El histórico líder aymara y candidato a la gobernación por el Departamento de La Paz con la Alianza “Jallalla”, Felipe Quispe conocido como “El Mallku”, falleció el martes 19 de enero en horas de la tarde. El movimiento indígena y campesino pierde uno de sus grandes representantes.
Miércoles 20 de enero de 2021
Foto: El Foro
Felipe Quispe, conocido como “El Mallku”, cumplió un destacado papel en la resistencia al golpe de Estado de octubre-noviembre del 2019, fue protagonista de la gran “rebelión antigolpista” de agosto de 2020 que puso freno al prorroguismo del Gobierno de facto de Jeanine Áñez y que allanó el camino a las elecciones generales del 18 de octubre del 2020. Este papel lo cumplió pese a ser perseguido durante los últimos años del Gobierno de Evo Morales, particularmente en la lucha del pueblo de Achacachi contra la corrupción de funcionarios del MAS, viéndose obligado durante el 2017 a pasar a la clandestinidad.
A diferencia de muchos “izquierdistas”, indianistas e indigenistas que se sumaron a la colaboración golpista o que se dieron a la fuga, como los principales cuadros y dirigentes del MAS, el Mallku supo mantener una posición coherente con sus principios y combativa, siempre del lado de los sectores populares más humildes y empobrecidos del campo, de la ciudad y de las zonas periurbanas.
Felipe Quispe expresó la lucha, desde el indianismo, contra el colonialismo y el racismo. Siempre denunció que Bolivia está partida, que son “dos Bolivias”, apoyándose en las ideas formuladas por el teórico aymara, el etnocentrista, Fausto Reynaga y mostrando con ello el profundo antagonismo de una sociedad estructuralmente racializada. Es muy conocida la respuesta que Felipe Quispe dio a la periodista Amalia Pando luego de ser detenido junto a otros miembros del EGTK (Ejército Guerrillero Túpac Katari) en los primeros años de la década de los 90. Pando le preguntó a Felipe Quispe, ¿por qué lucha? Y el Mallku le respondió “Para que mi hija no sea tu sirvienta”, poniendo de relieve esa racialización de las clases sociales en Bolivia que empuja a aymaras y quechuas a ocupar los estratos más bajos en la producción, el comercio, el Estado, etc., mientras que los estratos blanco-mestizos ocupan los espacios de dirección.
Durante el año 2000 y luego de ser elegido como Secretario Ejecutivo de la CSUTCB (Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia), apenas salido de la cárcel, acaudilló los levantamientos aymaras de septiembre del 2000 y mayo del 2001 en el altiplano y, junto con Jaime Solares, Secretario Ejecutivo de la COB (Central Obrera Boliviana) en ese entonces, la insurrección popular de octubre del 2003, que llevó al derrocamiento del ex presidente Gonzalo Sánchez de Lozada (Goni). El ciclo de levantamientos e insurrecciones de la década pasada, que tuvieron como uno de los protagonistas a Felipe Quispe, son los que demolieron el régimen de la democracia pactada neoliberal y abrieron las puertas al nuevo ciclo político que Bolivia inauguró esos años.
Inspirado fundamentalmente en una concepción que rechazaba la lucha de clases y apoyado en un pensamiento que resaltaba la lucha étnica o de razas, el Mallku no pudo escapar de contradicciones políticas como la que se produjo en la fórmula común “Jallalla”, que venía impulsando junto a Eva Copa donde Felipe Quispe iba como candidato a gobernador por el Departamento de La Paz y Eva Copa como candidata a alcaldesa para la ciudad de El Alto.
Recordemos que Eva Copa, ex presidenta de la Asamblea Legislativa Plurinacional luego del golpe de Estado y ex militante del MAS, se encargó de legalizar y cubrir con un barniz democrático al régimen golpista, negando incluso la existencia del golpe. Esto no puede dejar de hacer ruido en esta última alianza del Mallku, ya que mientras él mismo enfrentó el golpe, Eva Copa aunque no huyó como lo hicieron desde Evo Morales y varios otros dirigentes del MAS, se quedó a la cabeza de los 2/3 del MAS en el Parlamento para negociar sistemáticamente con los golpistas, utilizando como moneda de cambio la sangre derramada en las masacres de Senkata, Sacaba y Ovejuyo. Pero algo parecido podemos recordar también en la trayectoria de Felipe cuando el 2002 llevó como acompañante de fórmula y candidata a vicepresidente, con el Movimiento Indígena Pachakuti (MIP), a Esther Balboa. De origen quechua y prominente funcionaria de ONGs, Balboa terminó como viceministra de Educación y ministra interina en el Gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada, poniendo en evidencia las contradicciones y los límites de un discurso y una ideología que pone en primer lugar las distinciones étnicas y raciales, pero despojadas de las posiciones de clase, dotando a su proyecto político de gran ambigüedad y contradicciones como las que acabamos de mencionar.
Desde la Liga Obrera Revolucionaria por la Cuarta Internacional (LOR-CI) enviamos nuestras condolencias a su familia y a todos y todas aquellos con quiénes compartimos las barricadas enfrentando al golpe sin apoyar políticamente al MAS. Pese a nuestras profundas diferencias programáticas y estratégicas con el Mallku, nos solidarizamos con el dolor por su pérdida de todos aquellos que vieron en él un referente en la lucha contra el racismo estructural en nuestro país.