El Cinturón Verde Platense se ubica como primera región productora de hortalizas del país. Es un área donde además de abastecer alimentos para gran parte de la población coexisten el agronegocio, los agrotóxicos, las viviendas precarias, la explotación, la falta de planificación y una gran pérdida de biodiversidad. Los sucesivos gobiernos fueron garantes de la desigualdad y la pobreza. Presentamos una serie de notas donde tomaremos los principales conflictos de esta zona.
Martes 18 de julio de 2023 17:16
El cinturón hortícola del Gran Buenos Aires abastece de alimentos para el principal centro de consumo de la Argentina con un mercado superior a los 11,5 millones de habitantes. Gracias a las ventajas comparativas con respecto a otras áreas se producen y comercializan un 72% de las hortalizas totales. En esta área se destacan además la horticultura, la floricultura, la ganadería bovina, porcina y avícola.
A partir de la década de 1970 hasta la actualidad la población urbana en este cordón hortícola, considerado el más grande del país, comenzó a crecer por sobre lo rural, sin ningún tipo de planificación. En las décadas de 1980 y 1990 ingresaron a la Argentina el “paquete tecnológico” (de la mano de Felipe Solá en ese momento Secretario de Agricultura) y el invernáculo para intensificar la producción que produjo un gran cambio en el sector.
La producción del Cinturón Hortícola Platense
La Plata forma parte de los partidos hortícolas del Cinturón del Gran Buenos Aires Sur, junto a Florencio Varela y Berazategui. Según estimaciones del INTA en 2015 contaba con una superficie cultivable de 7100 hectáreas bajo cubierta donde 6000 serían solo de La Plata, con un 78% dedicado a la horticultura ocupando 3709 hectáreas de superficie. Entre los principales cultivos hortícolas de La Plata se encuentran la lechuga, el tomate, el alcaucil, la acelga, el apio, el pimiento y la espinaca, entre otros. Esta producción comenzó a concentrarse en zonas contiguas a Los Hornos y Gorina, llegando a Abasto, Olmos, Romero y Etcheverry.
Enmarcada en el modelo de agricultura industrial o agronegocio este sector se encarga de la producción de alimentos para mercados de proximidad. Los distintos gobiernos no tuvieron políticas para favorecer el acceso seguro e igualitario a la propiedad de la tierra, afectada cada vez más por el crecimiento de áreas urbanas que provoca el aumento del precio de los arrendamientos y el consecuente desplazamiento de productores.
Los conflictos por la propiedad de la tierra son varios desde hace tiempo y afectan a los sectores más empobrecidos. La mayoría de productores son agricultores migrantes no capitalizados de origen boliviano que tienen una relación inestable con la tierra por su forma de tenencia (arrendamiento). Esto lo vuelve fuertemente dependiente de las inmobiliarias, los proveedores de insumos, e intermediarios que explotan y demandan más mano de obra. Por su parte, en las unidades de producción empresarial la mano de obra rural es temporaria y/o transitoria.
La primera generación de inmigrantes que accedieron a la tierra (italianos, japoneses, portugueses) dejaron de producir y fueron arrendadas a otros productores que aplicaron esta nueva forma de producción más intensiva. Las formas de tenencia de la tierra que predominan son el arrendamiento (bajo distintas normas jurídicas también llamados aparcería y mediería), con un principal uso bajo cubierta (ampliamente difundido) y en mayor porcentaje, el uso mixto.
De acuerdo a los datos del Censo Hortiflorícola de la Provincia de Buenos Aires de 2005, el último realizado hasta el momento, La Plata posee más del 79% de la superficie bajo cubierta del Cinturón Hortícola Bonaerense, y un 62% de los invernáculos de toda la provincia de Buenos Aires.
Algunos datos dan cuenta de cómo el Estado no controla a través de sus organismos, aumentando la fragmentación de la tierra y abriendo el camino para que el mercado inmobiliario imponga el precio, sin regulación ambiental ni desarrollo sustentable: en 1998 la superficie total hortícola en manos de propietarios superaba a la modalidad de arriendo. En los últimos años y a pesar de haber disminuido la superficie en explotación en un 30%, se invirtió la ecuación y ahora los arrendatarios ya superan a la cantidad de propietarios, marcando mayor concentración y menos acceso a la tierra.
Explotación familiar en el periurbano platense
Según el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación, la agricultura familiar representa el 20% del PBI del sector agropecuario nacional, el 20% de tierras productivas y el 27% del valor de la producción.
Es común que la mano de obra ocupe la totalidad de la fuerza de trabajo familiar, donde cada uno cumple un rol productivo en tareas que tienen que ver con el acondicionamiento, cultivo y cosecha, el traslado al mercado, a ferias vecinales y verdulerías, provocando una extensa jornada laboral. En la división de tareas internas, estos son trabajos asumidos generalmente por las mujeres, donde muchas trabajan en el sector a través de cooperativas. Por esto se hace necesario repartir las horas de trabajo con derechos para todas y todos, y socializar las tareas de cuidado para que sean colectivas.
Mientras las grandes empresas del agro aumentan sus ganancias, los y las trabajadoras que trabajan en las quintas cobran 250 pesos la hora en jornadas de hasta 12 horas para sostener a su familia, afectando incluso la salud no solo por los agroquímicos y el contacto directo con ellos, sino por la cantidad de tiempo y energía dedicado a este trabajo. La precandidata a intendenta en La Plata Luana Simioni por el Frente de Izquierda Lista 1 A se acercó al comedor “todo corazón” donde relataron en primera persona este trabajo y sus condiciones de vida.
En una unidad hortícola intensiva la demanda de trabajo es muy alta comparada con otras actividades agropecuarias, porque se requiere del trabajo de 4 personas en promedio al año en una hectárea bajo cubierta. La desigualdad social y la explotación está estrechamente relacionada a la situación de dependencia de los agricultores familiares y la tenencia de la tierra, tanto en los sectores populares urbanos como en los rurales.
Los distintos gobiernos, tanto el de Alberto como el de Macri en su momento, han profundizado el modelo de producción extractivista y el saqueo de bienes comunes naturales. Hoy ni Massa o Larreta, o cualquiera de los distintos candidatos de los frentes patronales, plantean algo diferente.
Garantes de los grandes negociados relacionados a la alimentación y la producción primaria, apurados por conseguir dólares para el FMI rifando nuestro territorio, no han tenido reparo en beneficiar la ganancias de unos pocos a base de la explotación de quienes trabajan la tierra. En consecuencia no han garantizado el derecho a un ambiente sano, al agua potable, a la alimentación y a la salud, además de trabajo para todos y todas, derechos humanos básicos.