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Red Internacional
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Dossier. El costo invisible del transporte: vivir viajando

Los acontecimientos ocurridos tras la muerte de Daniel Barrientos, chofer de la línea 620 y los lock out patronales que realizan los empresarios de colectivos por estos días, volvieron a abrir un debate que atraviesa la vida diaria de millones de trabajadores: ¿en qué condiciones se encuentra el transporte público en el Área Metropolitana de Buenos Aires?

Sábado 13 de mayo de 2023 09:06

Foto: Ricardo Pristrupluk

Foto: Ricardo Pristrupluk

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A pesar de los avances tecnológicos, y de los millones que reciben en subsidios las empresas de transporte, la calidad del servicio sigue disminuyendo. La falta de frecuencia y la sobrecarga en horarios pico son problemas recurrentes que generan largas esperas y tiempos de viaje para los usuarios, lo que se convierte en una sobrecarga teniendo en cuenta las de por sí ya extenuantes jornadas laborales. Constituyen además un factor que contribuye a la elección de los autos y motos particulares como alternativa de transporte para quienes pueden costearlo, empeorando los embotellamientos y profundizando la emisión de gases que empeoran la crisis ambiental. Pero los problemas no terminan ahí: la masacre de Once de 2012 o la muerte de trabajadores en el subte por exposición al asbesto son la expresión máxima de un sistema de transporte que, en manos de empresarios y con la complicidad de los gobiernos de turno, ponen en riesgo la vida de trabajadores y usuarios todos los días. Es evidente que se necesita una solución de fondo a esta problemática, y que no alcanza con tomar medidas parciales y transitorias: si el transporte continúa siendo básicamente un negocio rentable para los empresarios, es imposible que constituya un servicio público eficiente, ya que la misma lógica de la ganancia lleva a invertir lo menos posible en desmedro de la calidad de las condiciones para usuarios y trabajadores del sector.

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¿Cómo viajamos?

Según datos del Banco Mundial El Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) experimentó un aumento del 27% en su población entre 2000 y 2020, principalmente en el Gran Buenos Aires (GBA) que circunda la capital del país, donde se observa un desarrollo urbano dispar en el cual se acentúan dos caras de una misma moneda: por un lado el crecimiento de los asentamientos y barrios informales con una gran concentración de población, hacinamiento y falta de acceso a servicios elementales; y por el otro, la multiplicación de barrios privados destinados a la franja con mayores ingresos, que en algunos casos como Nordelta se constituyeron en verdaderas ciudades privadas con colegios, comercios, clubes deportivos y establecimientos de atención de la salud, además de acaparar lugares privilegiados en cuanto al entorno natural y humedales que no deberían desaparecer por culpa de estas construcciones.

El problema de la vivienda aparece estrechamente ligado al del transporte, y en el caso del AMBA se profundiza cada vez más ese ciclo vicioso entre el crecimiento de la población y las complicaciones para moverse. Este crecimiento polarizado ha llevado a la descentralización de los servicios públicos que no llegan a cubrir las nuevas zonas que fueron poblándose y ha afectado la distribución de los viajes en la región.

La respuesta de los gobiernos en estas últimas décadas fue el impulso de inversiones en la ampliación de la red vial para el desarrollo de las autopistas, con las concesiones privadas y su negocio millonario de los peajes, en detrimento del desarrollo de un sistema de transporte que vaya dando respuesta a las nuevas necesidades surgidas por la extensión poblacional. Por su parte el aumento de barrios privados fue un cambio sustancial en la movilidad, ya que quienes viven en esos lugares comenzaron a utilizar sus autos como medio de transporte, sumado a que muchos trabajadores también se vieron empujados al uso de vehículos particulares para ganar algo de tiempo ante el empeoramiento del transporte público, volviendo más engorroso y lento el ingreso a la ciudad. Una realidad totalmente distinta transitan quienes viven en los barrios obreros y sobre todo en las barriadas y asentamientos más informales, donde el transporte público no suele ingresar, haciendo mucho más complicada la movilidad. Según el último censo el número de personas con necesidades básicas insatisfechas pasó de 11,3 millones en 2017 a 17,4 millones en 2021 en el país, y el AMBA es una de las áreas más golpeadas en la mayoría de los ítems que se miden.

Diariamente se realizan cerca de 1.7 millones de viajes cortos en el AMBA, la mayoría en transporte público, especialmente por motivos de trabajo. La distancia promedio de los viajes entre Conurbano bonaerense y CABA es mayor que el promedio general, y cerca del 60% de los viajes interjurisdiccionales requieren al menos un transbordo, es decir, un cambio a otro medio de transporte tras un primer tramo de viaje. Además, el 47% de las personas empleadas en la Ciudad de Buenos Aires viajan desde el Conurbano, y de los 1.6 millones de personas que viajan a la ciudad diariamente, 1.3 millones lo hacen para trabajar.

Según los datos obtenido en un estudio realizado por el Banco Mundial (1), las personas son más sensibles a los cambios en la frecuencia del servicio en las líneas de colectivos que en otras áreas, lo que sugiere que mejorar la frecuencia del servicio podría tener un impacto significativo; según esta encuesta, el 56% de los usuarios de transporte motorizado privado (autos centralmente) viajaría en transporte público si pudiera ahorrar al menos 5 minutos.

Sin embargo lejos de lograrse esto, las empresas y el mismo Estado fueron recortando sus servicios en toda la región; un ejemplo de esto sucede en la línea San Martín del ferrocarril, donde el servicio fue reducido casi un 50% por un “retraso en el proceso de mantenimiento de formaciones y máquinas”, perjudicando a casi 200 mil usuarios de manera diaria.

Hasta acá examinamos la situación más general que hace a la vida cotidiana en el AMBA, donde la ecuación entre problemas habitacionales y condiciones de transporte deficientes lleva desde hace décadas al deterioro de la calidad de vida de la mayoría de los habitantes del mayor conglomerado urbano del país, con 14.800 millones de habitantes entre la Ciudad de Buenos Aires y el Conurbano. Pero ¿qué efectos traen, para trabajadores y usuarios las condiciones en que viajamos usuarios y trabajadores? ¿Quiénes son los responsables de esta situación?

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1. "Evaluación de la demanda de transporte en Buenos Aires" Estudio del Banco Mundial 2022.