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Red Internacional
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Opinión. Editorial de editoriales: insatisfacción en on

Alberto Fernández de gira por Europa. Guzmán, Larreta y Massa en la sede empresarial norteamericana. Funcionarios en los medios. El cristinismo encerrado en el parlamento y actos electorales. En la calle se siente la inflación y los reclamos de quienes no quieren perder más.

Jesica Calcagno

Jesica Calcagno @Jesi_mc

Domingo 15 de mayo de 2022 11:48

Mar Ned l Enfoque Rojo

Mar Ned l Enfoque Rojo

La insatisfacción en movimiento

Otra vez el dato de inflación aparece en una semana que ratifica la Argentina del ajuste y la escasez. 6% en abril, y acumulando en los últimos 12 meses un 58%. Batiendo récords: la más alta en 30 años. En simultáneo, una cadena de acontecimientos que exponen la fractura social y política.

“La Marcha Federal Piquetera escenificó la expansión de un continente de perdedores que desborda los límites del peronismo y contrasta con la facturación y rentabilidad de sectores que se benefician del crecimiento”, dice Diego Genoud en La Política Online. Mario Wainfeld en Página 12, que las organizaciones sociales de izquierda son el tercer actor que demarca presencia: “el principal ocupante del espacio público en la contingencia”.

No es para menos semejante expresión de insatisfacción y reclamos frente a la carestía generalizada de las condiciones de vida, salarios, jubilaciones y prestaciones sociales que no alcanzan. Las consecuencias se sienten en los barrios populares y comedores donde falta comida en la supervivencia. En los trabajadores que aún con derechos formales, caen en la pobreza. Y en los que están dejando la vida en las fábricas, con horas extras y turnos interminables, para no caerse.

El dato de inflación pone blanco sobre negro de problemas estructurales que la política tradicicional no quiere, no puede o no le interesa resolver. Porque implicaría tocar intereses económicos que son andamiaje del capitalismo degradado y dependiente de Argentina. Algo que no están dispuestos hacer. Como explica Pablo Anino en el semanario Ideas de Izquierda de este domingo, el impacto de la guerra de Ucrania en los precios es “tan cierto como que este traslado es facilitado por el oligopolio privado del comercio exterior de granos que ejerce una decena de empresas, mayormente extranjeras”. Solo 11 empresas concentran el 99 % de la exportación de aceites y derivados de soja, y apenas 10 empresas concentran el 90 % de la exportación de todos los granos, legumbres y otros derivados, como recuerda este informe especial sobre inflación.

La masiva movilización de este jueves, convocada por Unidad Piquetera, que inundó la Ciudad desde distintos puntos para confluir en la Plaza de Mayo,contó con la presencia no solo de las y los diputados del Frente de Izquierda, también del sindicalismo combativo. Las gestiones obreras de Zanon y MadyGraf, pasando por trabajadores y delegados del Subte, estatales y de la salud, docentes, entre otros. Se decanta la “unidad de las y los trabajadores” ocupados y desocupados, cuando se ven informes como el del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (Celag). Ahí concluyen “por más que el salario en algún momento termine ‘alcanzando’ la inflación, en ‘el mientras tanto’ los trabajadores acumulan una pérdida de ingresos que suele ser despreciada, pero que resulta muy significativa en contextos de inflación alta”. Calculan un retraso salarial del 19%.

Cuando se compara con las ganancias empresarias es más gráfico quién gana y quién pierde. Como muestra Anino, en 2021, la masa salarial de toda la clase trabajadora aumentó 52 %, mientras que la masa de ganancias empresarias lo hizo un 85 %.

Resulta inexplicable en este cuadro la ausencia de las centrales sindicales de la CGT y la CTA, de toda protesta y reclamo desde abajo. O solo se explica por su complicidad con estos resultados y subordinación al oficialismo.

Esa distancia con la situación que vive la mayoría de la población se agranda cuando volteamos a ver en qué anda el gobierno y la oposición de Juntos por el Cambio. Diego Genoud cuenta el estrecho acercamiento entre Paolo Rocca, líder de Techint, que invitó “al ministro de Economía a comer a su casa, algo que no hace con cualquiera. Con eje en la energía, el agasajo de Rocca a Guzmán fue la antesala de la cena en Olivos con el Presidente, antes de su viaje a Europa”. El empresario está entusiasmado con los negocios que el Estado va a abrirle con el anunciado “Gasoducto Néstor Kirchner”. En una de sus plantas, Siderca Campana, los trabajadores vienen protagonizando reclamos y protestas, y hay bronca con el inmovilismo de la flamante conducción de la UOM. Rocca está levantando millones y les “amarretea” el bono que les corresponde. El malestar está extendido por la intensificación de los ritmos de producción: trabajan 6 días, 8 horas, y rotando turnos todas las semanas: mañana, tarde y noche. La producción no descansa. Y exprimen a los trabajadores con esas rotaciones insalubres que les roba hasta la posibilidad de desarrollar alguna actividad fuera de lo laboral.

Esta semana también desfilaron varios por la AmCham, la Cámara de Comercio de Estados Unidos. No solo Martín Guzmán. Sergio Massa del Frente de Todos, Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich de Juntos por el Cambio. La aspiración de poder de la política tradicional, ata su suerte a los intereses económicos norteamericanos. Otra postal que contrasta con la realidad de las y los trabajadores de una de las multinacionales alimenticias de Estados Unidos que opera en el país. En Mondelez Pacheco (ex Kraft), Pamela Bulacio, desde adentro, cuenta cómo la empresa no prioriza los productos de Precios Cuidados sino aquellos que exporta. Los trabajadores, con precarización y salarios retrasados, son empujados a hacer horas extras para llegar a fin de mes.

Ejemplos del poder económico que está detrás de la inflación. Del poder político que elige qué intereses defender y no cuestionar jamás, ni con 17 millones en la pobreza. De nuevas expresiones del malestar en los barrios y de los que producen las riquezas en puntos centrales de la economía, que unidos tienen la fuerza para poner en agenda una alternativa para las mayorías. Como la que hicieron escuchar muchos en la movilización de este jueves: reducir la jornada laboral a 6 horas, 5 días a la semana y repartir las horas de trabajo entre ocupados y desocupados.

Morderse la cola

Alfredo Zaiat en Página 12 plantea crudamente la contradicción que enfrenta el oficialismo: “cómo relajar la restricción externa, o sea la escasez relativa de dólares, con la carga condicionante de la herencia macrista, la pandemia y el FMI, al tiempo de dar respuesta a la demanda de mejorar los ingresos de los sectores populares, quienes a la vez constituyen gran parte de su base electoral”. Zaiat sostiene que este dilema es una de las razones que calienta las tensiones al interior del Frente de Todos. Podríamos agregar también que atraviesa a la interna de Juntos por el Cambio, y a cualquiera que aspire a ocupar la Casa Rosada con las presidenciales del 2023.

En sus términos, es un dilema de difícil solución, porque parte de considerar incuestionables elementos nodales que no lo son. El acuerdo con el FMI y sus metas impuestas por una deuda ilegal. Las “herencias neoliberales” que se acumulan desde la dictadura, y se agravaron con el menemismo. La extranjerización de la economía y el drenaje crónico de las riquezas. Como si fueran datos de la realidad, en vez de pilares regresivos que merecen ser volados por los aires.

Marcelo Di Bari en Tiempo Argentino nos recuerda que esta semana está en marcha la primera revisión trimestral del FMI. Apunta que Alberto Fernández, desde su gira por Europa, reconoció que "el FMI ya ha dicho que hay que revisar estos acuerdos porque la economía se ha alterado significativamente. Así que si es una decisión que el Fondo tiene, seguramente será aplicable a nosotros". Nunca mejor dicho: lo que mande el Fondo.

Quien quiera verdaderamente atacar el problema de la inflación, tendrá que empezar por desarmar el virreinato del FMI. Porque el acuerdo, no solo implica hipotecar el futuro por décadas, sino que empuja a la inflación por distintas vías. La convocatoria de esta semana a las audiencias públicas para subir tarifas de gas y electricidad es una de ellas, para congraciarse con la meta de achicar gastos de los subsidios. Es que sin cuestionar la herencia de las privatizadas, la encerrona entre menos subsidios o aumentar tarifas, parte del supuesto de que tiene que ser un negocio. Además, el acuerdo incluye que se acelere la devaluación (ya permanente) , y que la inflación se sostenga para licuar partidas presupuestarias e ingresos populares.

Alejandro Rebossio en El DiarioAr cuenta que desde el gobierno están pensando en planes alternativos. El ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, “teme que, por más que intenten ajustar gradualmente el frente fiscal y el monetario, el ritmo de inflación desarme esas variables macroeconómicas y no descarta que si el IPC se sostiene en un 5% mensual en los próximos meses, habrá que aplicar un plan de shock”. Para desandar en qué está pensando cuando habla de “shock”, Rebossio ejemplifica con las reuniones que tuvo Kulfas con el ministro que “desarmó la bomba de la convertibilidad en el inicio del gobierno de Eduardo Duhalde en 2002”.

Alternativas que rememoran ajustes peores contra el pueblo trabajador. Del lado de Juntos por el Cambio, tampoco vienen buenos augurios. Diego Genoud detalla quién es el equipo económico que rodea a Rodríguez Larreta, que grafica su programa económico: de Carlos Melconian, pasando por Martín Redrado, hasta Domingo Cavallo. Emblema menemista si los hay. Otro que se codea con la casta política del menemismo es Javier Milei: ahora sumó al jefe de prensa del ex ministro Cavallo en 1999 para armar su campaña electoral en la provincia de Buenos Aires. Un Milei que se siente rockstar haciendo show en la Feria del Libro, tirando sus frases contra “el marxismo cultural” y el movimiento de mujeres. Aunque esté haciendo el triste papel de ser funcional a las dos coaliciones mayoritarias: los empresarios lo quieren para que Juntos por el Cambio corra más su programa económico a derecha para el 2023; y le sirve al oficialismo electoralmente para buscar dividir el voto de la derecha.

El cristinismo y La Cámpora siguen su cruzada con el gabinete económico. Aunque no se divisen más que diagnósticos distintos desde sus voceros. Con el “debate de ideas” que emprendieron, lograron que Alberto Fernández lo defienda más para reafirmar su poder en la interna abierta. También que “El establishment se aferra a Guzmán, no por amor, sino por el espanto al cristinismo”, como concluye Rebossio.

Tampoco salen de las opciones que se muerden la cola: se pasaron a las filas de aceptar como un dato el acuerdo con el FMI, y ahora discuten cómo pagar la deuda fraudulenta con “un fondo para el Fondo” ofreciendo un especie de “blanqueo” a los fugadores. Una iniciativa que presentaron en el Senado, y ya obtuvo media sanción, y la complementan con otros proyectos en el parlamento. Adelantar el salario mínimo vital y móvil, moratoria para jubilados. Ahora se sumó Sergio Massa a ese modus operandi. Brenda Struminger en Infobae dice que “La Cámpora festejó el pedido por la suba del piso de Ganancias que le hizo el titular del Frente Renovador”. El cristinismo eligió encorsetar su disputa en el terreno donde justamente no tienen fuerza: el Congreso. Saben que cualquier proyecto que pase por ahí, está atado al veto permanente de Juntos por el Cambio. Algunos podrán aprobarse en el Senado, como el fondo para el Fondo, pero se aseguran el naufragio en Diputados donde la oposición de derecha se los puede voltear. Mientras tanto, en áreas donde ocupan puestos importantes, como Energía o YPF, dejan correr los aumentos que aportan su grano de arena a la inflación. Struminger lo resume con dos de los alfiles cristinistas que están donde se definen las tarifas: “desde la semana pasada Martínez y Basualdo dejaron que se los corriera de la discusión”.

¿Hay 2023?

A los límites de los términos del debate de estos modelos, signados por los marcos del infierno del FMI y la continuidad de otras herencias neoliberales, se les suma la estrechez de sus intereses en la carrera presidencial del 2023.

De eso dan cuenta los distintos analistas. Pablo Ibáñez en El DiarioAr, que define como una “nueva normalidad tóxica” a la interna del oficialismo, habla del repliegue del cristinismo y La Cámpora en la provincia de Buenos Aires. Explica la táctica por su propio “diagnóstico sobre un revés en las urnas”. Deja abierta una pregunta: “¿Es posible ganar la provincia si, como anticipan los voceros K, por delante hay un escenario de crisis social y económica?”. A su manera, Horacio Verbitsky en El Cohete a la Luna, piensa en el mismo registro. Aunque, en su caso, le achaque el problema solo al albertismo, para desalentar su postulación. “¿Por qué si Macrì no lo logró ser reelecto con el 54% de inflación, lo conseguiría Alberto con el 58%?”, pregunta.

La inflación que toma Verbitsky es de la foto de abril. La dinámica que presenta Alejandro Rebossio habla de “las malas perspectivas, que sitúan la inflación en hasta el 75% para 2022, muy por encima del 60% que ahora el ministro reconoce a regañadientes”.

En este cuadro dramático para los bolsillos populares, Mario Wainfeld en Página 12 describe el trasfondo del “debate de ideas” que promueve Cristina Fernández. “En su derredor hay quienes piensan que hay que organizarse para enfrentar la derrota y el regreso de la derecha. Conservando identidad, fuerza propia, un caudal nítido de votos”, sincera.

Un círculo que cierra con un nuevo capítulo de resignación adelantada. A nuevos pisos de pobreza, decadencia, desigualdad y sometimiento a Estados Unidos. Motorizados también por la disputa electoral, empiezan a activar el mecanismo que ya utilizaron en 2017. Tras las masivas protestas contra la reforma previsional de Macri, el peronismo puso todo el peso de los sindicatos, movimientos sociales, centros de estudiantes y su estructura partidaria para sacar la bronca y el rechazo al ajuste de la calle y canalizarlo por la vía electoral. “Hay 2019” fue la consigna. La fuerza de la unidad y movilización en la calle que logró frenar la reforma laboral del ahora Juntos por el Cambio, ¿no podría haber cambiado el rumbo y evitar la deuda fraudulenta que contrajo Macri en 2018 con el FMI? ¿Revertir los tarifazos? ¿O la inflación que terminó de pulverizar el poder de compra de las mayorías? Hubo una decisión de todos los y las que conforman el Frente de Todos de evitar por todos los medios que la experiencia de la calle responda esas preguntas.

A más de 4 años de aquellas jornadas de efervescencia obrera, juvenil y popular, vuelven a aparecer escurridizos con la calle. Quienes criticaron el acuerdo con el FMI desde el oficialismo, también se escondieron de las movilizaciones que convocaron más de 200 organizaciones junto a la izquierda cuando se votó en el Congreso. Igual en la Marcha Federal de este jueves. Esperar la ronda electoral, evitando el escenario donde se juegan verdaderamente las relaciones de fuerza, no hace más que aportar a la construcción de nuevos escalones en la fractura social. Esos que después, se toman como dato y nuevo punto de partida como si fueran irreversibles.

Del “hay 2019” saltan a un nuevo refugio electoral, con espíritu de derrota anticipada. Como dice aquella memorable definición de Carlos Marx, la historia se repite, la primera vez como tragedia y después como farsa.

Tanto empeño por evitar que las aspiraciones y anhelos de las mayorías trabajadoras se expresen desde abajo y en la calle, quizás debería ser motivo suficiente para, esta vez, no quedarnos con ninguna duda del poder y la fuerza que se juega ahí. Hay otra forma de lidiar con las condiciones y el tiempo que nos toca: no resignarse a hechos consumados, sino empezar a escribir una nueva historia. Nuestra historia.

Post Data

Esta semana inauguramos un nuevo podcast de política, que hacemos con Leo Améndola. “Emosido Engañado, ¿y ahora qué?” ya tiene un episodio de presentación (con la historia de ese popular graffiti incluida), y el episodio 1 sobre la carrera al 2023 con las opiniones de Pablo Ibáñez, Claudio Mardones y Fernando Rosso. Un nuevo emprendimiento para aportar a la reflexión y el debate, que esperamos que escuchen y nos comenten, sugieran o aporten.


Jesica Calcagno

Nació en Buenos Aires en 1984. Licenciada y profesora en Sociología (UBA). Acreditada en el Congreso.

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