Moschino lanza un perfume femenino cuyo diseño de packaging emula un envase de limpia vidrios
Viernes 27 de enero de 2017
La mitología de la “mujer multifacética” se afianza en la cosmética con la publicidad.
No sólo bastaba con la belleza perfectamente objetivada de las campañas publicitarias en cosmética: cuerpos moldeados por tratamientos cada vez más ubicuos, curvas minuciosamente diseñadas por aparatología de ‘alta complejidad’, rostros sin edad y miradas al vacío… A estas empresas, que facturan millones enfrentando al género femenino bajo el lema de la ‘eterna juventud’ y la ‘necesaria belleza’, no les alcanzó con el estereotipo de ‘Barbie’ para condenar a las mujeres a una aspiración inalcanzable, sino que ahora también aggiornan el sometido rol de ‘ama de casa’ con la presentación de una fragancia en un packaging de carácter absolutamente machista.
Se trata de “Fresh Couture”, producto presentado por Moschino, una empresa de moda italiana que manufactura ropa para mujer, hombres y niños, así como fragancias y joyas. La presentación del perfume femenino imita el envase de un producto limpia-vidrios en una escala menor, vinculando la cosmética con las tareas domésticas naturalizadas como ‘quehaceres únicamente femeninos’. Símbolo de la subordinación “maquillada” de la mujer, se propone un rol femenino cada vez más subestimado bajo la mirada machista de una sociedad que celebra conductas misóginas, olvidando las libertades ganadas por las mujeres hasta el día de hoy.
Consecuente con un sistema patriarcal solidificado en éstas prácticas estéticas, la publicidad se sirve de su condicional promesa de devolvernos el amor propio tras consumir el producto, para no parar de denigrarnos por ser mujeres.
Según denuncia Naomi Wolf en su libro El mito de la belleza, “Nos encontramos en medio de un violento contragolpe en contra del feminismo que usa imágenes de belleza femenina como arma política contra el avance de las mujeres: el mito de la belleza. Es la versión moderna de un reflejo social vigente desde la revolución industrial. Al mismo tiempo que las mujeres se libraban de la mística femenina de la domesticidad, el mito de la belleza ocupaba el terreno perdido y ocupaba el relevo en esa función de control social. El contragolpe contemporáneo es tan violento porque la ideología de la belleza es el último baluarte de las viejas ideologías femeninas y todavía tiene el poder de controlar a aquellas mujeres que de otra manera se hubieran hecho incontrolables con la segunda ola del feminismo. Se ha fortalecido para apoderarse de la función de sometimiento social que los mitos sobre la maternidad, la domesticidad, la castidad y la pasividad ya no pueden ejercer. Esta ideología está intentando destruir de manera psicológica y soterrada todos los logros que el feminismo obtuvo de manera abierta y material.”
Esta construcción mitológica funciona en la actualidad como un dispositivo para mantener a las mujeres en el sitio subordinado que habían ocupado durante siglos. El peligro más grande del mito, según Wolf, radica en que daña su parte más sensible: la autoestima, por lo que las convierte en personas débiles e inseguras ya que las mujeres occidentales viven bajo la presión constante de ajustarse a un concepto idealizado de belleza creado por la sociedad moderna.