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Crisis y expoliación de Centroamérica. El imperio “se preocupa” por su patio trasero

La vicepresidenta de EE UU Kamala Harris convocó a transnacionales para repartirse el pastel del Triángulo Norte centroamericano. Dicen que destinarán un total de 1,200 millones de dólares a la región en los próximos años, aunque solo tienen 450 en firme.

Raúl Dosta

Raúl Dosta @raul_dosta

Miércoles 15 de diciembre de 2021 12:11

Los estragos de la crisis económica internacional, exacerbada por la pandemia aún en desarrollo, que ahora se caracteriza por la interrupción del aparato logístico (la cadena de suministros) y la creciente inflación, hace que el gobierno de las transnacionales estadounidenses voltee a mirar hacia Centroamérica donde los padecimientos de la decadente economía imperialista repercuten con mayor profundidad.

Las oleadas de inmigrantes que buscar entrar en EE UU procedentes de "su" patio trasero latinoamericano le obliga a Biden a buscar una salida para disminuir el descrédito por la persecución y rechazo a la fuerza laboral migrante. Aunque, contrario a lo que pregonan, no lo harán para hacerse cargo, aunque sea mínimamente, de la crisis económica y social provocada por más de un siglo del saqueo, a punta de endeudamiento y bayonetas, sobre estas naciones. La hiprocresía de Harris, hablando a nombre de Biden, es brutal:

“Es un trabajo bueno e importante, y creo que refleja bien lo mejor de nosotros como estadounidenses, reconociendo nuestra responsabilidad como vecinos con estos países” (...) “La gente de El Salvador, Guatemala y Honduras... no son distintas a la gente de otros países. Cuando dejan sus hogares no lo hacen porque quieren, huyen por algún tipo de daño o porque simplemente no pueden cubrir las necesidades básicas suyas o de sus familias” [1]

¿A responsabilizarse de qué se refiere Harris?, ¿de llevar algo de progreso y prosperidad, como reza el viejo y engañoso refrán imperialista del siglo americano, para de esta manera "detener" la fuerte oleada migratoria centroamericana? No, en realidad lo que buscan es explotar una ventana de oportunidad, como dicen los slogans empresariales de hoy, para aprovecharse de la profundización de la crisis económica y social en aquellos países dependientes del capitalismo estadounidense.

Las autoridades informaban hace algunas semanas de la detención de 1.7 millones de inmigrantes sin papeles entre octubre de 2020 y octubre de este año. Esto ha provocado una crisis interna en la administración Biden pues quedan bastante expuestos a la ofensiva de los políticos republicanos que se están reorganizando para volver al poder.

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Por eso, lejos de brindarles algún tipo de alivio a los padecimientos de nuestros hermanos centroamericanos, adoptan un lenguaje de compasión y benevolencia para con ellos mientras buscan la manera de apropiarse de una mayor parte del de por sí reducido aparato productivo de estos países y la plusvalía generada por la fuerza de trabajo local, baratísima e indefensa ante la voracidad de los patrones transnacionales, eso sí, bajo la engañosa promesa de "grandes inversiones".

Por cierto, no nos extrañe que en la mañanera, López Obrador salga a aplaudir la argucia de la vicepresidenta, convertida en supervisora de los negocios del imperio estadounidense en América Latina. AMLO diría seguramente que por fin Biden y sus colaboradores le hicieron caso, pues lo que se está anunciando es lo que largamente ha pregonado como "atacar el problema de raíz", mostrando así su beneplácito con la política antiinmigrante de EE. UU. a base de una mayor penetración de las transnacionales yanquis y mayor sujeción política, que es lo que se atisba en el horizonte centroamericano.

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Un puñado de expoliadores

“Hace seis meses teníamos un compromiso de 750 millones de dólares. Ahora tenemos un compromiso por 1,200 millones”, declaró Kamala Harris luego de reunirse con algunos empresarios. Así, Pepsico, cuya reputación se reduce a la fabricación y distribución de productos "alimenticios" que no tienen que ver con una nutrición sana, tiene el noble propósito de invertir en sus plantas de la región, "a partir de ahora y hasta 2025", 190 millones de dólares y ampliará sus rutas de distribución. Cargill, la gigante multinacional del agro, inyectará 150 millones a lo largo del lustro en "apoyo" a 19,000 campesinos de Honduras, Guatemala y El Salvador. Un "apoyo" envilecido por las toneladas de glifosato con que invadirán sus terrenos de cultivo. La textilera Parkdale Mills ha comprometido una suma similar para construir una planta algodonera en Honduras y la empresa Peet’s, incrementará 40% su "apoyo" financiero a los cafetaleros de la zona.

Otros de los invitados por Harris son Microsoft, que "desarrollará las habilidades tecnológicas de 100,000 personas de la región" es decir, para hacinarlos en los "call centers" mal remunerados y sin derechos laborales. Otros que aspiran a engrosar sus negocios orientados a exacerbar el consumismo y "dinamizar" los pequeños emprendimientos, son Mastercard y la cadena de almacenes Price Smart. No podían faltar los socios menores del capital la tinoamericano como la refresquera guatemalteca Grupo Mariposa y la regiomontana desarrolladora de software Softek.

El gobierno estadounidense por su parte, ya había anunciado 56 millones de dólares para emprendedores guatemaltecos. Pero más allá de las promesas a mediano y largo plazo, se estima que serán solo 450 millones los disponibles para iniciar estos planes y que el restante de los 1,200 millones se inyectarán en cinco años, con un poco de suerte. Obviamente los plazos anunciados se comportan con los tiempos electorales al norte del río Bravo. [2]

Pero el plan de penetración imperialista no podía estar completo sin la intervención directa en la política local. Además de las inversiones financieras, Washington también "se preocupa" por la estabilidad democrática y de las poco consolidadas instituciones políticas de la región, que han vivido recurrentes crisis políticas en Guatemala, Honduras y El Salvador, lo cual no es garantía de que se apliquen adecuadamente los planes de expoliación de los generosos capitalistas aliados de Harris.

Ella ha dicho que además de "su lucha" por atajar a la migración ilegal, priorizará el combate a la corrupción en el Triángulo Norte. Por ello el gobierno estadounidense mandó a la subsecretaria de Estado, Urza Zeya, a visitar a la flamante presidenta hondureña Xiomara Castro; Zeya declaró que "el gobierno espera asociarse con Castro para promover los intereses comunes: la lucha contra la corrupción y mejorar el Estado de Derecho en Honduras".

Una farsa que se repite una vez más

La vieja historia del "buen vecino" estadounidense que ha hundido en la pobreza a los pueblos del continente americano, ahora incluyendo el suyo propio, es cada vez más inoperante. Sólo unos cuantos años de recuperación en 2009/2013 por el auge de las commodities (materias primas) en el marco del estancamiento originado en la crisis de las burbujas financiera e inmobiliaria de 2007, a cambio de una depauperación generalizada en la últimas cuatro décadas nos ha deparado la dependencia estructural del capitalismo estadounidense en la región. Esta depenencia se expresa en una voluminosa deuda externa, una política de usura impagable que sirve como mecanismo de sujeción económica y política de nuestros pueblos, dependientes casi absolutos de la inversión extranjera y las continuas "fugas" de capitales organizadas por los grandes empresarios y entes financieros.

Hay que parar la sangrienta succión del plusvalor que realizan las patronales al servicio de las grandes transnacionales y el capital financiero de Wall Street. Los pueblos de Latinoamérica y el Caribe viven en condiciones cada vez más desesperadas mientras la crisis estructural de la economía dominante, el imperialismo estadounidense, se prolonga por décadas y sus gurús solo aciertan a recetar medidas de mayor precarización y jornadas de trabajo más extenuantes. Mientras aprovechan las crisis para apoderse de mayores segmentos de las economías locales, bajo la máscara del "apoyo benefactor" del gran capitalismo. No pueden ofrecer nada positivo para los trabajadores del continente. Hay que cambiar las cosas de raíz.

Las grandes luchas de los trabajadores súper explotados y los campesinos pobres y pueblos originarios, cada vez más marginados deben ocupar el escenario político y social del continente entero. La lucha por abolir el pago de la deuda externa y la eliminación del FMI, que ya se avizora en algunos países debe extenderse desde el sur hasta entrar en el centro imperialista de la mano de la mano de obra migrante, derribando juntos las fronteras impuestas por el gran capital para unirse a los trabajadores estadounidenses y poner así de cabeza el orden imperialista. Es necesario anular los mecanismos de expoliación económica, sometimiento político y represión a la mano de obra migrante, es decir, romper con los tratados económicos y subordinación política al imperialismo estadounidense bajo la perspectiva de una federación de repúblicas socialistas en el continente y el mundo.

El arduo trabajo de romper las cadenas que nos sujetan y sirven a las grandes patronales, como las serviles burocracias de los sindicatos charros, la democracia para ricos, el consenso de Washington, es decir las grandes instituciones de dominación desde la OEA, ONU hasta el BM y el FMI, está al orden del día. Hay que reorganizarnos de manera independiente, sin ninguna confianza en los políticos patronales y sus partidos, para recuperar los sindicatos, nuestros organismos de lucha, y nuestra tarea estratégica, es construir organizaciones revolucionarias para vencer a los defensores del decadente "orden mundial" imperialista.


[2Los datos de los planes de inversión y sus montos fueron consultados en la nota referida en la cita anterior.