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Red Internacional
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Cifras que hablan. Nueve de cada diez personas que resignaron trabajo asalariado para hacer tareas de cuidado son mujeres

Las restricciones en la circulación generadas por la pandemia provocaron la reconversión hacia el teletrabajo. Para muchas mujeres se trata de un nuevo factor que aumenta la desigualdad.

Jueves 20 de mayo de 2021 11:14

Si hay una palabra que se utiliza constantemente cuando hablamos de lo que les sucede a las mujeres en diferentes aspectos de su vida diaria es “desigualdad”. Y en este sentido hace décadas que los feminismos estudian, analizan y sacan conclusiones respecto de las diferentes posibles salidas que salden algunos de los aspectos que generan estas desigualdades.

El tiempo que le dedican las mujeres (y niñas) a las tareas de cuidado es el punto de partida en el camino hacia una primera desigualdad que es la educación. Este déficit genera el acceso a trabajos menos calificados y por tanto, con salarios más bajos, sin posibilidad de acceder a derechos como vacaciones, aguinaldo, obra social o aportes jubilatorios. Todos estos factores, solos o combinados, conducen a la feminización de la pobreza.

Por la pandemia, principalmente por la inexistencia de políticas públicas, se profundizaron las desigualdades de género. No solo aumentó el tiempo destinado a las tareas de cuidado sino que hay nuevos factores que incrementan esa desigualdad de género entre las distintas mujeres según sus condiciones de vida.

¿Cómo impactó la reconversión al teletrabajo en las diferentes ramas que emplean a mujeres?

El grupo “Bridge The Gap” realizó una encuesta para medir este impacto en el último año. Cintia González Oviedo, fundadora de la agencia, dijo: “En el mundo se habla de retrocesos de 10 años en cuanto a puntos de inserción laboral, por eso quisimos ver de qué estamos hablando en Argentina en cuanto a nuevas brechas".

En una encuesta de alcance nacional se observa que el 66% de las personas encuestadas con hijos tuvieron que reducir su jornada laboral, pero en el caso de las mujeres el porcentaje asciende al 90%, es decir 9 de cada 10 mujeres con hijos debieron resignar sus proyectos y horas laborales (pagas y fuera de sus hogares) para asumir mayores responsabilidades domésticas, de cuidado, y por la escolaridad se sus hijas e hijos.

El teletrabajo puede generar dificultades en el desarrollo habitual al interior de los hogares. En este sentido cuatro de cada diez personas respondieron que las empresas no realizaron ningún adaptación. Indicaron como un gran inconveniente en el desenvolvimiento de la rutina diaria las numerosas reuniones diarias, jefas y jefes que no respetan los horarios de descanso ni la adecuación de la jornada con las responsabilidades familiares.

La consultora Accenture realizó una encuesta similar pero tomando siete países diferentes. Las primeras conclusiones del trabajo indicaron que el tiempo dedicado al trabajo no remunerado en las mujeres aumentó casi 3 veces, los salarios de las mujeres disminuyeron en promedio 16% (entre los varones el 10%), pero fue mayor entre las mujeres sin estudios universitarios. De igual manera, el 25% de las mujeres con título académico ya hacían home office y aumentó a más del doble, pero entre las que no lo tienen la proporción aumentó el 50%.

Una primera aproximación al relacionar ambos estudios nos confirma que no solo la pandemia sumó nuevas desigualdades de género, sino también entre las mismas mujeres. Es decir ante la posibilidad de acceder al teletrabajo, según la rama y la posibilidad de reconvertirse, la diferencia está entre quienes pueden acceder a educación para adquirir esas habilidades, entre quienes pueden acceder a las herramientas y conexiones informáticas.

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Según el Centro de Estudios para la Producción el teletrabajo pasó del 2% al 13% en tanto la “accesibilidad” es muy heterogénea.

Las ramas que pudieron adaptarse en su mayoría fueron de servicios como finanzas, servicios profesionales, enseñanza, administración pública. En la industria la conversión fue reducida, del 1% al 4%. En el otro extremo, sin posibilidad de realizar la tarea de manera virtual se encuentra el servicio doméstico (una tarea con sobrerepresentación de mujeres), hoteles y restaurantes, y construcción.

El acceso al teletrabajo, también llamado homeoffice, también puede verse por el nivel educativo. La reconversión aquí fue en puestos y para personas con elevado nivel educativo, y muy reducida para con quienes no terminaron el secundario.

La Ciudad Autónoma de Buenos Aires tiene la mayor proporción de quienes están teletrabajando, el 26%, más del doble del promedio nacional que registra el 12,8%. Esto puede explicarse por la gran concentración en servicios, las mayores restricciones en la circulación generadas por el nivel de contagios en la pandemia y porque hay mayor nivel educativo.

Según el Indec sobre el “Acceso y uso de tecnologías”, 6 de cada 10 personas (mayores de 4 años) no tienen una computadora a nivel nacional.

Los estudios demuestran que solo un pequeño porcentaje de mujeres pudieron acceder al teletrabajo. Esto se contrapone con una amplia mayoría que está ocupada en las ramas industriales, como la alimenticia, que al ser considerada esencial no detuvo su actividad, o trabajando en casas particulares o en áreas de gastronomía o limpieza.

La falta de políticas activas desde el Estado, el retroceso en las condiciones laborales y la desigualdad sigue en aumento.

La visibilización de las condiciones de vida de las mujeres es un paso más, pero sin dudas solo la organización y la lucha en las calles, como muchas hoy lo están haciendo, puede provocar que en una sociedad desigual por definición las mujeres avancemos en conquistar algunos derechos que inicien el camino para terminar con la explotación y la opresión.