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No somos una hermandad. El feminista menos pensado

La candidatura express de Juan Manzur y los males pequeños. ¿Qué ideas tenés que negociar con tus candidatxs? El Maestro, las cuatro estaciones y un amor de microcentro.

Celeste Murillo

Celeste Murillo @rompe_teclas

Sábado 8 de julio de 2023 12:00

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Quizás sos muy joven y no te acordás. Hace una semana podías leer y escuchar por ahí que había que entender la coyuntura y aceptar que un conservador como Juan Manzur era un candidato a vicepresidente razonable para una coalición que dice tener una agenda feminista y políticas con perspectiva de género.

La candidatura duró solamente unas horas pero alcanzó para entender el lugar que ocupan las demandas de las mujeres y personas LGBT en los partidos del establishment. Es evidente lo que pasa en coaliciones como Juntos por el Cambio (oposición o utilización) o partidos como La Libertad Avanza (misoginia). Es más contradictorio y a veces confuso en el Frente de Todos (y ahora en la coalición electoral Unión por la Patria). Pero cuando pasan cosas como esta, se despejan varios interrogantes.

No es la primera vez que Manzur pone en valores concretos la ambivalencia del oficialismo con respecto a la agenda feminista. En 2021, su designación como jefe de gabinete después de la derrota electoral provocó debates, defensas en nombre de la coyuntura y silencios similares. Entonces dijeron que se trataba de volumen político y algunos aceptaron la explicación de que la mayoría vive peor porque se eliminan algunas discriminaciones legales, como si el cupo laboral trans (que ni siquiera cumple su objetivo mínimo) fuera responsable de la pobreza o la precarización.

Varios sectores del feminismo prefirieron no hacer lugar a las críticas sobre el retroceso de las mujeres en el gabinete (señalado sistemáticamente durante el gobierno de Mauricio Macri) o el significado de designaciones como la de Manzur (la que lo resumió entonces fue la diputada nacional, hoy precandidata presidencial, del Frente de Izquierda Myriam Bregman : “es un giro a derecha, conservador y patriarcal”) . Si recordabas la oposición explícita de Manzur al aborto legal, su responsabilidad en la cesárea forzada de una niña de 11 años violada o la manipulación de las cifras de mortalidad infantil en Tucumán te respondían que no había de qué preocuparse: el nuevo jefe de gabinete era inofensivo, todo seguiría funcionando igual. Que haya sido así no significa algo necesariamente bueno (incluido el cambio de ministras de Mujeres, Géneros y Diversidad, que tampoco significó algo necesariamente bueno ). En todo caso, si algo confirmó esa convivencia es que la agenda del feminismo institucional es tan molesta.

En 2023, la coyuntura apuró las justificaciones ya no solo para apoyar silenciosamente una opción conservadora sino para explicar por qué era lo más razonable. Se subraya, como en otras ocasiones, el avance de la derecha, narrativa en la que las políticas del gobierno actual no tienen casi responsabilidad (también pasa en el movimiento feminista). Uno de los argumentos que circuló fue que Tucumán tiene una de las tasas de aborto legal más altas del país. Si no existiera una ley nacional que garantiza el derecho a interrumpir de forma voluntaria un embarazo sería llamativo. Pero no dice de Manzur nada muy diferente de lo que dice de Horacio Rodríguez Larreta, jefe de gobierno de la Ciudad Buenos Aires, otro distrito gobernado por un conservador con tasa alta de abortos legales. Esta cifra nunca es un argumento a favor de los que gobiernan, es a favor de la ley que garantiza un derecho (resultado de un movimiento que no contó con el apoyo de ninguno de los dos).

Si hubo una declaración transparente fue la de la exministra de Mujeres, Géneros y Diversidad, Elizabeth Gómez Alcorta. En una entrevista con Alejandro Bercovich, dijo que no pensaba “que la agenda feminista tiene que ser un asunto de segundo orden”, mientras explicaba que no cuestionaría a Manzur, es decir, que en los hechos sí lo es. Finalmente, el anuncio de la fórmula Sergio Massa-Agustín Rossi quitó del medio la candidatura molesta, pero los votos ya estaban lanzados. ¿Que no esté Manzur hace que Massa sea menos malo? ¿Alcanza con una interna inofensiva en el oficialismo para evitar fugas por izquierda? No creo que haya que elegir entre poco y nada. Me parece que lo mejor es apoyar candidatas y candidatos con quienes no tengas que negociar tus ideas y tus luchas cotidianas. Si peleás contra la opresión, si peleás contra las desigualdades, ¿por qué resignarías tu voto? Hasta ahora ningún mal menor frenó a otro más grande.

El maestro, las cuatro estaciones y un amor de microcentro

Un lector atento de estas entregas (gracias, Alberto) me envió algo sobre Antonio Vivaldi y su trabajo como profesor de violín en el Ospedale della Pietà. Los ospedali eran una mezcla de convento, hospicio y orfanato que funcionaron entre los siglos XVII y XVIII en Venecia. Vivaldi hizo famoso el Ospedale della Pietà porque mientras trabajó ahí compuso Las cuatro estaciones, una de sus piezas más famosas. La mayoría de las alumnas de Vivaldi eran niñas y adolescentes (porque la mayoría de los huérfanos o niños a cargo de los hospicios eran mujeres). Los varones tenían la posibilidad de salir a trabajar cuando cumplían la mayoría de edad, pero las mujeres solo podían hacerse monjas o esperar a que alguien se case con ellas. En ese contexto, aprender a tocar instrumentos les proporcionaba un oficio y la posibilidad de trabajar en los ospedali como maestras de música. Leí que al principio, las chicas tocaban ocultas en los balcones (porque sí, estaba mal visto) pero con Vivaldi ya famoso consiguieron reconocimiento público. ¿El feminista menos pensado? Seguro es una exageración pero le dedicó treinta años a la educación de las mujeres, algo que en el siglo XVIII era, como mínimo, fuera de lo común.

Hablando de Las cuatro estaciones y las que no están obligadas a casarse o a hacerse monjas, la película Retrato de una mujer en llamas (Céline Sciamma) habla bastante sobre los diferentes destinos para las mujeres en el siglo XVIII. Marianne (Noémie Merlant) es una pintora (que heredó el oficio de retratista de su padre) y llega a pintar un cuadro para el futuro marido de Héloïse (Adèle Haenel), que lo último que quiere es casarse pero no tiene muchas opciones. Ninguna de las dos corre la suerte de la mayoría, que está obligada a trabajar para sobrevivir como Sophie (Luàna Bajrami), la empleada de la casa donde transcurre el romance entre Marianne y Héloïse. En la última escena (podés verla acá si no te molestan los spoilers) suena Verano de Las cuatro estaciones de Vivaldi (interpretado por la violinista neerlandesa Janine Jansen). Lo que más me gusta de esa escena es mirar, escuchar y sentir como ellas cuando nadie las ve.

Y hablando de romance entre mujeres, hace unos meses De Parado reeditó Cris & Cris de María Felicitas Jaime (escritora y periodista). La novela fue publicada originalmente por la Librería de las Mujeres en 1992. Jaime fue militante feminista y una de las primeras mujeres de la CHA (Comunidad Homosexual Argentina). Cris & Cris cuenta la vida de Mariana, una periodista de internacionales que vive en el microcentro porteño en los años 1990. Además de los amores y desamores, obsesiones y reflexiones, la novela tiene muchas marcas del final de la dictadura, el alfonsinismo y todo lo que vendría después.

Una versión similar de este texto fue publicado en el newsletter No somos una hermandad. Podés suscribirte a este y otros newsletters de La Izquierda Diario y El Círculo Rojo.


Celeste Murillo

Columnista de cultura y géneros en el programa de radio El Círculo Rojo.

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