El 21 de marzo se conmemora el día de la Eliminación de la Discriminación Racial, recién establecido en 1979. Hace alusión a la matanza perpetuada por la policía en una manifestación pacífica en Sudáfrica.
Miércoles 22 de marzo de 2023
Murieron 69 personas. La marcha era contra la ley de pases de apartheid (segregación racial), que establecía un sistema para controlar el movimiento de las personas negras, indias y de color, quienes requerían llevar un documento o pase para poder acceder a determinadas zonas. Esta marcha tiene su antecedente en una manifestación en el mismo país en 1955, en la que se exigía mejorar las condiciones de las mujeres negras, tales como guarderías, igualdad de paga, vivienda, educación, igualdad de derechos con relación a los hombres y protestaban también contra la segregación racial.
Desde ese momento se comenzaron a hacer “esfuerzos” por diferentes organizaciones gubernamentales y no gubernamentales para hacer conciencia en cuanto a la erradicación de la discriminación y la concientización de las problemáticas que atrae en la sociedad, pero esto no se ve reflejado en la manera en que se trata a los grupos históricamente segregados.
La discriminación se define como el trato diferente y perjudicial que se da a una persona por motivos de raza, sexo, ideas, políticas, religión, etc. Pero por el momento nos concentraremos en la discriminación por raza.
En México, por ejemplo, uno de los sectores más discriminados es la población indígena. Hay un estimado de 23.3 millones de indígenas, considerando que en el país hay 126.3 millones de personas, lo que representa el 18% de la población. Hay 68 pueblos indígenas en el país, cada uno con una lengua propia.
Y si bien hay un gran discurso por parte de las autoridades para reivindicar a la población indígena, se crean ferias para exponer artesanías y se hacen eventos culturales para “poner en alto” a las comunidades indígenas, la realidad es que las políticas que se generan constantemente están enfocadas en el saqueo y explotación de los recursos naturales precisamente de estas comunidades.
El Tren Maya es uno de los más recientes ejemplos, pues se antepone la concesión de una obra a una empresa privada, en cuya construcción quedó demostrado el brutal ecocidio que hay de por medio, que fue ampliamente denunciado por la comunidad maya de la zona.
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La discriminación sobre las comunidades indígenas se ve reflejada también en las condiciones de vida que mantienen. El 69% de la población indígena se encuentra en situación de pobreza, sin la posibilidad de acceder a educación superior y están relegadas en su mayoría al comercio informal como principal medio de subsistencia.
Otro aspecto en el que se nota la discriminación es en la lengua. En un país que realmente no reconoce la diversidad lingüística, hay numerosas lenguas indígenas que están en peligro de extinción por la baja cantidad de hablantes que tienen.
A pesar de esto, se generan becas específicas en las universidades públicas como la UNAM, dirigidas especialmente a estudiantes de origen indígena, se hacen comerciales en lenguas indígenas y se maneja un discurso de reivindicación de nuestros orígenes como población. Pero todo esto representa un falso discurso que evita profundizar en la crítica de las políticas de despojo y precarización de este sector, que en su propio país es tratado como extraño y ajeno. Y este discurso es meramente usado como botín político.
La reivindicación de las comunidades indígenas no puede partir de discursos vacíos. Junto con su organización, es necesario tender puentes desde la clase obrera para forjar una alianza y luchar contra el despojo, la explotación y la opresión en todas sus formas; por la transformación de nuestras condiciones de vida.