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Red Internacional
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Crónica. El detrás de cámara del debate: una obra de teatro donde no existe la grieta

Mientras los candidatos cruzaban acusaciones, en la tribuna los invitados de Juntos y del Frente de Todos compartieron el debate entre chistes, risas y chicanas. Grindetti, Manes, Ocaña y Garro acompañaron a Santilli, mientras Insaurralde, Katopodis y Zabaleta bancaron a Tolosa Paz. Un clima extremadamente amistoso que nada tiene que ver con el show de la grieta.

Juan Manuel Astiazarán

Juan Manuel Astiazarán @juanmastiazaran

Jueves 21 de octubre de 2021 06:00

Manes se saluda con Insaurralde, mientras Julio Garro sonríe a la cámara Foto: Julián D'Imperio

Manes se saluda con Insaurralde, mientras Julio Garro sonríe a la cámara
Foto: Julián D’Imperio

Minutos antes de empezar, mientras todos ocupaban sus asientos, se escuchó un grito desde la tribuna del Frente de Todos: “Néstor, ¿te podés sentar por favor? ¡No podemos empezar!”.

“¡Es que fui acomodador, papá! ¿Qué querés?”, llegó la respuesta entre risas.

“Néstor” es Grindetti, actual intendente de Lanús y jefe de campaña de Diego Santilli. Fue el primero en llegar a los estudios de TN y, a poco de sentarse para escuchar el debate, se tomó un rato para hacer un par de chistes y estrechar un cálido saludo con Martín Insaurralde (jefe de Gabinete de la Provincia de Buenos Aires), “Juanchi” Zabaleta (ministro de Desarrollo Social de la Nación) y Gabriel Katopodis (Ministro de Obras Públicas), la “barra” que acompañaba a Tolosa Paz.

Foto: Matías Baglieto

La cuenta regresiva se puso en marcha, las luces se apagaron y Katopodis le gritó al conductor Edgardo Alfano: "¡Edgardo, cuidala a Vicky, eh!". Facundo Manes (derrotado por Santilli en las PASO), Graciela Ocaña y Julio Garro, ubicados junto a Grindetti, se sonreían.

Los candidatos rompieron el hielo con su minuto de presentación y en el primer bloque desplegaron su estrategia. “Para vivir seguros hay que condenar a los delincuentes y terminar con la puerta giratoria” dijo Santilli, mientras proponía endurecer las penas del código penal contra “los chorros”. Tolosa Paz le respondió acusándolo de obstruir el Fondo de Fortalecimiento de la Seguridad Bonaerense, creado por Kicillof “para combatir el delito”. Espert propuso la barbaridad de bajar la edad de imputabilidad hasta los 12 años y Hotton habló de “zaffaronización” de la justicia. Del Caño fue el único que apuntó contra el verdadero problema: la responsabilidad policial, judicial y política en el gran delito.

Pero mientras el debate avanzaba y las acusaciones iban y venían, en la tribuna los invitados de las dos grandes coaliciones disputaban su propio partido, como si todo fuera un juego. Con el final del primer bloque, la escena del principio volvió a repetirse. “¡Si quieren lo podemos terminar ahora. Es un afano!” gritó Katopodis, sobrador. Manes reía mientras Grindetti murmuraba una chicana imposible de escuchar.

Foto: Matías Baglieto

En cada intervalo ensayaban la misma coreografía. “¡Se nos cae, Néstor, se nos cae!” seguía gritando Katopodis y de vez en cuando remataba: “¡Está terminado el tema!”.

Grindetti, entusiasmado por el clima futbolero, le hizo una seña con las manos como si Santilli estuviera ganando 3 a 0 y se dirigió al atril para asesorar al candidato de Juntos, que se esforzaba por no salirse del guión que se había aprendido de memoria. “¡¿Qué partido estás mirando, Néstor?!” le respondió el ministro mientras se burlaba.

El único momento donde las bromas y los chistes se detuvieron fue en el mano a mano que compartieron Santilli y Tolosa Paz. Con una capacidad de pregunta y repregunta digna de Luis Majul, el "colorado" buscó incomodar a la candidata oficialista y luego invirtieron roles. Fueron 6 minutos de tensión, para que después todo volviera a la normalidad y se cruzaran los últimos chistes, antes del saludo final.

Las cámaras se apagaron y los asesores fueron en busca de sus candidatos para felicitarlos. Los invitados se despidieron unos de otros y fueron a sacarse la clásica selfie grupal. Algunos charlaban con los conductores y otros comentaban sus impresiones finales. “¿Contento?”, se escuchó que uno le preguntaba a otro de ellos. “Es como terminar una obra de teatro” respondió, mientras los técnicos desarmaban el estudio.