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Red Internacional
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MADRID. El Gobierno “progresista” manda a los antidisturbios a reprimir una protesta en la Complutense contra la embajadora de Israel

Decenas de estudiantes se concentraron hoy en el campus de Ciudad Universitaria de la Complutense de Madrid para protestar contra la presencia de una representante del Estado genocida de Israel. Denuncian la ocupación y masacre hacia el pueblo palestino y se encuentran, de nuevo, con la universidad militarizada por el gobierno del PSOE y Unidas Podemos.

Miércoles 8 de febrero de 2023

Después de blindar el campus para contener la movilización contra el acto en que concedieron el galardón de “alumna ilustre” a Isabel Díaz Ayuso, ahora la delegación de gobierno del PSOE y Unidas Podemos realiza un nuevo despliegue represivo, a pedido una vez más del rector de la Complutense, contra los jóvenes que denuncian la barbarie que sufre Palestina a manos del Estado sionista.

El rectorado cada vez con más frecuencia recurre a los antidisturbios para hacer posible todo tipo de actos propagandísticos y lavados de cara a autoridades repudiadas por los y las universitarias. Se muestra una vez más, los vínculos de la universidad pública con la política del régimen, en este caso, con la política del Gobierno del PSOE y Unidas Podemos en defensa del Estado de Israel, con el que el Ejecutivo de Pedro Sánchez mantiene acuerdos políticos y militares.

En este caso ha ocurrido cuando manifestantes entraron al edificio D de la Facultad de Filología para protestar, con una treintena de estudiantes y manifestantes identificadas, varias personas agredidas por los antidisturbios y con dos detenidas, dos de las organizadoras, una de ellas refugiada palestina. No sorprende nada, menos después de lo vivido el pasado 24 de enero en la protesta contra el nombramiento de Ayuso como alumna ilustre que blindó por completo la Facultad de Ciencias de la Información, que el rector de la universidad y la Delegación de Gobierno de la Comunidad de Madrid envíen a la policía a reprimir protestas, pero lo que se ha vivido hoy ha sido especialmente escandaloso.

La protesta, que transcurría pacíficamente, fue reprimida por todo un despliegue policial con más de tres furgones antidisturbios, los cuales no sólo trataron de disolver la manifestación, sino que entraron en los pasillos del edificio para sacar a la fuerza a los estudiantes que mostraban su repudio a la presencia de la embajadora. Todo en un marco en el que el Gobierno no sólo no ha derogado la Ley Mordaza, sino que recrudece su ofensiva contra los movimientos sociales de la izquierda. El caso más sobresaliente es el de los diferentes policías infiltrados en los movimientos sociales catalanes.

Este nuevo atropello pretende justificarse a partir de una verdadera campaña de criminalización contra quienes critican al Estado de Israel. Desde la Embajada de Israel igualan cualquier crítica antisionista con el antisemitismo, con el objetivo de encubrir la masacre al pueblo palestino, y de eso modo pretenden reprimir y acallar toda voz crítica con los crímenes del Estado de Israel contra el pueblo palestino, buscando amalgamar todo cuestionamiento a la política colonialista y segregacionista israelí.

Esta operación, de la cual es cómplice el Gobierno español, no ha hecho más que profundizarse desde la fundación de dicho estado en base a lo que el historiador israelí Ilan Pappé ha denominado “la limpieza étnica de Palestina”. La maniobra es sencilla: transformar la crítica al sionismo y su colonialismo reaccionario en sinónimo de antisemitismo, cuando en realidad millones de judíos en todo el mundo no se identifican con el sionismo ni avalan la política criminal del estado israelí y dicen “no en nuestro nombre”.

Persecución y represión, el modelo de la universidad “progresista”

La Universidad, por su parte, refuerza su carácter represivo y las medidas disciplinarias. En 2021 Unidas Podemos presentaba la Ley de Convivencia Universitaria, que refuerza aún más la presencia policial en los campus, vulnerando la autonomía universitaria conquistada por el movimiento estudiantil contra la dictadura. Al mismo tiempo, la LOSU profundiza, precisamente, la presencia de las empresas en la universidad y su vinculación con todo tipo de figuras de la política del régimen. El caso de Macarena Olona y su charla en la Universidad de Granada, o el ya mencionado nombramiento de Ayuso en la Complutense, repudiado por cientos de estudiantes y trabajadores, son algunos de los más sangrantes.

Y es que la Universidad Complutense, que se precia en ser la más prestigiosa del Estado Español, es en realidad una universidad completamente antidemocrática y puesta completamente al servicio de las empresas del Ibex 35 y de los partidos del régimen del 78, controlada por una casta de decanos y rectores que hacen en ella lo que les viene en gana. Hoy ha quedado reflejada de manera clara esta alianza, blanqueando al Estado de Israel, que mata, encarcela y condena a una vida de miseria y precariedad absoluta al pueblo palestino. Ha quedado claro también lo poco que quieren que les estudiantes y colectivos protesten en el campus. Mientras que la UCM se define a sí misma como un espacio democrático y de debate en la que caben todas las ideas, cuando esta libertad se pone en práctica la contestación que recibe es la represión.

A la presencia policial en el campus se le suma los ya reiterados ataques y prohibiciones por parte de las autoridades universitarias a actos y charlas organizados por los estudiantes y otros sectores. La actividad ataca, precisamente, a los estudiantes críticos y que se organizan. La tendencia a una universidad cada vez más represiva acompaña a su precarización y a una enseñanza que, de forma cada vez más descarada, lo que busca es adocenar a los estudiantes.

Frente a los ataques al movimiento estudiantil urge organizarse y plantar cara. Hay que recuperar la tradición más combativa del movimiento estudiantil. En estos tiempos de militarismo, crecimiento de la extrema derecha y falta de una alternativa dispuesta a desafiarlos, necesitamos una juventud y un movimiento estudiantil más rebelde, más crítico, más fuerte y, sobre todo, independiente de la política del “progresismo neoliberal”. Un movimiento estudiantil que reclame el supremo derecho a rebelarse.