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No somos una hermandad. El país de la libertad

Javier Milei y las marcas que dejaron las elecciones primarias. ¿Se podría plebiscitar el aborto legal? La candidata a presidenta y los consensos que parecen imposibles de desterrar. Una torta nazi, un troll polaco y la noche de la elección.

Celeste Murillo

Celeste Murillo @rompe_teclas

Sábado 19 de agosto de 2023 00:30

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Te habrás cruzado el lunes con más de un análisis político, en la televisión, la radio, hasta en Whatsapp. Javier Milei de La Libertad Avanza fue el candidato más votado. ¿Y ahora qué? Me interesó esta primera lectura de Fernando Rosso, que subraya la combinación del rechazo al “estatismo blando” que no cumple y al “neoliberalismo progresista” (concepto de la filósofa Nancy Fraser para hablar de los gobiernos con discursos progresistas y agendas económicas de ajuste, que si venís seguido por acá, lo leíste alguna vez). Otra es la de José Natanson, por su acento en las marcas del individualismo, esta semana conversamos con él en El Círculo Rojo.

Aunque existen muchas diferencias entre partidos y coaliciones en diferentes lugares, la elección de Milei podría inscribirse en las nuevas derechas. Como en otros países, el voto a estas opciones no equivale necesariamente a la adhesión completa a las plataformas electorales, juegan las ideas, las emociones y los prejuicios. No descubro la pólvora pero lo menciono porque, aun cuando el resultado muestre un giro a derecha en la impugnación o rechazo a las grandes coaliciones, es una disputa abierta. Y como sucede con cualquier otra variante, el apoyo en las urnas no equivale a un cheque en blanco. Uso uno de los #esmáscomplejo que me permito por año para resumir las contradicciones que encierra el voto.

Hacia octubre hay muchos debates abiertos, no solo electorales. La agenda de las mujeres y las personas LGBT fue borrada de la campaña de las primarias, por desinterés de las coaliciones mayoritarias, algo de conveniencia y un extraño “consenso” en algunos sectores de que había que ocuparse de los temas “importantes” (sobre todo luego de las elecciones legislativas de 2021, como si la agenda de la mayoría de las mujeres no fuera lo suficientemente popular). Sobre esto, Myriam Bregman dijo que su candidatura, “la primera de una mujer a la presidencia en el Frente de Izquierda y de Trabajadores Unidad, está también al servicio de enfrentar la reacción patriarcal en curso, expresada no solo en las posturas del sector de Milei sino en que han borrado la agenda de lucha del movimiento de mujeres de la campaña, y ya ni se sacan fotos con los carteles de Ni una menos o ni se cuidan de poner alguna mujer en las fórmulas. Esto cuando seguimos teniendo casi un femicidio por día y las mujeres somos quienes más sufrimos el ajuste”.

El jueves antes de las elecciones, conversamos con Myriam y Nicolás del Caño, candidato a vicepresidente del FITU, en El Círculo Rojo, y ella nos dijo algo que quizás pasó desapercibido, que no le preguntaron a candidatos y candidatas sobre sus posturas alrededor del derecho al aborto o la educación sexual integral. El lunes posterior, Javier Milei dijo en una entrevista con Alejandro Fantino que plebiscitaría el derecho al aborto si fuera presidente. ¿Qué postura tendrían las coaliciones con mayoría de votos en un hipotético desafío? Porque antiderechos hubo en todos los bloques, excepto en la izquierda. La alarma que enciende el triunfo de Milei es legítima pero, ¿por qué las opciones se reducen a resignar nuestras demandas, votar opciones menos peores o el abismo? ¿Por qué la movilización feminista no puede ser un motor para enfrentar a la derecha?

Candidata a presidenta

Mucho antes de que las mujeres votemos en Argentina, Angélica Mendoza fue candidata a presidenta. Después de que Julieta Lanteri aprovechara un vacío legal, varias ordenanzas excluyeron a las mujeres del derecho al voto, pero -como también demostró Lanteri en 1919- no decían que no podían ser candidatas.

En las boletas de 1928 se leía “Angélica Mendoza, maestra, candidato a presidente; Pedro Jordán, chacarero, candidato a vicepresidente”. Estaban sus oficios porque para el Partido Comunista Obrero (PCO) era muy importante subrayar que sus candidatos eran trabajadoras y trabajadores. Angélica fue parte de la formación del PCO, cuando la expulsaron del Partido Comunista, que ella misma había ayudado a fundar en Mendoza, donde nació. “Angélica Mendoza —una aventurera trotskisante de vida turbia que vino al Partido a través de la huelga de maestros de Mendoza— chillaba hasta desgañitarse diciendo: ‘estos son tiempos revolución y no reformas’”, esa es la versión oficial del PC. Lo de “trotskisante” era porque en el periódico del PCO, La Chispa, publicaban textos del revolucionario ruso León Trotsky (ya prohibido por el régimen burocrático en la Unión Soviética).

Angélica no era la única en las listas del PCO, Tatiana Soarez fue candidata a senadora en la Provincia de Buenos Aires. Fue una iniciativa arriesgada, sobre todo porque existía un consenso de que las mujeres no tenían que participar de la vida política. Creo que cuestionamientos así son valiosos, aun siendo minoritarios en determinado momento. Sobre esas disputas políticas se construyen fuerzas para cuestionar prejuicios y, por qué, construir nuevos consensos.

La presencia de mujeres en las listas no era la única política del PCO, aunque me parece una declaración bastante explícita. La plataforma electoral incluía consignas como “igualdad política de la mujer y el hombre”, “pago de salario igual a hombres y mujeres”, y medidas relacionadas con la maternidad de “obreras de fábricas, trabajadoras a domicilio, empleadas y campesinas” como licencia paga, cuidado médico gratuito y “salas-cuna adscriptas a los lugares de trabajo” (esto último sigue un sueño para la mayoría porque hay una ley pero las empresas tienen la libertad de incumplirla).

La militancia de Angélica no se terminaba ahí. Publicó dos novelas con críticas a la “moral burguesa que anulaba el goce sexual de las mujeres” y la “moral opresiva para las mujeres y a su narrativa edulcorada, el amor romántico”. En “El dilema” (en Novela de la Juventud de 1922) habla abiertamente del aborto y la disyuntiva que plantea el estigma social de ser madre soltera; en “La venganza del sexo. Novela realista del amor en la naturaleza” (Los Realistas de 1923) habla del derecho de las mujeres a ejercer su sexualidad y abiertamente de masturbación. Fue detenida luego del golpe del general J. F. Uriburu de 1930 por su militancia, experiencia que plasmó en Cárcel de mujeres. A propósito de mi paso por el Buen Pastor. Después de la disolución del PCO, Angélica continuó su actividad política e intelectual con horizontes siempre amplios, colaboró con revistas como Sur, tradujo a Karl Marx y a Hegel y se especializó en la obra del filósofo John Dewey en su paso por Estados Unidos.

Una torta nazi, un troll polaco y la noche de la elección

Soft & Quiet (o El club del odio) es una película de Beth de Araujo (se ve por ahí). Una de las primeras escenas es una reunión de mujeres en el primer piso de una iglesia en Estados Unidos, en un pizarra se lee al pasar Femeninas no feministas. Todas llevan algo para compartir, una desenvuelve una torta con una cruz esvástica y corta las porciones. Discuten sus problemas y trazan alguna estrategia para formar un grupo. En el país de la libertad, dicen, no pueden ser libres por culpa de la corrección política, la migración, las personas negras o la eliminación de discriminaciones legales (que llaman “destrucción de los valores”). Una sucesión de acontecimientos brutales contra los “culpables” aceleran el ritmo de la historia. No es una película pesimista, es un llamado de atención sobre las peleas en curso.

Hater es una película polaca (en Netflix) que cuenta el detrás de escena de las campañas políticas, especialmente de los trolls. Es la historia de un estudiante universitario expulsado de la facultad por plagio que, al borde de la bancarrota, entra a trabajar a una agencia de relaciones públicas donde presenta un proyecto de difamación de figuras públicas. En su camino al desastre, se ve cómo funcionan las fake news, cómo se privilegian candidatos o se utilizan, según la ocasión, discursos reaccionarios o progresistas. Algo interesante que muestra Hater es el mecanismo de cómo alguien ninguneado y medio perdido termina encontrando su lugar en una maquinaria poderosa, a la que no le importa ninguno de sus problemas.

Cult es parte de la saga American Horror Story de Ryan Murphy (en Star+). Empieza la noche que Donald Trump gana las elecciones en 2016. Preocupación y desconcierto en muchos sectores, festejo y sensación de revancha en otros. En una de las primeras escenas lo ves a Kai (Evan Peters) deshacerse en un grito en un sótano convencido de que Trump le devolvería la oportunidad de recuperar lo perdido. Todo resultaría mucho más complicado (en la serie y en la vida real), pero si resistís alguna escena fuerte, vas a encontrar muchas conversaciones sobre feminismo, política y clase que siguen vigentes.

Una versión similar de este texto fue publicado en el newsletter No somos una hermandad. Podés suscribirte a este y otros newsletters de La Izquierda Diario y El Círculo Rojo.


Celeste Murillo

Columnista de cultura y géneros en el programa de radio El Círculo Rojo.

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