA), Córdoba y Santa Fe”.
Otro de los indicadores importantes que se pone en juego en el balance es la proyección para las bancas del senado. Este año es el turno de la renovación de 24 bancas de Corrientes, Tucumán, Catamarca, Córdoba, Mendoza, Chubut, La Pampa y Santa Fe. El Frente de Todos solo ganó en dos de esas ocho provincias, y arriesga 15 bancas. Con los resultados de las PASO podrían perder el quórum que tienen actualmente en la cámara presidida por Cristina Fernández.
Como sentencia Pablo Ibáñez en El DiarioAr, “de punta a punta, es el peor resultado del peronismo en las últimas dos décadas”.
Cómo leer el amarillo
La coalición opositora de Juntos por el Cambio se mostró triunfalista al cerrar la jornada. Es que fueron quienes más capitalizaron electoralmente el descontento con el gobierno.
Diego Genoud destaca que lo sorprendente es que “Juntos haya sido el destinatario del apoyo mayoritario después de su reciente experiencia ejecutiva”. Pero luego reflexiona: “en la Argentina del estancamiento y la caída libre, con gobiernos que no encuentran la salida a la crisis, la polarización beneficia al que está en la oposición”. Mario Wainfeld esboza una crítica a la campaña oficialista en este punto: “Hasta ahora, se equivocó el Gobierno que se enfocó obsesivamente en Macri. Su principal oposición se fortificó, se rehizo en el casi increíble lapso de solo dos años después de haber devastado al país”. Si el debate en las elecciones se corrió a la derecha, el Frente de Todos tiene su responsabilidad.
Marcelo Falak en LetraP le baja el precio, y analiza que “en alguna medida, el voto por el posmacrismo es, simplemente, el voto por la alternativa disponible”. Eduardo Van Der Kooy envía un mensaje de cautela (con algo de advertencia) a Juntos por el Cambio: “La historia no estaría terminada. Tampoco podría augurarse el final del populismo, como alardeó Macri. Falta todavía la validación de este paso, sin correr el riesgo de que la marea opositora quede en una simple expresión testimonial de la bronca popular”.
Horacio Rodríguez Larreta sale victorioso en las internas de la Ciudad y la provincia de Buenos Aires. Pero todavía no hay un liderazgo claro como fue el de Macri. La UCR, viene ganando terreno en elecciones anticipadas, y quedan bien posicionados para negociar sus cuotas de poder en una unidad opositora que todos consideran muy preciada.
Como explica Eduardo Castilla en La Izquierda Diario, Diego Santilli se impuso, pero Facundo Manes alcanzó el 40% de los votos de la interna. María Eugenia Vidal triunfó, pero Lopez Murphy obtuvo un 23% en la PASO porteña. No está para nada dicho que Juntos por el Cambio pueda retener esas expresiones en las generales de noviembre. Por eso fue tan importante la foto de unidad en el bunker opositor. Tienen claro que será un desafío.
La expresión del descontento
El dato central que arrojan los resultados de las PASO es que se viene gestando un descontento social producto del empeoramiento generalizado de las condiciones de vida de la mayoría de la población. La expresión fue el castigo en las urnas al gobierno.
Es un descontento que viene levando. Se acumulan tres fracasos consecutivos en un corto período de seis años. El gobierno de Macri, que tuvo su castigo en las calles en 2017 (con las movilizaciones contra la reforma previsional) y en las urnas en 2019. La pandemia, que vino a trastocar al cuadrado los problemas estructurales de una Argentina en decadencia. La desilusión con el gobierno de Alberto Fernández, y las expectativas frustradas de una gestión que aumentó la desigualdad y la pobreza. Blando con los poderosos y duro con los sectores populares.
Un descontento social que también se expresó en múltiples procesos de lucha y autoorganización de la clase trabajadora que recorrieron el país en la etapa pre electoral. Aun con la pasividad activa y la contención de la dirigencia sindical y movimientos sociales oficialistas, aparecieron nuevos fenómenos: desde los autoconvocados de la salud de Neuquén, hasta los tercerizados del ferrocarril y la energía. Desde los vitivinícolas de Mendoza, a los cosecheros del citrus de Tucumán. Los choferes autoorganizados en Rosario, Córdoba, Buenos Aires, a la toma de tierras en Guernica y La Matanza. En la combinación de un malestar social extendido en amplias franjas de la población y estas nuevas experiencias de sectores de la clase trabajadora, se abrió paso una gran elección del Frente de Izquierda Unidad con más de un millón de votos, convirtiéndose en la tercera fuerza en todo el país. Con resultados históricos desde su surgimiento: 23% en Jujuy, que lo ubica con posibilidad de disputar el segundo lugar al peronismo. En la Ciudad de Buenos Aires, hace su mejor elección con 6,23% y Myriam Bregman es quien se proyecta con posibilidades de obtener por primera vez una banca de la izquierda en el Congreso por este distrito. En la provincia de Buenos Aires, queda como tercera fuerza con 5,22% y Nicolás del Caño encabezará la lista para conquistar diputados en las generales. Neuquén, Córdoba, Mendoza, Chubut son otras de las provincias con muy buenos resultados.
Como dice Fernando Scolnik en La Izquierda Diario, este resultado “muestra que no estamos ante un giro unilateral hacia la derecha de la situación política como sugieren algunas lecturas, sino que hay tendencias a la polarización política y social al calor de la crisis”.
Juntos por el Cambio mantuvo su identidad polarizando con el peronismo, para ubicarse como el principal catalizador opositor. Pero asediado por listas que le compiten por derecha, como los libertarios, tiene más riesgo de perder que de ampliar su espacio. Especialmente en la Ciudad de Buenos Aires, donde retrocedieron de los resultados de las PASO del 2017 (50%), y la lista de Javier Milei dio la nota con un 13,66%. Aunque salieron ganadores de este round, tienen una amenaza por derecha con expresión electoral en algunos distritos. Los llamados libertarios son hijos del fracaso de Macri, y pretenden canalizar una radicalización de ese programa de más ajuste contra el pueblo trabajador. Aunque sumen apoyos transversales de sectores enojados con la política tradicional, se concentran en expresar el descontento del otro lado de la polarización social. El de los sectores más acomodados. Por algo esta novedad electoral está concentrada en la Ciudad de Buenos Aires. Para mirar completa esa polarización política en la Ciudad, si se suman todas las listas de izquierda el resultado arroja un interesante casi 10%.
Preguntas de lo que viene
El resultado está muy fresco y se irán despejando sus consecuencias en los próximos días. Muchos ya hablan de la posibilidad de cambios en el gabinete del gobierno. Con este resultado del Frente de Todos, se espera un reordenamiento de las cuotas de poder en la coalición. Varios apuntan a la aspiración del ala de Cristina Fernández, que viene siendo la mayor promotora de la unidad del peronismo, a tomar mayor protagonismo con definiciones sobre los “funcionarios que no funcionan”. Martín Guzmán, Santiago Cafiero, Matías Kulfas, Claudio Moroni, Sabina Frederic, son algunos de los nombres que estarían en esa lista.
Antes de las generales de noviembre, habrá nuevos capítulos donde el Frente de Todos tendrá que mostrar sus planes y dar explicaciones públicamente. Se acerca la presentación del presupuesto 2022 en el Congreso. ¿Pedirán más ajuste fiscal en línea con lo que sucedió el 2021? También vienen nuevos vencimientos de deuda con el FMI. ¿Cómo va a explicar el Frente de Todos que seguirá destinando millones de dólares al Fondo a costa del pueblo trabajador luego de decir que “escuchó” el resultado electoral? ¿Cuál será la respuesta a los pedidos de mayor flexibilización laboral que reconocen que pide el FMI para la renegociación que viene? ¿En qué se va a materializar la nueva promesa de Alberto Fernández del discurso de la noche del domingo? Son algunas de las preguntas más inmediatas para un gobierno que le queda la mitad de su mandato y se sigue desgastando en la administración de la pobreza de una Argentina en crisis, con un descontento social que crece, se asoma y empieza a expresarse. Hoy se hace notar electoralmente porque lo impone el calendario. ¿Y después?
Jesica Calcagno
Nació en Buenos Aires en 1984. Licenciada y profesora en Sociología (UBA). Acreditada en el Congreso.