Según un documento de Unicef y la Dirección de Economía y Género del Ministerio de Economía, en pandemia empeoró la situación de los hogares monoparentales conducidos por mujeres: 6 de cada 10 son pobres. En ellos, vive el 68, 3 % los niños, niñas y adolescentes alcanzados por la pobreza. ¿qué tiene que ver el trabajo con la pobreza que afecta a las mujeres?
Miércoles 26 de mayo de 2021 23:02
Hace unos días solamente nos enterábamos que el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) había aumentado en 10 puntos la pobreza infantil. Hoy sabemos que el 68,3% de los niños, niñas y adolescentes que viven en hogares conducidos exclusivamente por mujeres (mono-maternales) son pobres. Es decir que las mujeres con hijos, hijas y adolescentes que dependen únicamente de sus ingresos (y no de una pareja) les cuesta el doble sostener los hogares. El ajuste fiscal (la eliminación de la IFE) aumentó la pobreza en los sectores más vulnerables del país: mujeres, niños, niñas y adolescentes.
En esta nota hablábamos de los efectos de la pobreza: una de cada cuatro familias tuvo que dejar de comprar ciertos alimentos durante la cuarentena, el 48 % de los menores de seis años modificó su forma de comer y el 10% de la población infantil asiste a comedores como estrategia de supervivencia alimentaria. La inflación no hace más que empeorar el panorama: frente a la suba de precios, los pobres son cada vez más pobres y cada vez más, se endeudan para comer. Son estas familias las que destinan una mayor proporción de sus ingresos a comprar alimentos.
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Una reducción de los ingresos equivale a una reducción de los alimentos en los hogares. Cortar la IFE, significó un plato menos en la mesa. Como afirma Verónica Gago en su libro La potencia feminista, el ajuste se descarga en los hogares, por la vía de un cambio en la alimentación: las mujeres deben reducir sus ingestas (lo que comen) para que el alimento al que acceden con sus magros ingresos, alcance. Los planes sociales como la Asignación Universal por Hijos (AUH) que abarca a 4,3 millones de chicos y adolescentes menores de 18 años y la tarjeta alimentaria para chicos menores de 6 años, ya demostraron ser insuficientes frente a las crecientes necesidades económicas, sociales, culturales y educacionales de estos sectores de la población.
De acuerdo con una de las principales políticas públicas del Ministerio de Mujeres, Género y Diversidad que busca reconocer el trabajo de cuidados, (es decir, la crianza de hijos, hijas y adolescentes, entre otros), en el estudio realizado por Unicef y la Dirección de Economía y Género del Ministerio de Economía, se reconoce que “los cuidados están en crisis”. Sin embargo, las políticas del gobierno nacional continúan desconociendo el trabajo que realizan las mujeres. Como explicó en esta nota, Lía Pesaresi, trabajadora del INDEC, las mujeres hacen trabajo comunitario pero el Estado lo considera una “colaboración”. Las mujeres enfrentan los efectos de la crisis trabajando en comedores comunitarios pero son consideradas por el Estado como “colaboradoras”.
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En los comedores, el trabajo aumenta a medida que se aceleran los ritmos de la crisis. Con cada aumento de la carne, y la especulación de las patronales agrarias, el porcentaje de arroz y fideos va aumentando la proporción en las ollas. Mientras tanto, las mujeres arriesgan sus vidas para sostener los comedores: Teodora Olloa, cocinera en el barrio San Martín en la villa 31 de Retiro, y Lourdes Huarachi, cocinera y militante del Frente de Organizaciones en Lucha (FOL) en la villa 20 de Lugano fallecieron luego de contagiarse coronavirus. Por eso la red de comedores por una Alimentación Soberana exigen Vacunas ya para alimentar al pueblo”.
https://www.tiempoar.com.ar/nota/organizaciones-sociales-exigen-vacunas-para-trabajadores-esenciales
El trabajo de las mujeres con hogares a cargo recibió los peores golpes. La tasa de actividad de las mujeres sin cónyuges con niñxs y adolescentes a cargo cayó 14% contra un 8% del total de mujeres. Y además, como reflejamos en varias notas de la Sección Géneros y Sexualidades de La Izquierda Diario, cuando empieza a abrir la economía, las mujeres tardan más en volver al mercado laboral por la sobrecarga de tareas domésticas y de cuidado. Solo acceden a trabajos más informales, lo que significa menos ingresos.
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La crisis del Covid-19 cambió por completo la vida de los más jóvenes. En esta nota, Nancy Méndez, trabajadora social, explicó que la mitad de los niños, niñas y adolescentes que trabajan comenzó a hacerlo durante la pandemia frente a la baja de ingresos; una situación agravada por la interrupción de las trayectorias educativas.
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La asistencia a estos sectores, por medio de las Iglesias y los programas sociales del Estado, no revierten esta tendencia: la profundización de la pobreza en todo el país.
El gobierno reitera en cada oportunidad, que, entre la economía y la salud, eligió la salud. Ya decíamos en otra nota que a la salud no la eligió, ya que priorizó proteger los negocios privados y secretos de los laboratorios, en lugar de declarar de utilidad pública los laboratorios que producen vacunas en el país, una respuesta acorde a la emergencia sanitaria. Pero también hay que reconocer que la alimentación es una cuestión de salud pública. Acceder a una alimentación saludable hoy es un privilegio en la Argentina. Solo el 30 % de los niños se salva de la pobreza en la Argentina, uno de los principales países productores de alimentos en América Latina.
En lugar de garantizar una IFE de 40.000 a todos los hogares pobres conducidos por mujeres, los más afectados por la crisis económica y sanitaria, el gobierno nacional prioriza las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional, digámoslo, a costa del hambre de las mayorías. ¿No era que la deuda era con el pueblo?
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