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Red Internacional
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Opinión. Editorial de editoriales: una guerra de otra galaxia

Una “guerra contra la inflación” que no fue. Una “guerra interna” de aspiraciones electorales. Mientras el FMI avanza en Argentina y la inflación golpea, el peronismo se muerde la cola en su microclima. Un 24 de marzo en disputa.

Jesica Calcagno

Jesica Calcagno @Jesi_mc

Domingo 20 de marzo de 2022 11:33

Desde lejos no se ve

Unas horas antes de que el Indec publique los datos de la inflación de febrero, Alberto Fernández no tuvo mejor idea que prometer que iba declararle la guerra… pero desde el viernes. Los memes que desató inmediatamente en las redes sociales, presagiaron el bluff de lo que terminó siendo el mensaje presidencial. Intencional o no, la guerra anunciada colaboró en la remarcación de precios de los especuladores de siempre. Marzo promete ser peor. El periodista Claudio Zlotnik de iProfesional, le puso nombre, apellido y cifra a algunas de las remarcaciones: La Serenísima y SanCor (+9,8%), Arcor (+15%), Bimbo (+22%) y Nestlé (+18%).

Con un timing político característico de la decadencia, el presidente se mostró sonriente en una clase aquagym minutos después de enterarnos que los alimentos subieron 7,5% en febrero y ya acumulan 55,8% en el último año. “No me tiren al agua”, pidió Alberto frente a la pileta de Tortuguitas. Aunque ya se había hundido solo.

Diego Genoud en El DiarioAr pone los datos más crudos de la suba de alimentos en el conurbano bonaerense, “histórico bastión electoral del cristinismo”: 8,6% en febrero y 60,3% interanual. Y agrega una conclusión atravesada por el virreinato del FMI: “Lo paradójico de que Fernández se vista de combatiente es que al Gobierno le sirve la inflación alta para continuar el proceso de ajuste silencioso sobre salarios y jubilaciones”. Algo que también recordó el referente del Frente de Izquierda, Christian Castillo, tras el anuncio nocturno del presidente: “el acuerdo con el FMI es inflacionario”. El Senado terminó convirtiendo en ley ese acuerdo con un tratamiento exprés, nuevamente con la colaboración del Frente de Todos y Juntos por el Cambio, entre el silencio cómplice de La Cámpora y el cristinismo.

La dirigencia de la CGT y CTA volvió a sentarse con las cámaras empresarias y el gobierno para definir un nuevo salario mínimo. Sumando traiciones a los intereses de las y los trabajadores, y como siempre a sus espaldas, pactaron que este mes sea de $40.425. Pablo Ibáñez en El DiarioAr destaca el rol del diputado y titular de la CTA, Hugo Yasky: “Dijo que la suba del salario mínimo reflejaba que el acuerdo con el FMI no significada un ajuste pero, además, en la reunión previa, a puertas cerradas, casi proclamó la reelección de Fernández en 2023”. Yasky, que viene de abstenerse del acuerdo con el FMI en el Congreso, aparece fiel a la Casa Rosada y en sintonía con un relato albertista que desmienten hasta sus socios del Frente de Todos que no acompañaron el acuerdo.

Un relato que le da la espalda a la realidad de quienes supuestamente debería representar. Horacio Verbitsky en El Cohete a la Luna estima que “recuperar el poder adquisitivo que tenía el 9 de diciembre de 2015 requeriría que hoy llegara a 51.300 pesos mensuales”. No va a llegar a ese valor ni en diciembre de este año con lo que acordaron ($47.850). Como detalla Guadalupe Bravo en La Izquierda Diario, el propio Indec confirmó que en una familia de 4 integrantes debía percibir ingresos por $83.807 para no estar bajo la línea de pobreza. Pero esta medición no incluye ni el alquiler, ni una alimentación saludable. La estimación de la Junta Interna de Ate Indec, sostienen que ningún trabajador debería ganar menos de $ 136.100.

Así están las cosas. Bolsillos populares agujereados. Con un presidente que amaga pero no tira ni un chasquibum en “la guerra contra la inflación”. Con funcionarios que festejan que sea ley el acuerdo del cogobierno con el FMI, como Martín Guzmán (al igual que el vocero del organismo internacional, para no perder la costumbre de “ministro de la deuda”). Con dirigentes sindicales que ofician de soporte para el ajuste del gobierno y el FMI. Con un oficialismo sumido en disputas internas, sin nada que ofrecer más que padecimientos a las mayorías trabajadoras. Mario Wainfeld describe esta preocupación en Página 12: “El microclima político da la impresión de circular por carriles ajenos a la gente común”.

Una distancia que se agranda a niveles galácticos. Como se agranda la desigualdad entre las mayorías que pierden con la inflación, y grandes empresas como Arcor que aumentaron sus ganancias un 142% en 2021.

¿Y ahora?

Tras la votación del acuerdo con el FMI en el Congreso se aceleraron dos cosas. El co gobierno con el FMI que tendrá nuevos capítulos para condicionar con sus clásicas recetas la economía y política local. Marcelo Di Bari en Tiempo Argentino detalla cómo siguen los pasos del acuerdo, que tendrá su primera revisión trimestral en junio. Se aceleró también la disputa en la coalición de gobierno, y algunos analistas intentan responder cómo sigue la novela de lo que el politólogo Pablo Touzon bautizó “pimpinelismo de estado”.

Aparece un diagnóstico común: nadie está pensando en romper el Frente de Todos y que los próximos pasos del cristinismo apuntan cañones contra Martín Guzmán.

Gimena Fuertes en Tiempo Argentino sostiene que nadie se va, “aunque no se sabe bajo qué términos se inaugurará esta nueva etapa de convivencia dentro del Frente de Todos, ninguno de sus socios está dispuesto a mover fichas y perder posiciones en un tablero cada vez más maniatado”. “Esa es hoy la única coincidencia entre los funcionarios albertistas, del kirchnerismo duro y el massismo”, agrega Santiago Dapelo en La Nación. Gabriel Sued en El DiarioAr tiene el mismo pronóstico: nadie va a renunciar del kirchnerismo ni va a abandonar el Frente de Todos. Es que ocupan cargos importantes como el del Ministerio de Interior (Wado de Pedro), PAMI (Luana Volnovich), Anses (Fernanda Raverta), YPF (Pablo González) y Energía (Federico Basualdo y Darío Martínez). Jubilaciones y energía son áreas sensibles del ajuste sobre el ajuste.

El escenario de unidad parece el más probable por el momento. Aunque tampoco puede descartarse que en escenarios más convulsivos donde gane protagonismo la lucha de clases, esos planes cambien. Siempre acorde a los intereses de un cristinismo más interesado en autopreservarse, que en dar respuesta a los problemas estructurales que acechan al pueblo trabajador.

El canciller Santiago Cafiero, del riñón albertista, dio el primer mensaje de bandera blanca este domingo en El Cohete a la Luna bajo el título “Nos une la patria”. Hace un llamado a que “toda nuestra dirigencia busque los mecanismos para retomar el diálogo y la iniciativa para superar esta crisis y reordenar el Frente de Todos”. Habla de la necesidad de “la unidad de la coalición, del trabajo y las ideas de todas y todos los compañeros que constituimos este espacio político”. Está por verse el eco que encuentre del otro lado, o si se interpreta como una defensa del actual equipo económico y de Martín Guzmán en particular, para también mantenerlos adentro.

Gabriel Sued adelanta que “la fuerza que lidera la vicepresidenta seguirá dando la discusión a cielo abierto para que el Gobierno modifique su política económica”. Aunque no es clara cuál es la política económica que propone la fuerza de Máximo Kirchner y Cristina Fernández. En la nueva carta que publicaron las y los senadores que no acompañaron el acuerdo-con la votación consumada al igual que en Diputados-, vuelve a quedar expuesto que no tienen ninguna alternativa al rumbo actual. Es curioso que allí sostienen que sabían que “tarde o temprano tendríamos que enfrentar la renegociación de la deuda con el FMI”. ¿Entonces por qué esperaron dos años, y que se vote en el Congreso, para escribir sus diferencias?¿Por qué pagaron religiosamente en los vencimientos que dejó Macri? Más curioso aún es que dicen que "no son ingenuos" y “Nunca esperamos que el FMI se volviera ´keynesiano´ni que dejara de promover planes de ajuste”. Lo que tienen para reivindicar es haberle mandado al FMI “dos extensas cartas públicas”. ¿Creían que el organismo internacional iba a cambiar algo de sus condiciones por esas cartas?

Preguntas que generan malestar hasta en sus propios simpatizantes. Reforzado por un accionar que permitió que el acuerdo avance con su complicidad. Confesiones desde el despacho de uno de los senadores cristinistas a Gabriel Sued: “No estuvo en la votación, pero todos saben que hizo todo lo posible para facilitar el tratamiento, lo más rápido posible”. Confesiones de una de las senadoras cristinistas, Pilatti Vergara, en el programa de radio Pasaron Cosas: “Si yo hubiera sabido que mi voto iba a ser decisivo (...) obviamente que no hubiera votado negativamente”.

Alfredo Zaiat en Página 12 se hace eco de los pedidos que rezan a ambos lados de la coalición: “sin conducción política coordinada entre las diferentes fuerzas que integran el Frente de Todos y con la obstinada fragmentación de la gestión económica, que viene acompañada de una abierta resistencia interna al ministro de Economía, resulta muy complicada la misión de enfrentar el problema inmediato de una inflación navegando hacia escalones superiores a los registrados en 2021”. ¿La salida de Martín Guzmán será la “prenda de unidad” para reordenar la coalición? Difícilmente cambie algo del rumbo económico aún con la salida de Guzmán que pide el camporismo. Dejando correr el acuerdo con el FMI, la lapicera ahora la tiene Washington. Pusieron en sus manos el país, y lo que les queda de mandato.

La “guerra interna” del Frente de Todos no tiene proyectos de país en pugna aunque la pobreza siga rondando el 40% y la inflación siga pulverizando las condiciones de vida del pueblo trabajador.

“Si todos somos Massa, un sector va a buscar representación en otro lado”, le dijo a Sued un funcionario nacional que responde a Máximo Kirchner, advirtiendo “que el año pasado la izquierda sacó un 25% en Jujuy”. Por el apoyo popular que recibió Alejandro Vilca del PTS - Frente de Izquierda, convirtiendo en diputado nacional por primera vez a un recolector de basura y coya. Otra confesión de las preocupaciones electorales del kirchnerismo, que explican que su reacomodamiento haya empezado luego de la derrota en las legislativas del 2021.

Ese microclima en las alturas, bien lejos de la realidad de los sectores populares, también alcanza a los sectores díscolos de la coalición de gobierno. Especulan con el 2023, como Alberto, como Juntos por el Cambio. Abajo, la fractura social que amenaza sus deseos de hacer gobernable el ajuste.

24 de marzo: estafas de ayer y hoy

Este jueves se cumple un nuevo aniversario del golpe cívico militar de 1976. Una fecha de lucha contra la impunidad de ayer y de hoy. Con la particularidad de tener lugar luego de que el Congreso convalide la estafa de Macri con el FMI. Y en un contexto internacional atravesado por la guerra en Ucrania que exige levantar las banderas de NO a la guerra, contra la invasión rusa y contra la OTAN y el rearme militar imperialista.

El Encuentro Memoria Verdad y Justicia, es el espacio que se ha mantenido independiente de los distintos gobiernos, y hace la única convocatoria para movilizarse contra el acuerdo del gobierno y el FMI. Ahí estará el Frente de Izquierda y las y los diputados que vienen impulsando las movilizaciones contra esta nueva entrega y ajuste junto a más de 200 organizaciones. La deuda externa que hoy vuelve a someter al país, tuvo un salto cualitativo con la dictadura genocida. Los ilícitos, fraudes y fuga que la rodearon en aquellos años, se repiten. También los empresarios y especuladores que se benefician.

Es una fecha para llenar las calles contra las estafas de ayer y de hoy que buscan someter a las mayorías trabajadores con sus planes de ajuste. Es la apuesta de la izquierda y el Encuentro Memoria Verdad y Justicia.

Habrá convocatorias divididas como ocurre hace varios años. Pablo Ibáñez en El DiarioAr y Brenda Struminger en Infobae cuentan que La Cámpora piensa en una movilización para reposicionarse en su propia interna de gobierno. “Para alentar el ímpetu y la cohesión de la militancia y la dirigencia” y “sobre todo, utilizarán la fecha para sentar posición frente a los embates del albertismo” dice Struminger. Agrega que Alberto Fernández todavía no decidió qué hacer ese día, y especula con las consecuencias que podrían tener sus movimientos.

El 24 de marzo es un día de lucha. Y así será con el Encuentro Memoria Verdad y Justicia. A llenar las plazas de todo el país contra el FMI. Y para decir NO a la guerra en Ucrania, fuera las tropas rusas de Ucrania, fuera la OTAN de Europa del este y no al rearme imperialista.


Jesica Calcagno

Nació en Buenos Aires en 1984. Licenciada y profesora en Sociología (UBA). Acreditada en el Congreso.

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