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Red Internacional
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Opinión. Editorial de editoriales: la mesa vacía

La aprobación del acuerdo del FMI con Argentina vino con la sorpresa anunciada. El Frente de Todos enredado entre cambios de gabinete y "mesas políticas" para preservar la unidad y sostener al gobierno. Un momento excepcional y una salida de otra clase.

Jesica Calcagno

Jesica Calcagno @Jesi_mc

Domingo 27 de marzo de 2022 11:02

Recalculando

Al día siguiente de las movilizaciones por el aniversario del golpe genocida, el directorio del FMI hizo su gracia: a la aprobación del acuerdo por la deuda de Macri ya le agregó nuevas exigencias. La primera revisión trimestral que iba a ser en junio se adelantó a mayo, y el comunicado del organismo y las declaraciones de su titular actúan como un anticipo.

En plano político, advierten sobre la interna en el Frente de Todos y la fragilidad del apoyo al acuerdo. Todo lo contrario a lo que festejaron días atrás. Hablan de “los riesgos de implementación de políticas, en medio de un panorama social y político complejo y una hostilidad abierta de algunos sectores hacia el Fondo” y que “el apoyo político para el programa puede ser frágil y podría debilitarse antes de las elecciones presidenciales de octubre de 2023, o antes”.

En el plano económico, exigen “más esfuerzos para cimentar la estabilidad y abordar los desafíos estructurales de larga data”, “abordar las barreras regulatorias a la productividad, la inversión y el empleo formal”, y la necesidad de “objetivos macroeconómicos más amplios”. La propia Kristalina Georgieva declaró que con los efectos de la guerra en Ucrania tendrá que haber “una recalibración temprana del programa”. Todo lo contrario al relato de los defensores del acuerdo en el oficialismo que se jactaron como un triunfo que el FMI no pedía reformas estructurales. Algo que desde el Frente de Izquierda desmintieron desde el inicio, denunciando la trayectoria del organismo internacional. Myriam Bregman lo sintetizó mientras marchaba con el Encuentro Memoria Verdad y Justicia este 24 de marzo: “El objetivo no es que se pague, el objetivo es someter a nuestro país”. Recordando el rol que cumplió la deuda externa y EEUU en esos años, agregó “esta movilización no dice que se tendría que haber negociado mejor con el FMI como dice La Cámpora. Esta movilización directamente rechaza ese acuerdo porque de la dictadura para acá ya vimos lo que significa el Fondo Monetario".

Marcelo Di Bari en Tiempo Argentino sentencia “Aunque recién aprobado, todas las partes aceptan que el acuerdo nació viejo”, y hace un repaso de los compromisos de ajuste que ya hizo el Frente de Todos. Horacio Verbitsky en El Cohete a la Luna señala la desmentida del FMI a las declaraciones de Alberto Fernández, quien “volvió a defender su firma, que ´permite seguir creciendo, no quita derechos, no propicia reformas laborales ni jubilatorias ni dispone reformas estructurales en el Estado´”.

A contramano, Alfredo Zaiat en Página 12 interpreta que, el anuncio de recalibrar las metas del acuerdo con el FMI, “es una oportunidad para acomodar las proyecciones fiscales a una situación extraordinaria que exige medidas extraordinarias”. Un extraño optimismo que no se corresponde con la tónica de los mensajes del organismo internacional, menos con su trayectoria. Zaiat describe el impacto de la guerra en Ucrania en Argentina. Que la inflación de marzo promete ser peor, por la “vinculación potente de los precios de la energía y de los granos” (donde incluye que la energía es el principal insumo para producir fertilizantes que son claves en la producción agrícola local y que Rusia es su mayor exportador mundial). Sobre este complejo escenario que presiona a una mayor inflación, le pide “a unos y otros al interior de la coalición oficialista” que ordenen el debate político con estos elementos excepcionales.

Ya van dos años de pandemia excepcional, dos años de gobierno, y el FMI siguió siendo el FMI. ¿Por qué sería distinto ahora con la guerra? Como señala Claudia Cinatti en el semanario Ideas de Izquierda, la economía internacional está tensionada con las presiones inflacionarias, y aparece el riesgo de estanflación (inflación combinada con recesión). Las potencias buscarán preservarse, como muestra Estados Unidos con la suba de las tasas de interés. Una medida que puede agregar más tensiones y tener consecuencias negativas para países como Argentina.

El propio ministro de economía Martín Guzmán, que brindó entrevistas a Clarín y La Nación este fin de semana, da algunas pautas del rumbo del gobierno tras el acuerdo con el FMI. En ambas hace hincapié en “el desarrollo energético” del país, y sobre todo en la posibilidad de negocios en el sector para que se sigan llevando ganancias al exterior. En La Nación habla de “adaptar las regulaciones para los movimientos de capital de países, específicamente para el sector energético”. Y en Clarín le preguntan directamente: “¿Cómo van a hacer para que las empresas que invierten puedan repatriar sus capitales, no estén afectadas por el cepo cambiario?”. A lo que Guzmán responde que, en el sector energético, “para que el capital internacional ingrese, tiene que tener la certeza que después se va a poder mover. Y por eso estamos trabajando en ellos”. Un horizonte que asegura profundizar el saqueo de recursos en manos extranjeras y la dependencia. Algo que también viene escalando con los grandes formadores de precios ligados al agropower.

Música para los oídos del poder económico más concentrado (ligado a multinacionales extranjeras). Quizás por eso Joaquín Morales Solá en La Nación, hace una defensa de los “ministros albertistas” este domingo. “Guzmán es quien tiene ahora la relación aceitada con el FMI” o “Kulfas es el funcionario que más respeto reúne entre los empresarios”, son algunas de sus frases, que también utiliza para tomar partido en la interna del Frente de Todos.

¿Qué hay sobre la mesa?

Sigue sumando capítulos la novela de la interna oficialista. Aunque no muy anclada en la realidad que viven las mayorías. “Es con la gente adentro” dijo Máximo Kirchner este 24 de marzo tras largos días de silencio desde su renuncia como jefe de bloque en Diputados. ¿Pero cómo piensa el líder de La Cámpora incluir a “la gente”? Un misterio sobre el que no se pronuncia cuando la inflación carcome cada vez más los bolsillos. Cuando las y los trabajadores, aún estando empleados, buscan otros trabajos. Como apuntó Luis Campos del Observatorio Social de la CTA Autónoma, al analizar los datos que festejó todo el oficialismo sobre la baja del desempleo que publicó el Indec: “Quedarse con el número de desocupación es mirar una pequeña parte de la historia” . “Hay menos desocupados pero más trabajadores buscando trabajo”, explicó Campos.

Ausencias en la discusión que atraviesa el Frente de Todos. No hay propuestas alternativas del kirchnerismo a la “guerra contra la inflación” fallida del presidente, que es la principal preocupación de la gente que hace referencia Máximo.

De lo que sí hicieron propuestas es sobre cómo seguir en el gobierno. Para eso aprovecharon su convocatoria de este 24 de marzo. Horacio Verbitsky marca cuál fue la lectura buscada de esa movilización: “ratificó la primacía de CFK en la alianza electoral a la que convocó a Fernández. Esas son las cartas que Cristina y Máximo Kirchner pusieron sobre la mesa. Ni ruptura ni complacencia”.

Gimena Fuertes en Tiempo Argentino expone la alianza que buscaron mostrar el jueves: “La Cámpora y los intendentes”, y agrega al Frente Patria Grande a quienes “Máximo Kirchner también sumó”. Desde la provincia le confiaron que “el objetivo fue mostrar que el peronismo bonaerense está alineado con Cristina”.

Verbitsky en El Cohete a la Luna y Eduardo Van Der Kooy en Clarín también destacan el dato de la participación de los intendentes en la convocatoria de La Cámpora, aunque con conclusiones encontradas. Uno dice que “La asistencia de los intendentes de las secciones electorales 1ª y 3ª fue casi perfecta”; y el otro lo relativiza sembrando la duda de su poder territorial. “El diputado fue acompañado por 14 de los 70 intendentes del PJ que posee la Provincia. Casi ninguno de la primera sección electoral. No hay que olvidar que preside el partido del distrito. ¿Debilidad o fortaleza?” se pregunta Van Der Kooy.

Este domingo habrá elección de autoridades del PJ en los distritos bonaerenses. En la mayoría habrá listas unitarias, pero en otros no. Como San Isidro, disputada entre cristinistas y albertistas. Es el precalentamiento de la carrera electoral hacia el 2023.

El 24 de marzo tuvo otro mensaje hacia la interna oficialista. Como cuenta Brenda Struminger en Infobae fue “la exigencia que expresó La Cámpora el jueves 24 de crear un nuevo ámbito de decisión política entre albertistas, massistas y kirchneristas, para lograr una mayor injerencia de Cristina y Máximo Kirchner en la gestión nacional”. Para Pablo Ibáñez de El DiarioAr, este sería “el plan B del mundo K”. El plan A sería correr a Guzmán u otros funcionarios albertistas importantes, y por el momento el presidente se niega.

“Fernández no dio señales, hasta acá, de que validará una mesa política” aclara Ibáñez y coincide con Struminger que sostiene que en la Casa Rosada lo descartan por completo. Pablo Ibáñez menciona que sí “hay ensayos para armar una mesa bonaerense” (con Axel Kicillof, el massismo, el kirchnerismo y jefes territoriales). Es parte una estrategia del cristinismo de replegarse en la provincia de Buenos Aires, frente a los malos pronósticos electorales a nivel nacional. Aunque mirando la inflación de alimentos de febrero en territorio bonaerense, superó al promedio nacional. Arrojó un 8,6% mensual y 60,3% interanual contra un 7,5% mensual y 55,8% interanual en todo el país. Esta es la mesa que importa.

“Uno elige: los estudios de TV o la calle y la gente”, dijo Máximo Kirchner al frente de la columna de La Cámpora. La calle que desplegó el cristinismo el 24 de marzo, no existió cuando el acuerdo con el FMI se debatió en el Congreso hace pocos días. Tampoco cuando se anunció en enero. Fiel a las costumbres del frentetodismo, la calle es un escenario para desfilar en función de sus disputas. Lo propio ha hecho la dirigencia de la CGT, sólo para mostrar su alineamiento con el presidente. En el caso de la central sindical, lo revalidan en cada oportunidad que pueden. El martes pasado fue aceptando el convite al “pacto de gobernabilidad” junto a la UIA, como contó Ricardo Carpena (y retoma Verbitsky).

La “transformación de la realidad” que arengó Máximo, no cruza el límite de una disputa de poder gubernamental y preparación electoral. La plataforma que enunció el camporismo este 24 de marzo para revalidar su lugar en la coalición, está en sintonía con su prolija actuación en el debate parlamentario del acuerdo con el FMI. Mario Wainfeld en Página 12 describe el “espíritu frentetodista”: “Todos afirman que no quieren romper la unidad que, al fin de cuentas, es un medio para construir poder. Condición necesaria pero no suficiente”.

Sin programa alternativo que dé respuesta a los problemas más acuciantes de las mayorías, evadiendo el despliegue de fuerzas en la calle para intentar incidir en los hechos que definen el verdadero rumbo del país, se limitan al rol de comentaristas a la vez que gestionan la escasez y el ajuste desde los ministerios, secretarías, intendencias y demás cargos que integran el gobierno de Alberto Fernández desde el 2019.

Marca de origen

“Si se eligió a un moderador, un conciliador, una voz amable para los factores de poder, ¿qué otros resultados esperaban?” se pregunta Fernando Rosso en el newsletter Del otro lado (El Círculo Rojo - La Izquierda Diario). Invita a otras reflexiones sobre el debate público que atraviesa al Frente de Todos y los intercambios epistolares que lo rodean. Recuerda también las palabras de Emanuel Alvarez Agis sobre la fórmula presidencial cuando recién se estrenaba: “Cristina eligió a Alberto porque (este) puede hacer la política económica que ella podría apoyar pero no implementar”.

Tras dos años de gobierno donde se implementaron esas políticas económicas, con un tono acorde a las exigencias del FMI, se sentaron las bases para llegar a donde estamos. Con el apoyo de todo el oficialismo. ¿Qué otro resultado esperaban después de todo lo que hicieron (y no hicieron)?

El nuevo protagonismo del ex presidente Mauricio Macri con intensa repercusión mediática, tampoco cae del cielo. Quien hasta se da el lujo de reivindicar a Carlos Menem, mientras los liberales proponen dolarizar la economía sin despeinarse.

La izquierda y cientos de organizaciones se viene movilizando para enfrentar el acuerdo con el FMI, presentando una alternativa que empieza por el desconocimiento soberano de la deuda, y se entrelaza con medidas de soberanía nacional que apuntan a defender los bolsillos populares frente a la inflación. El 24 de marzo también llevaron esa pelea a las plazas de todo el país.

El enredo del oficialismo busca soluciones en “mesas políticas” o “cambios de gabinete”. Es la impotencia de una moderación de origen. Nada de eso podrá responder a las necesidades sociales más urgentes que amenazan con más mesas vacías. La política es transformación cuando es de otra clase. Sin delegarla. Hecha por y para los intereses de las mayorías.


Jesica Calcagno

Nació en Buenos Aires en 1984. Licenciada y profesora en Sociología (UBA). Acreditada en el Congreso.

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