La realización de un congreso fraudulento por parte de Franja Morada (Cambiemos) y UES (PJ), abre varios interrogantes sobre el futuro de la federación universitaria más grande del país, que desde hace 17 años está bajo la conducción del Partido Obrero.

Jesica Calcagno @Jesi_mc
Viernes 6 de julio de 2018

El ataque del gobierno y del rectorado es directo. Con el apoyo a las agrupaciones estudiantiles que responden a su gestión, realizaron un congreso trucho de la FUBA, basado en el fraude electoral y el robo de delegados, que busca asegurarse el control de la federación estudiantil más grande del país en un momento de crisis política y económica. Rápidamente sintonizaron Clarín, Infobae y varios medios oficialistas para legitimar este fraude, poniendo ahora el eje en la caja de la Fuba.
Este ataque obliga a dar respuesta desde todos los que creemos que las organizaciones estudiantiles podrían jugar un rol clave como herramientas de organización y lucha de los estudiantes, por sus propias demandas y junto a los trabajadores, contra las políticas del gobierno.
“¿Que es la FUBA?”, pregunta un estudiante de la UBA, luego del congreso trucho de Cambiemos y el PJ. La pregunta no peca de desinformación, sino de realidad: para los casi 300 mil estudiantes de la UBA, la federación que nuclea a los trece centros de estudiantes de la Universidad es totalmente ajena y una cascara vacía. Por eso ningún estudiante independiente se movilizó ni interesó en su defensa. Sus siglas podrían designar centros de fotocopiado en los CBC, pero están lejos de ser una referencia para la juventud.
Si lo que interesa es transformar la FUBA en una herramienta de organización y lucha de amplios sectores de estudiantes, es necesario revisar críticamente su historia reciente. ¿Cómo se llegó a esta situación?
Los Frentes “anti Franja”, y su fracaso estratégico
La derrota de la Franja Morada en la FUBA en 2002 estuvo atravesada por una crisis nacional, la caída de De la Rúa y las jornadas del 2001. El movimiento estudiantil venía de una experiencia contra los recortes menemistas en 1999, cuando conformó la asamblea interfacultades frente al boicot de la agrupación radical.
En 2002 los delegados a FUBA del PO, TNT (agrupación de Axel Kicillof), PCR, MST y Libres del Sur (de una variada trayectoria que va desde frentes con Prat Gay, el kirchnerismo hasta ser parte hoy del gobierno de Cambiemos en Mendoza) se unieron y llegaron a la conducción.
Desde entonces, los frentes “opositores a la Franja” con corrientes adversarias e incluso enemigas, que podrían ser válidos momentáneamente con objetivos democráticos específicos, se transformaron en la estrategia y única política del PO durante 17 años. Esta estrategia de alianzas con grupos reformistas (invariables desde sus inicios) “por arriba”, combinada con vaciamiento de la federación “por abajo”, es la que hoy demuestra su fracaso absoluto.
¿Se podría haber hecho otra cosa en aquel entonces? Claro. Por ejemplo, podría haber sido un agrupamiento con el único compromiso de iniciar un proceso estatuyente en la FUBA, establecer un funcionamiento en base a mandatos de base y asambleas, separar totalmente la administración de los “servicios” (fotocopiadoras de los CBC) de la conducción política, sorteando el 100% de los puestos en esos espacios (contra la tradición de “rentados” que había dejado la Franja Morada), comisión revisora de cuentas abierta y pública.
Nada de todo esto sucedió. Por el contrario, el PO no sólo mantuvo las bases estructurales de la FUBA, sino que consolidó una política conciliadora de “frentes opositores” con corrientes reformistas, con el único fin de evitar que Franja Morada recupere la conducción de la Federación. De transformar algo, ni hablemos.
Así iniciaron el derrotero que llevó al actual fracaso estratégico de esta política, hasta hacer un frente político con la agrupación Patria Grande/Mella -que en 2016 se integró al frente PJ/Kichnerismo en Capital Federal-, con quienes comparten la conducción hasta el día de hoy (que hace 5 años se mantienen sin haber sido votados formalmente por un congreso ordinario).
Lo curioso es que pese al fracaso estrepitoso de esta política, frente al actual ataque del gobierno y el rectorado, el Partido Obrero llama a un “reagrupamiento de las fuerzas opositoras al gobierno”, que se parece al “acuerdo técnico” que en años anteriores propusieron públicamente al kirchnerismo ¡en 2015 cuando todavía eran gobierno! Es decir, más leña al mismo fuego que inició el incendio.
Así como la idea de “Frente Anti-Macri” confunde sobre cuáles son los aliados y los enemigos de lxs trabajadorxs y la juventud para enfrentar el ajuste y el saqueo del país que busca llevar adelante el gobierno de Macri y el FMI con mas deuda, la idea de “Frente Anti Franja” invisibiliza que hay una disputa por el rol que puede cumplir el movimiento estudiantil, que es muy heterogéneo y tiende a dividirse en momentos de crisis más agudas. ¿O no es una pelea que compartimos en el Frente de Izquierda por la organización democrática del movimiento estudiantil con la perspectiva de que intervenga de manera independiente junto a lxs trabajadorxs?
A esta altura es necesario que el PO clarifique si defiende algo del programa del Frente de Izquierda para el movimiento estudiantil, o si es que está cristalizando una concepción que separa sectorial y corporativamente al estudiantado de una pelea política (división que es muy útil a los intereses del gobierno, la Franja Morada y el peronismo).
Porque si el PO comparte todavía el programa del Frente de Izquierda, su política traslada la difícil disputa por desarrollar una fuerza estudiantil viva y organizada que se una a lxs trabajadorxs, a un simple problema de “conducciones” (y muy confusas) de la federación.
Lo reduce a una disputa entre “aparatos”, guiado por maniobras políticas de acuerdos entre agrupaciones “por arriba”, como si su sola presencia en la dirección de la FUBA resolviera las tareas de la izquierda en la universidad. Cuestión además, que en 17 años no ha funcionado para nada.
De hecho, la idea misma de “Frentes Anti-Franja”, en la actualidad identificados con el “anti-macrismo en general” como única política hacia la FUBA, demuestra la hegemonía de La Mella en esa alianza, es decir, del ala reformista que el PO se obstinó permanentemente por integrar como única vía de sostenerse en la conducción.
Le preguntamos al PO ¿cuál es el objetivo de “nuevas direcciones” que dejan de lado el problema de la independencia política, de los métodos de organización y de la alianza con el movimiento obrero? Hasta ahora la experiencia hecha implicó retener la Federación “cueste lo que cueste” (como un fin en sí mismo), y sin que cambie nada de la estructura de la organización estudiantil más importante del país.
La política de “por arriba” todo (con los reformistas), y “por abajo” nada (más que gestión de fotocopias), muestra su fracaso estratégico en el hecho de que ni un solo estudiante se movió ante esta avanzada de la Franja Morada y el rectorado. ¿Qué estudiante con un poco de sentido común podría defender a una federación que no rinde cuentas ante nadie, que dice que mueve millones de pesos pero nadie sabe en que se gastan ni si ese dinero está disponible para las luchas que tiene el movimiento estudiantil? Al punto que le están regalando una campaña a Clarín y a la Franja Morada con acusaciones sobre el manejo de la abultada “caja” de apuntes de los CBC que administran desde la FUBA con La Mella. ¿Cómo se explica sino que el PO haya esperado hasta este momento para difundir ampliamente las cuentas de la Federación?
Una Federación vaciada por motus propio
Demostración de esto es que no hubo ninguna relación entre su presencia en la conducción y el cambio en los métodos de funcionamiento. En 17 años de conducción, el PO no ha tomado ni las medidas más elementales como transformar los estatutos legados por la Franja Morada. ¡Y no es que le hayan faltado oportunidades para hacerlo! Procesos muy importantes de organización estudiantil como la lucha por la elección directa en Sociología en 2002, las luchas docentes y estudiantiles en 2005, 2010 y 2016, la ruptura que significó el conflicto del campo en 2008 que atravesó la lucha por el edificio único en Sociales y el edificio en Filo, la lucha contra la elección de Alterini en 2006…
Momentos donde emergió la organización estudiantil, con asambleas, surgimiento de activismo, podrían haber sido los puntos de apoyo para la refundación de la Federación sobre otras bases, que tomaran lo mejor de estas experiencias como el funcionamiento en asambleas interfacultades, la unidad docente-estudiantil y la formación de comisiones de base.
No haberse nutrido de todos esos procesos los llevó en los últimos años a una parálisis política, con métodos burocráticos ajenos a la tradición de la izquierda: congresos vaciados de participación estudiantil donde la única pelea es por los cargos que se van ocupar en las fotocopiadoras, sin legitimidad siquiera de su conducción.
Los límites que puede tener actualmente la organización estudiantil, como la ideología meritocrática e individualista impartida por el régimen (que lejos está de ser combatida por una federación que se mide por “garantizar” servicios, invisibilizando así las falencias del propio Estado para garantizar un verdadero acceso gratuito a la universidad y por ende colaborando con este estatus quo), no borran aquellos procesos en el movimiento estudiantil donde el PO, con su aliado de turno, actuó más bien evitando el desarrollo de una organización democrática que sentara las bases para transformar la FUBA.
Han logrado con estos métodos y orientación política alejar cada vez más a los estudiantes de su herramienta de lucha y organización, que podrían ser la palanca para poner en pie un movimiento estudiantil combativo.
¿Qué programa para qué estrategia?
La enorme fuerza que se viene desarrollando para conquistar el derecho al aborto, tiene a la juventud como protagonista. Una de las conclusiones que recorre pasillos y aulas es “lo ganamos en la calles”, empezando a instalar una valiosa idea masivamente: nadie nos va a regalar nada, es necesario pelear.
Ante la desaparición de Santiago Maldonado a manos de la gendarmería fue también la juventud la que se puso de pie para exigir su aparición, denunciando la represión estatal y generando con la movilización una crisis política al gobierno de Macri.
A su vez, fuimos miles de jóvenes los que dijimos presente en el Congreso el 18 de diciembre para decirle NO al robo a nuestros abuelos, cuando macristas y peronistas votaban sacarle el pan de la boca.
Estos son los puntos de apoyo hoy para que los centros de estudiantes y federaciones puedan aspirar seriamente a ser herramientas de organización y lucha para esta juventud. Tienen que comenzar por cortar con la “pesada herencia” del “Modelo Franja Morada”, arraigado en las universidades producto de la derrota de la dictadura y cuyo principio rector es que los centros sean engranajes del régimen universitario, encargados de pasivizar al movimiento estudiantil por la vía de “prestaciones de servicios” (bares, fotocopiadoras), que “suavicen” lo más posible el paso por una universidad precarizada y desfinanciada por el Estado, con el fin de evitar una verdadera reacción a esta situación.
Por nuestra parte proponemos un programa de ruptura con este modelo, que es el primer paso para demostrar que se puede y se quiere ir hasta el final enfrentando a la Franja Morada. Denunciar lo necesario y fundamental de la elección fraudulenta del gobierno y el rectorado, pero sin acompañarlo de demostrar cuáles son los modelos que están en disputa, es un primer error ante esta situación.
Desde ya que hacerlo implicaría separarse también de las agrupaciones kirchneristas que sostienen esta política. Un funcionamiento que separe a la conducción de la federación de la administración de bares y fotocopiadoras debilitaría a la Franja Morada y La UES que hoy buscan el control de la “caja” de la FUBA para hacer negocios con la educación, avalados por el gobierno y el rectorado.
Este programa de ruptura es el que empezamos a implementar desde la Juventud del PTS y las agrupaciones que impulsamos en donde hemos tenido y tenemos responsabilidad de conducción, como en el Centro de Estudiantes de Filosofía y Letras (CEFyL) de la UBA y antes en Sociales.
No sólo impulsando listas independientes como las del Frente de Izquierda, sino también proponiendo medidas para la separación entre la conducción política y la administración de espacios de gestión. Implementamos el sorteo público de los puestos de trabajo en esos espacios, logrando que se reduzcan los “responsables políticos” y proponiendo que sean votados y refrendados en asambleas, comisiones revisoras de cuentas abiertas.
Creemos que debemos avanzar en una gestión multipartidaria y abierta de esos espacios para terminar de separar, por ejemplo en Filosofía y Letras, a la conducción de la administración de estos espacios, como medida transicional en el camino de que sea el Estado quien se haga cargo presupuestariamente. Es decir, peleamos por la estatización y que la gestión se realice de forma democrática entre estudiantes, docentes y no docentes con plenos derechos laborales.
También hemos mostrado otro modelo impulsando las más amplias instancias de participación de los estudiantes. Editando revistas de debate político e ideológico como hicimos en el CEFYL, organizando eventos culturales públicos como “Marx en el Soho” en Sociales, entre otras iniciativas como el paro por Santiago Maldonado en Filosofía y Letras, donde rebalsó el patio de estudiantes, docentes y no docentes.
Al mismo tiempo hemos puesto todos los esfuerzos por ligar estos centros a las principales luchas de los trabajadores, (como en las luchas de Kraft, Lear, Pepsico), las mujeres, (como actualmente por el derecho al aborto) y la juventud.
Estas iniciativas que opongan claramente otro modelo de centros y federaciones, no solo sería un golpe mortal a la campaña de la Franja Morada y la UES, demostrando que realmente hay modelos contrapuestos y haciendo un llamado a los estudiantes que compartan estas ideas a ser parte de esta refundación, sino que permitiría por ejemplo que la FUBA esté a la cabeza de discutir un programa universitario que permita cuestionar el carácter mercantil/privatista de una universidad al servicio de los empresarios y cómo se sostiene por la vía de los organismos feudales de co-gobierno donde co-dirigen radicales y peronistas, en un momento de crisis como el actual donde esto se vuelve vital.
Ante la crisis de la FUBA, la izquierda tiene que dar este debate. Queremos recuperar los centros de estudiantes para transformarlos en verdaderas herramientas de lucha y organización de los estudiantes y así enfrentar los ajustes y represión que vendrán de parte del Estado, los partidos patronales y los empresarios que buscan descargar la crisis sobre las espaldas de los trabajadores y el pueblo pobre.
Para que esos centros y federaciones apoyen la lucha de los trabajadores y el resto de los sectores oprimidos, con métodos democráticos de participación estudiantil, impulsando el debate político e ideológico, y luchen por la defensa de la educación pública ante los ataques de los gobiernos y las autoridades.

Jesica Calcagno
Nació en Buenos Aires en 1984. Licenciada y profesora en Sociología (UBA). Acreditada en el Congreso.