La derecha se movilizó el sábado buscando capitalizar electoralmente el vacungate. El gobierno se sube a la ola de la grieta, con las manos vacías para los reclamos y necesidades de las grandes mayorías. Detrás de la grieta, ocupaciones de fábrica, bloqueos y autoconvocados echan raíces de resistencia.
Jesica Calcagno @Jesi_mc
Domingo 28 de febrero de 2021
El boomerang de la casta política
Si la grieta de las vacunas ya se había expresado de forma burda con la “rusa y comunista” Sputnik V, desatando una furiosa campaña antivacunas por parte de la oposición de derecha, hoy se busca revitalizar con el escándalo de las vacunas vip.
La derecha protestó este sábado, camuflada en la indignación por el vacunagate, para televisar sus usuales mensajes de odio y desfilar con dirigentes de Juntos por el Cambio en modo electoral. La siniestra imagen de bolsas negras que simbolizaban cadáveres, con el nombre de Estela de Carlotto y otros funcionarios, provocó repudio. Siempre pueden ser un poco más fachos. La nota de color fueron los puños fundidos entre Patricia Bullrich y Javier Milei. El libertario mediático que despotrica contra “los políticos”… a menos que sean de la mano dura.
El gobierno de Alberto Fernández intenta salir de la crisis política de los vacunados vip, pero el éxito no parece estar de su lado. Las declaraciones del presidente en su visita a México hablando de “payasadas”, le da letra al medio oficialista por excelencia para decir que las denuncias de las listas vip “fueron sobredimensionadas y agrandadas”. Otros intentan hacerlo con un poco de sutileza y alertan de no criticar tanto porque del otro lado “está el peligro de la derecha y la anti política”.
El mismo argumento del peligro “antipolítica” es recogido por Clarín, para advertirle a Juntos por el Cambio que impulsó la movilización del sábado en varias ciudades. A través de su editor Ricardo Kirschbaum señala que “la oposición cree haber encontrado la salida para su propio laberinto y que esto tendrá consecuencias electorales serias para el gobierno. Es una conclusión demasiado prematura que la puede conducir a errores graves”. Les pide paciencia para el largo camino electoral hacia octubre o noviembre. Ni siquiera Clarín pudo esquivar el carácter electoral de las protestas del sábado, aunque siguen omitiendo los privilegiados Vip de Juntos por el Cambio.
Como denunció la diputada Myriam Bregman los privilegios están de los dos lados. También el diputado electo del Frente de Izquierda Gastón Remy lo mostró con el caso de Jujuy gobernada por Gerardo Morales (quien no lo deja asumir su banca con proscripción y represión).
Iguales omisiones comete Joaquín Morales Solá en La Nación que denuncia que el beneficio a los amigos del poder es “una práctica habitual del kirchnerismo”. Lo demuestra, según él, la sentencia a Lázaro Báez por lavado de millones de dólares. Siempre le faltan, curiosamente, los ejemplos de las causas judiciales abiertas a funcionarios del gobierno de Macri que han tenido el mismo modus operandi.
Fernando González de Clarín es más directo y analiza que el macrismo “está entusiasmado” con el escándalo pero no repara que “la onda expansiva amenaza a toda la burocracia política”. Expresa su temor por el “fantasma del 2001” como un estallido que sobrevuela como una amenaza latente.
Quienes toman el vacunagte como un hecho asilado y expresan su preocupación por la posible “anti política”, terminan confluyendo de uno y otro lado de la grieta en ayudar a preservar “la política” de un estado capitalista que transversalmente lleva los privilegios, la corrupción y la amistad con el poder económico en su ADN. Cuestionar esa constante como hace la izquierda es hacer política, sólo que de otra clase.
Desde lejos no se ve
En lo que no repara la estrechez de esa polarización de los partidos tradicionales y sus medios afines, es que la crisis de las vacunas vip es un nuevo capítulo de la desigualdad que ha venido creciendo, agravada durante toda la pandemia. Ganadores y perdedores, privilegiados y no privilegiados, se cortan con la misma tijera. No van a encontrar un trabajador informal, desocupado o un jubilado que cobra la mínima en ninguna “lista vip”. El divorcio de la casta política con la mayoría de la población es político y es económico.
Lo que está pasando por abajo, con el crecimiento de conflictos protagonizados por trabajadores formales e informales, es invisible a los ojos del gobierno, la oposición de Juntos por el Cambio, y sus medios de comunicación.
Diego Genoud en El DiarioAr grafica uno de los motores de los reclamos en su columna, citando el informe de CIFRA. Comparando los salarios reales de trabajadores registrados del sector privado entre noviembre 2015 y 2020, se redujeron en promedio 15,4% y algunos llegaron a perder más del 23%. Agrega que “para los trabajadores del sector público (…) el derrape fue del 29% en los últimos cinco años”.
El informe que cita Genoud contrasta con lo que ganó el empresariado “no sólo los asalariados perdieron feo sino que los márgenes de ganancia se incrementaron en forma notable en el sector privado, especialmente entre 2017 y 2020”. Es decir, con Mauricio Macri y con Alberto Fernández. La reducción de los llamados “costos salariales” en beneficio de empresarios llegó a casi el 24% en el mismo período. Más que la caída del poder adquisitivo.
Genoud concluye que el peronismo “sufre el poder y choca con fuertes impedimentos para lograr una mejora en la vida de las mayorías”.
La negociación con el FMI es uno de esos impedimentos, y el gobierno está decidido a someterse al organismo a pesar de alguna que otra misiva epistolar de senadores del Frente de Todos. Alfredo Zaiat hace un sincericidio de ese palabrerío en forma de cartas. “Las evidentes irregularidades son herramientas de negociación” dice en la nota de tapa de Página 12. Enumerando las ilegalidades que conforman la estafa de la deuda macrista con el FMI, la conclusión es que igualmente hay que pagarla. La estafa es reconocida pero no para un acto de soberanía (como sería no pagarla), sino para regatear alguna que otra condición que mantendrá lo estructural. Porque negociar condiciones con el FMI implica igualmente que el pueblo trabajador será el que la pague, aunque no haya visto un centavo de ese préstamo.
Es un hecho que el FMI sigue muy de cerca la “cuestión fiscal” y también las tarifas de servicios públicos. En el Cohete a la Luna dan cuenta de esta puja como un elemento central en las negociaciones con el organismo y con las empresas del sector energético (“que en los últimos años obtuvieron ganancias extraordinarias gracias a la dolarización de las tarifas”). En la coalición de gobierno hay distintas apuestas de reajuste tarifario: Guzmán va por uno cercano al 30%, y otro sector apunta a un incremento con tope de 9%.
“La opción es negociar con firmeza poniendo en la mesa la sucesión de anomalías de ese préstamo” sentencia Zaiat. Sin percatarse tampoco de que la “firmeza” con los grandes poderes económicos no es precisamente una característica del gobierno.
Desde el 11 de diciembre del 2020 las negociaciones quedaron en pausa, y en Tiempo Argentino Randy Stagnaro cuenta con el viaje del ministro de Economía Guzmán a Washington “en marzo en una fecha aún no determinada”. Alejandro Rebossio en El DiarioAr agrega la incertidumbre sobre el apoyo de EEUU a un eventual acuerdo con el FMI, porque “aún está poco clara la posición del gobierno de Joe Biden hacia la Argentina".
¿Destellos de tormenta?
Así se titula la crónica de una semana de ocupaciones obreras y bloqueos, publicada en el Semanario Ideas de Izquierda por Lucho Aguilar y Jorge “el Loco” Medina. Sintetizan algo nuevo que está surgiendo desde abajo. Por un lado “la decisión de ocupar empresas, o bloquearlas duramente, ante el cierre o los despidos masivos” y también “el desarrollo de la democracia de base, la autorganización”, algo que se viene expresando en distintos conflictos para superar los métodos de una burocracia sindical que juega para el bando enemigo de las y los trabajadores.
Son tres las ocupaciones de fábricas y lugares de trabajo que emergieron en estos días: el frigorífico Arrebeef en la provincia de Buenos Aires, el edificio del call center Hey Latam en Rosario y el depósito SwissJust en Lomas del Mirador.
El frigorífico ubicado en Pérez Millán, partido de Ramallo, muestra el hartazgo de una nueva generación. “La gente y la juventud de rebeló” dice uno de los trabajadores entrevistado por La Izquierda Diario. Son 1000 trabajadores y están rodeados de la solidaridad de sus familias y el pueblo que se concentra en las puertas para bancar la ocupación.
En el call center Hey Latam ubicado en Rosario después de acampar 86 días en la puerta sin ninguna solución al cierre y sueldos adeudados, decidieron en asamblea la permanencia en el edificio para “preservar y cuidar los bienes”. Quieren seguir trabajando. En el comunicado dicen que están dispuestos a constituirse como cooperativa y piden “al Estado en todos sus niveles que nos permita acceder a la prestación de servicios” ya que cuentan con los instrumentos y capacitación para brindar servicios a la comunidad.
En Lomas del Mirador, la empresa de capitales suizos SwissJust decidió cerrar su depósito (para tercerizarlo), y los trabajadores lo ocuparon y conquistaron que se dicte la conciliación obligatoria. Siguen peleando para que se cumpla.
La defensa de los puestos de trabajo y de los salarios frente a una inflación que los devora son motores profundos de procesos de lucha y organización. Hay hartazgo. Porque se huele que perder el trabajo hoy en medio de una crisis, es que los empujen a la informalidad o la desesperación de la pobreza. Porque las condiciones de vida empeoraron tanto que se hace insostenible.
Repasar la semana con algunos ejemplos da cuenta de la envergadura del malestar y una situación económica y social crítica. Desde hace casi 20 días trabajadores metalúrgicos de Ternium-Siderar, del grupo Techint de Rooca, hacen bloqueo, paro y acampe por sus salarios.
La semana arrancó el lunes con un paro nacional de desmontadores algodoneros por recomposición salarial y un corte de vías del tren Roca por la reincorporación de trabajadores. El miércoles fue el turno de trabajadores tercerizados de Edesur. El jueves se movilizaron al Ministerio de Trabajo los aeronáuticos de Latam que siguen peleando por su fuente de trabajo.
El viernes se movilizaron residentes de hospitales nacionales al Ministerio de Salud, denunciando que, la cartera ahora encabezada por Carla Vizzotti, les recortó salarios por hasta $12.500 a residentes que cobran $36.500 mensuales. Ya anunciaron que van a ir al paro por tiempo indefinido.
Los docentes de todo el país están en alerta y movilización en muchas provincias, por un retorno seguro a las clases y en defensa del salario. Mientras en CABA La Izquierda Diario sigue recibiendo denuncias y testimonios que desmienten el relato de Larreta y Acuña, en Mendoza las y los docentes nucleados en SUTE votaron una movilización para este lunes y paro activo para el 1 y 2 de marzo. Reclaman reapertura de paritarias, recomposición salarial y aumento y retorno seguro a las escuelas.
Frente a tanta ceguera “en las alturas” de los partidos tradicionales que se revuelven en su propia salsa de privilegios, negocios y agenda electoral, hay padecimientos y necesidades que se transforman en resistencia y organización. La Izquierda Diario es el único medio que le da expresión a esta realidad por los lazos orgánicos con estos procesos. La respuesta de la clase trabajadora está echando raíces.
Zona de promesas
La “agenda institucional” seguirá esta semana. El presidente Alberto Fernández dará este lunes 1º de marzo su usual discurso ante la Asamblea Legislativa. Martín Rodríguez Yerba en La Nación adelanta que el problema del gobierno es que quisiera hacer nuevos anuncios del plan de vacunación, pero la escasez de las dosis en todo el mundo (y las demoras confirmadas de Astrazeneca) se lo impide. Habrá menciones sobre la reforma judicial, y se espera que también sobre el calendario electoral (y la disputa por las PASO). Horacio Rodríguez Larreta, que regresa de su viaje de descanso en Brasil, hará lo propio más temprano en la Legislatura porteña.
Se esperaba una concentración de las organizaciones del Frente de Todos en el Congreso, pero el propio Alberto Fernández suspendió la movilización desde su cuenta de twitter. Pidió que “esta vez cada uno siga mi mensaje en forma remota”. El argumento central es “dar el ejemplo” y que “cuidemos al prójimo aunque otros no lo hagan”, en alusión a las protestas de la derecha del sábado. Otra grieta que agregan a la lista: la calle. Otra grieta que es ciega, sorda y muda a la calle donde están los reclamos de la clase trabajadora.
PostData
En la historia de la clase trabajadora las ocupaciones de fábrica y el control obrero han dejado lecciones y conclusiones, de sus avances y retrocesos. Aunque las clases dominantes intentan enterrar esas experiencias para que se tenga que empezar siempre desde cero, las y los trabajadores reinciden, como vemos que empieza a suceder. A veces intuitivamente, otras por la fusión con esa experiencia acumulada que permite la organización política independiente de la clase trabajadora.
En el libro “Zanon: fábrica militante sin patrones”(Ediciones IPS) de Raúl Godoy, dirigente y protagonista de ese proceso que se mantiene vigente en la provincia de Neuquén, donde recorre las principales lecciones y el papel de los trotskistas. Godoy ha sido parte también de los diputados del Frente de Izquierda.
Allí cita unas palabras de Ernest Mandel para poner en valor la dinámica que pueden adquirir las ocupaciones de fábrica y su significado más profundo. Dice “si la huelga pasa de la defensa mediante guardias de los huelguistas (los piquetes de huelga) a la ocupación de las instalaciones y luego incluso a la ocupación activa en la que los trabajadores reanudan la producción y hasta la venta de productos bajo su responsabilidad, se está forjando en los hechos un contrapoder embrionario. Se desemboca entonces en una prueba de fuerza para determinar quién manda en la fábrica, en la economía y en el Estado: la clase obrera o la clase burguesa”.
Jesica Calcagno
Nació en Buenos Aires en 1984. Licenciada y profesora en Sociología (UBA). Acreditada en el Congreso.